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de Semiótica General respecto de la producción de signos. Las expresiones del lenguaje verbal y gestual son hechos físicos, accesibles a la percepción, que se ponen en marcha con la permanente intención de comunicarse.

      Desde la perspectiva de este autor, en el fenómeno comunicacional se usan signos para referirse a objetos, estados y/o acontecimientos. El signo es una función semiótica, fundamentada en una teoría de los signos que permita diferenciar aquello que es signo y lo que no lo es. En este sentido, Ecco (2000, p. 17-22) señala que la semiótica de la significación está sustentada por una teoría de los códigos, mientras que una semiología de la comunicación se sustenta en la teoría de producción de signos.

      De acuerdo a los estudios de A. Rivière, la comunicación, como conducta de relación entre personas a partir del uso de signos, tiene tres propiedades: es intencionada, intencional y metonímica. La comunicación es intencionada porque tiene un fin. Al mismo tiempo es intencional porque está referida a algo y es metonímica (o suspendida) porque se vehiculiza a través de signos, sean gestos, emisiones vocales o palabras. Coincidiendo con Piaget, los infantes entre los ocho y los doce meses comienzan a realizar comunicaciones francas, produciéndose un cambio muy evidente en su manera de relacionarse con el medio externo.

      En las acciones comunicativas se diferencian tres componentes: emisor, receptor y objeto al que se refiere el mensaje. Para lograr comunicarse acerca de algo, el infante tiene que dejar en suspenso la acción directa sobre la “cosa” y aludir a ella con alguna clase de gesto. Ese gesto tiene entonces el valor de un signo. Estas capacidades comunicativas forman parte de las habilidades mentalistas que tendrán una evolución junto con otros procesos del desarrollo del niño. Alrededor de los cinco años estas capacidades comunicativas se integrarán en la función de teoría de la mente.

      2.5 Mentalización

      El modelo teórico de la mentalización postula que la mente se desarrolla desde los primeros momentos de la vida, la característica fundamental de esta adquisición es la capacidad para interpretar el comportamiento propio y el de otros a través de la atribución de estados mentales. Es una condición esencial para la organización del self y la regulación emocional. El logro de esta capacidad depende de los vínculos primarios y del establecimiento de relaciones de apego seguro con los cuidadores.

      La mentalización puede ser entendida como un mecanismo interpretativo que permite poder descifrar en el comportamiento lo que está pasando en la mente de otros y por carácter reflexivo, facilitará la comprensión de la propia experiencia. La mentalización es un proceso inconsciente, no controlado, sino intuitivo y emocional. Funciona de manera automática en los intercambios interpersonales cotidianos. En general, la capacidad para mentalizar estará plenamente desarrollada entre los 4-5 años

      Actualmente, entre otros autores, ha profundizado en este tema P. Fonagy quien se refiere a la capacidad reflexiva. Mary Target y Peter Fonagy consideran la mentalización como una capacidad del ser humano basado en la esencia social de la especie. (Target & Fonagy, 1996, p. 65-72).

      Se caracteriza por el desempeño de las siguientes funciones:

       Captación de las cualidades de los estados mentales, diferenciando los propios pensamientos de la realidad externa.

       Comprensión de la mente ajena en términos de estados mentales que subyacen al comportamiento del otro.

       Comprensión de la mente propia a partir de la capacidad reflexiva, la focalización de la atención en los contenidos y procesos de la propia mente.

       Regulación de la atención, de las emociones y de la conducta, a partir de la regulación de impulsos y emociones.

      Estos conceptos referidos al logro del proceso de mentalización tienen como antecedentes en el campo psicoanalítico la obra de la escuela psicosomática francesa de Pierre Marty, la teoría de las relaciones objetales iniciada por Melanie Klein, la línea del psicoanálisis postkleiniano y la teoría del apego de John Bowlby.

      Fonagy se ha ocupado de formalizar un modelo de psicopatología del desarrollo, basado en el logro de la función reflexiva, el tipo de apego y los mecanismos de regulación que obran como protectores para preservar el desarrollo mental por una vía evolutiva compatible con la salud mental.

