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vocal o tiroaritenoideo cuando el sonido es grave. Este músculo aparece entre el primer y el cuarto año de edad del niño, y sustituye a un tejido mucoso anterior. Por acción de este ligamento, las cuerdas vocales se espesan, con lo que produce un agravamiento del sonido. Hasta que esto no ocurre, el niño no puede producir sonidos graves por medio de este mecanismo.

      La tensión de las cuerdas vocales también puede cambiar. Al igual que un músculo puede contraerse o relajarse, el músculo vocal puede aumentar o disminuir, es decir, mantenerse hipertónico o hipotónico. Cuando aumenta la tensión de la cuerda vocal, el tono sube; en caso de distensión, el tono se hace más grave.

      Este aparato actúa cuando la columna de aire sale de los aparatos respiratorio y fonador, y llega a la cavidad oral. De esta forma, el sonido se amplía, produciendo el fenómeno de la resonancia. Gracias a las cavidades de resonancia o resonadores, la columna de aire adquiere categoría de voz en estos momentos de la espiración. Si el sonido es grave, el punto de resonancia suele ser el pecho, mientras que si el sonido es agudo se dirige directamente al oído, o incluso a la parte superior de la cabeza (figura 3.3).

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      Se puede diferenciar entre resonancia superior e inferior. La resonancia superior es el espacio nasal y de la cabeza. Su sonido se produce emitiendo las consonantes M, N y Ñ. La resonancia inferior es el espacio de la garganta y la boca. Estos resonadores son mayores que los de la cavidad nasal, y producen hasta tres cuartas partes del sonido. La intensidad de la voz siempre es proporcional al espacio creado en el interior de la boca, aunque también influyen en ello la lengua y los labios.

      La cualidad del sonido de esta resonancia es más amplia, por tener unos resonadores mayores. Se consigue elevando al máximo el velo del paladar, que se ayuda manteniendo las mejillas elevadas.

      El aparato resonador está formado por la faringe, la boca junto con el velo del paladar, los senos paranasales y la nariz.

      La faringe

      La faringe es un conducto cilíndrico que varía de forma a voluntad de la persona, ya que cambia sustancialmente de morfología en función del sonido y el volumen que el aparato vocal esté emitiendo. De este modo, la faringe puede alargarse, estrecharse, elevarse y descender a partir sobre todo de los músculos implicados, la retropulsión de la lengua o el movimiento de la laringe. Sin embargo, las dimensiones de la faringe no pueden modificarse voluntariamente.

      La faringe se comunica por arriba con la boca y las fosas nasales, y por debajo con la laringe. A su vez, la faringe se divide en tres niveles de arriba abajo: rinofaringe o nasofaringe, orofaringe y laringofaringe.

      La boca y el velo del paladar

      La estructura ósea de la boca está compuesta por el maxilar superior, que es fijo, y el maxilar inferior (la mandíbula), que es móvil, imprescindible para la fonación, y por tanto para cantar y hablar, además de para masticar. También es importante para todas estas funciones la colocación de la lengua dentro del lecho de la boca, y que es necesaria en el caso de la voz sobre todo para la articulación de los sonidos, y más aún de las palabras. La lengua divide la boca en dos cavidades diferenciadas y a la vez comunicadas. Estas cavidades aumentan o disminuyen de tamaño en función de los movimientos que efectúe inconscientemente la lengua.

      Dentro de la cavidad bucal, el paladar es el resonador más importante. En el techo de la boca se distingue, en la parte anterior, el paladar óseo y, en la parte posterior, el paladar blando o velo del paladar, ligeramente adaptable a los procesos de resonancia. En él cuelga la úvula o campanilla.

      El velo del paladar tiene la función de actuar como una válvula. Ya que los sonidos se dividen en orales y nasales, para los primeros, que son la mayoría, el velo del paladar se adosa a la pared de la faringe y se levanta, con lo que impide el paso del aire o del sonido hacia la cavidad nasal. Para los sonidos nasales, que en la lengua española son los fonemas /m/, /n/ y /ñ/, el velo del paladar desciende y deja una abertura hacia la cavidad nasal, donde resuenan los sonidos nasales.1

      Por otro lado, durante la deglución, el velo del paladar se eleva mientras el bolo alimenticio o el líquido pasan de la boca a la faringe y de allí al esófago.

      Los senos paranasales

      Los senos paranasales son una serie de cavidades situadas en diferentes partes de la cara (figura 3.4). Son ocho en total, cuatro en cada lado del rostro. Se trata de los senos frontales (en la frente), los senos esfenoidales (el hueco que dejan los huesos entre los ojos y las orejas), los senos maxilares (en las mejillas) y los senos etmoidales (a un lado y a otro de la nariz).

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      No hay que obviar que en general la cara y la cabeza actúan como caja de resonancia. Sin estas no se podría escuchar la voz. Muchos llaman a esto «la máscara» o «cantar en la máscara», ya que si se pone la mano extendida sobre el rostro se puede observar cómo se proyecta el sonido sobre ella. Cuando la voz está bien ubicada, las mejillas producen vibraciones que generan una amplificación del sonido, haciendo que, con el mínimo esfuerzo, la voz gane en potencia. Por eso, es bueno ponerse las manos en las mejillas para observar el mayor o menor nivel de vibraciones que produce la voz.

      Además, cualquier cavidad hueca que haya en el aparato respiratorio actúa como resonador, incluyendo, por tanto, también los pulmones, la tráquea, la laringe y la faringe.

      La forma que adoptan los resonadores determina el timbre de la voz de cada persona, que es único. A su vez, las cavidades blandas son modificables a voluntad, lo que hace que el timbre vocal pueda ser muy variable.

      La nariz

      En el aparato resonador participa también la nariz, aunque es importante además para las funciones respiratorias. La nariz tiene una parte externa, la que sobresale de la cara, y otra interna, que es bastante mayor que la primera.

      En la parte exterior de la nariz se encuentran las fosas nasales, que son dos cavidades separadas por el tabique nasal. Tienen una función de resonancia, sobre todo en los sonidos nasales (m/n/ñ). Las fosas nasales desempeñan la función de atemperar y humedecer el aire en la inspiración. Además, sirven para estimular la ventilación pulmonar.

      En la parte interna de la nariz, en la zona superior, se localiza el órgano olfatorio, y en la parte inferior, la zona más elevada de la vía respiratoria, separada de la boca por los huesos palatinos. Las paredes laterales tienen tres salientes, denominados cornetes inferior, medio y superior.

      Así, sobre el aparato resonador, en resumen, el sonido que emerge de la laringe se enriquece con los armónicos en las cavidades de resonancia. El aire, después de pasar por los resonadores, es modelado por los órganos de la articulación, y así adquiere la forma de vocales, sílabas, palabras…

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      1 En algunos idiomas se distinguen además sonidos nasalizados, como ocurre en el fran-cés, el portugués o el polaco.

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