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Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. Lilia Ana Bertoni
Читать онлайн.Название Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas
Год выпуска 0
isbn 9789876285940
Автор произведения Lilia Ana Bertoni
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
53 Según Bernardo de Irigoyen la Argentina vivió momentos angustiosos durante la presidencia de Avellaneda debido a la hostilidad de los países limítrofes y a las intenciones del Brasil de arrebatarle la soberanía de la isla Martín García mediante la intervención de las potencias europeas y Estados Unidos. Véase también José Bianco, Negociaciones internacionales, Buenos Aires, 1904, pp. 7 y ss.
54 Ernesto Quesada, “Un publicista argentino en Europa”, en Reseñas y críticas, Buenos Aires, Lajouane, 1893, p. 465.
55 Gustavo Ferrari denominó “liberalismo nacional” a los rasgos “nacionales” de algunos políticos de la época, como Adolfo Saldías, Vicente y Ernesto Quesada y Estanislao Zeballos, impresionados por la situación de peligro latente con los países vecinos, especialmente Chile; también se manifestaba en el diario La Prensa la defensa del territorio, el celo armamentista y el revisionismo histórico. Gustavo Ferrari, “Zeballos y la defensa de la Patagonia”, en Segundo Congreso de Historia Argentina y Regional, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1975, tomo II, pp. 419-427; también Roberto Etchepareborda, “La generación argentina del Destino Manifiesto”, en Investigaciones y ensayos, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, tomo XVI, 1974, pp. 111-137.
56 Ernesto Quesada, “La política americana y las tendencias yankees”, Revista Nacional. Historia Americana, Literatura, Jurisprudencia, año I, tomo II, 1887, pp. 129-143 y 193-210.
57 Luego del ejemplo de Alemania, la idea de formar una unión aduanera era vista como un peligroso primer paso hacia una unificación de los diferentes Estados americanos bajo el liderazgo de Estados Unidos.
58 Pedro Lamas, op. cit.
59 Actas del Congreso Sud Americano de Derecho Internacional Privado, Montevideo, 1888-1889, Buenos Aires, Imprenta de la Penitenciaría Nacional, 1894, pp. 11, 12, 147 y 148.
60 Ibidem, pp. 152 y 153.
61 Ibidem, pp. 158-160.
62 Miguel Cané, Expulsión de extranjeros. Apuntes, Buenos Aires, 1899, pp. 73-76, 125-126.
63 Congreso Nacional, Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, 21 de octubre de 1887.
64 L. B. Tamini, “Estudio sobre las leyes que rigen la ciudadanía en Inglaterra”, en Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores, 1884, Buenos Aires, 1885, pp. 471 y 472.
65 Congreso Nacional, Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, 21 de octubre de 1887.
Capítulo II
La escuela y la formación de la nacionalidad,
1884-1890
Maestros indiferentes y alumnos que ignoran el idioma
En diciembre de 1887 Estanislao Zeballos, presidente del Consejo Escolar del XI Distrito de la ciudad de Buenos Aires, alertó en su informe al Consejo Nacional de Educación (CNE) sobre una inquietante realidad de las escuelas. A su juicio, allí se descuidaba el cultivo de la adhesión a la patria y no se atendía a la formación de la nacionalidad:
niñas distinguidas decían en pleno a la comisión que esos estudios [de civismo] les eran repugnantes. Ignoraban hasta la utilidad de que una buena madre de familia tenga nociones cívicas para desempeñar la tarea fundamental de cultivar las primeras nociones en el alma destinada a animar al ciudadano de la república.1
Esas afirmaciones correspondían a un momento álgido del interés por la nacionalidad, una preocupación que creció en los últimos años de la década de 1880. Precisamente Zeballos, por entonces presidente de la Cámara de Diputados, había planteado allí, unos meses antes, la gravedad de esta cuestión, en una intervención que se hizo famosa.2 En este informe, reclamó un cambio de actitud en las escuelas. Según su diagnóstico, el problema estaba en la escasa importancia asignada a ciertas enseñanzas, y en que los maestros no suscitaban en los niños los sentimientos patrióticos:
Se nota en el personal docente una tendencia a servir como se sirve el empleo vulgar y tedioso […] se explican así la enseñanza de memoria y tediosa, y ciertas fisonomías de maestros que expresan sin escrúpulos los signos de un profundo aburrimiento durante los actos escolares.3
Zeballos calificaba la actitud de los maestros de apática e indiferente hacia los asuntos nacionales y concluía que aquel era “un mal orgánico extensivo a toda la república y que esteriliza los sacrificios y los anhelos de la nación por formar un apostolado de la noble profesión del maestro”, ya que ni la escuela ni su magisterio estaban contribuyendo a la formación de la nacionalidad.
Desde su creación en 1880, el CNE sólo tuvo jurisdicción sobre las escuelas de la Capital Federal y de los Territorios Nacionales, pues la Constitución Nacional estableció que la educación primaria era competencia de las provincias. Las escuelas de la ciudad de Buenos Aires que pasaron a la nación con la capitalización tenían condiciones muy diversas; había algunas muy prestigiosas –la de Catedral al Norte, por ejemplo– y otras de condiciones más precarias. En todas ellas –y más tarde, con dificultad, en los Territorios Nacionales– el CNE se concentró desde los años iniciales en mejorar la calidad de su enseñanza, actualizarla y organizar la institución escolar, tarea que supuso un esfuerzo conjunto de maestros, inspectores y miembros del Consejo.4
La orientación nacional de la enseñanza no era considerada una cuestión problemática; se entendía que esa orientación existía en la educación primaria desde las primeras escuelas patrias. La formación se centraba en la capacitación y aunque incluía conocimientos de lengua, historia, leyes u organización política, no se los consideraba como instrumentos específicos para la formación de la nacionalidad. Esto es lo que expresa el indignado comentario de Sarmiento sobre los propósitos italianizantes del Congreso Pedagógico Italiano, reunido en Buenos Aires en 1881:
¿Educamos nosotros argentinamente? No; educamos como el norteamericano Mann, el alemán Fröebel y el italiano Pestalozzi nos han enseñado que debe educarse