      El desarrollo por una vía evolutiva compatible con la salud mental es un concepto de Bowlby. Es un modelo de caminos de desarrollo vital, en el que cada infante tiene una serie de vías potenciales de desarrollo por las cuales avanzar. Este avance dependerá de las interacciones con el entorno. Algunas vías de desarrollo son compatibles con la salud mental, otras son incompatibles o se desvían y conducen a la patología. (Bowlby, 1989, p. 40-43). Cada niño tiene su propia serie de posibilidades, excepto aquellos que nacen con algún daño neurológico, donde el riesgo de patologización es mucho mayor.

      De acuerdo con Fonagy, hasta los tres años de edad el niño se maneja en un universo de equivalencia psíquica, es decir que no diferencia los contenidos de sus pensamientos de la realidad externa. Realidad y pensamiento son equivalentes. Recién alrededor de los cuatro años, comienza a aparecer la capacidad de mentalizar, de manera rudimentaria. Es a partir del reconocimiento subjetivo de la alteridad, que el niño puede representar su propia mente y la de los otros, diferenciándolos de sus deseos, sentimientos y pensamientos.

      B. Golse relacionó esta función compleja de teoría de la mente con el concepto de identificación proyectiva trabajado por la escuela inglesa a partir de los trabajos de Melanie Klein. Este autor toma el concepto de teoría de la mente, desarrollado por el cognitivismo y lo relaciona con el mecanismo de identificación proyectiva normal, tal como lo describe Bion. Se asocian entonces la identificación y la proyección, operaciones por medio de las cuales el sujeto pone en otro una parte de sus objetos de su mundo interno.

      Golse manifiesta que no es su intención amalgamar ambos conceptos refundiendo uno en el otro. Plantea la posibilidad de que representen …dos facetas complementarias de un solo y único proceso que se juega simultáneamente sobre el plano cognitivo y afectivo. (Golse, 2008, p. 355). Estas dos facetas o procesos, no pueden ponerse en movimiento y evolucionar si el soporte interactivo e intersubjetivo con los cuidadores primarios ha fallado.

      Dentro de la corriente cognitivo constructivista, para Rivière, (1994, p. 7-9) el desarrollo de teoría de la mente (ToM) se encuentra inextricablemente ligada a las habilidades involucradas en las capacidades interpersonales y por consiguiente, en la comunicación. En este sentido, la ToM es considerada por este autor como la capacidad cognitiva que permite realizar con eficacia la posibilidad de tener en cuenta los estados mentales del otro para conseguir que se adapten a sus deseos e intenciones.

      Desde la aparición de los actos epistémicos, cuya única finalidad es compartir con el interlocutor una experiencia comunicativa, su aparición indicaría la relación con la ToM, al menos en términos de precursor de esa capacidad. Ya a partir de los dos años, el niño trata a sus interlocutores como intérpretes potenciales. Para ello es necesario que pueda diferenciar estados mentales propios y ajenos. (Rivière, 1994). Todos estos autores, psicoanalistas y cognitivistas, coinciden en que la mentalización es un proceso que se inicia desde los primeros tiempos de vida observándose una progresión ontogenética desde los primeros intercambios intersubjetivos hasta alcanzar un desarrollo casi completo alrededor de los cuatro a cinco años de vida. Su complejización se va haciendo cada vez más evidente y eficaz a lo largo de la adolescencia y la adultez. También coinciden en ubicar el núcleo del desarrollo mental en los vínculos primarios entre el infante y sus cuidadores.

      Estos dos marcos teóricos que están epistemológicamente diferenciados en su concepción, permitieron que a través de algunos de sus conceptos se articulara la construcción de un entramado con el que se pudiera realizar un análisis que diera cuenta de procesos de desarrollo infantil y simultáneamente de construcción de la subjetividad.

      Capítulo 3 Problemas y objetivos

      3.1 Descripción del área problemática de investigación

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