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de un equipo técnico en salud mental

       Fases de atención

       Atención en el lugar de los hechos

       Atención prehospitalaria (APH)

       Atención en el servicio de urgencias

       Atención de hospitalización

       Atención pre – alta

       Atención Ambulatoria

       Glosario

       Referencias

       Índice onomástico

       Índice analítico

      Siglas

      APH:

       Atención prehospitalaria

      CEDAW:

       Convención para la eliminación de todas las formas de discrimina-

       ción contra la mujer

      CIOM:

       Casas de Igualdad para las Mujeres

      CRUE:

       Centro Regulador de Urgencias y Emergencias

      EPS:

       Entidad Promotora de Salud

      INMLCF:

       Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses

      IPS:

       Instituciones Prestadoras de Servicios

      Mh-GAP:

       Programa de acción para superar las brechas en salud mental

      OMS:

       Organización Mundial de la Salud

      PAIS:

       Política de Atención Integral en Salud

      PAPSIVI:

       Programa de atención psicosocial y salud integral a víctimas

      RBC:

       Rehabilitación Basada en la Comunidad

      RIAS:

       Ruta Integral de Atención en Salud

      RIPS:

       Sistema de Información de Prestaciones de Salud

      SIC:

       Superintendencia de Industria y Comercio

      SGSSG:

       Sistema General de Seguridad Social en Salud

      SIVIGILA – VG:

       Sistema de Vigilancia en Salud Pública de Violencias de Género

      Cuando me pidieron hacer este prólogo sentí felicidad por el reconocimiento a mi vida y a mi labor.

      Hoy soy una mujer de 43 años, lo que me lleva a recordar que han sido ya 23 años de mirarme de una manera diferente, son muchas las transformaciones físicas y emocionales por las que he pasado. Reconozco que mirarme al espejo por mucho tiempo fue devastador, y con ello fue afectada una familia entera. Pero el tiempo pasó y me invité a reinventarme junto a los míos.

      Hasta hace ocho años no existía el término salud mental para mí ni para el sector salud frente a esta realidad en Colombia que son «las agresiones con agentes químicos».

      El camino habría sido mucho más fácil si este lenguaje hubiera existido para muchas de nosotras y nuestros entornos. Salir del hospital después de tres meses de hospitalización y pretender que la vida continuaba fue tan duro y absurdo para mí, que muchas veces me invitaba a parar con la vida.

      Hoy agradezco a Dios y a mi familia que fueran tan amorosos y dedicados, que no me permitieran caer.

      Un día decidí que ya no lloraría más y que quería ser la mujer maravilla y, aunque sí lloré, hoy me siento poderosa y con propósito. Desde ese día quise salvar a todas las que al igual que yo han vivido esta experiencia, y debo reconocer que dolió y que fue fruto de muchas frustraciones, porque a quien primero debía salvar era a mí misma.

      Apoyando este protocolo empecé a hablar de mi vida, a sacar todo lo que estaba represado dentro de mí y, mejor aún, a reflexionar frente a lo vivido, dejando el papel de víctima atrás; empecé a asumirme y a entender que haber sido quemada con ácido no era un impedimento para ser feliz y gozar de esta maravillosa vida que Dios me dio.

      Dejé de tapar mis cicatrices y hasta aprendí a amarlas, hoy me reconozco como el agua que fluye, gracias a este trabajo y a todo lo aprendido. Decidí ser ese vaso medio lleno que siempre podrá recibir y seguir aprendiendo, desde mis propias reflexiones de vida y una buena salud mental.

      Entendí que las circunstancias de la vida no definen mi camino, aprendí a ser más consciente y menos víctima, aprendí a dar sin quitarme, aprendí junto a mi familia y amigos que la vida es maravillosa, y que la responsabilidad de una salud mental consciente apoya a las sobrevivientes a reconocerse y seguir adelante. Aprendí a dejar de sobrevivir para empezar a vivir la vida que quiero y me merezco, aprendí a ser responsable de lo que permití en mi vida.

      No sabía a dónde llegaría cuando emprendí el camino como líder y precursora en la defensa de los derechos humanos de esta población, y en este tiempo solo sé que gracias a ese primer paso de valor y amor propio que me di en algún momento hoy esta herramienta ha sido una inspiración para muchas mujeres que hoy siguen el camino.

      Esta herramienta fue un trabajo en equipo, que invita a las sobrevivientes y sus familias a continuar con la frente en alto, entendiendo que solas(os) es muy difícil lograrlo.

      Quisiera decir que no habrá más víctimas, pero a menudo llegan a Reconstruyendo Rostros nuevas historias donde la desolación y la falta de apoyo emocional reinan en la vida de estas mujeres que llevan años escondidas detrás de la víctimas, a la que se aferran. Sus vidas han transcurrido en el olvido de una sociedad insensible y un Estado sin respuestas a sus necesidades primarias (como lo estuve yo por muchos años).

      Algún día un amigo me dijo «quien padece el problema, encuentra la solución». Esa solución solo la impulsa una buena salud mental.

      Agradezco a la vida cada oportunidad que me ha dado, por ejemplo por traer personas como Pilar y Laura, con quienes terminé de reconocer que necesitaba tanta ayuda como las demás y que no era mi responsabilidad ser salvadora de nadie, más que de mí misma. Con ellas me sentí escuchada y no juzgada, la salud mental nos invita a reinventarnos a pesar de las circunstancias.

      Agradezco por la invitación que me hicieron a creer en la importancia de una buena salud mental y por guiarme a dar ese primer paso.

      Todas las víctimas que nos levantamos e hicimos parte de este trabajo somos inspiración y es ese el porqué de nuestras vidas.

      Gina Potes

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