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Debido al crecimiento mensual de la demanda, los vendedores holandeses o sus agentes llegaban a Lieja con pedidos de armas cada vez mayores. Antes de que hubiera pasado un año desde la llegada de los primeros buques de las colonias norteamericanas, el alcalde de la ciudad informaba: «[…] nuestros empresarios, grandes y pequeños, están dando trabajo a nuestros hombres; en la calle no se ve otra cosa que cajas de mosquetes».29 Muchos de estos mosquetes destinados a puertos de la República Holandesa tenían grabado el lema «Pro Libertate», señal inequívoca de que su destino final eran las colonias británicas de Norteamérica.30 Las municiones se enviaban bien en barcazas por el río Mosa hasta el mar del Norte, o bien por una red de carreteras que atravesaba los Países Bajos austriacos hasta Lovaina, desde donde se transportaban en botes por canal hasta Ámsterdam, localidad en la que se cargaban en secreto en barcos destinados a Norteamérica o el Caribe.31

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      Diego María de Gardoqui y Arriquibar (1735-1798). Grabado sobre madera de autor desconocido.

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