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trayectoria en el sector, o mutuamente conocíamos los proyectos de la otra, pero no nos conocíamos entre nosotras.

      Lo primero que entendimos fue que estábamos ahí, cerca, desde hacía mucho tiempo. Que necesitábamos a partir de ahora tomarnos un tiempo para encontrarnos, deconstruir y reconstruirnos, juntes.

      Y entonces la conformación de FIERAS fue algo así como inevitable.

      ¿Qué lugares ocupamos en nuestros espacios? ¿Cómo están distribuidos los roles y las tareas en ellos? ¿Tenemos determinadas ocupaciones designadas por el solo hecho de haber sido socializadas como mujeres? ¿Qué pasa con nuestra voz en la toma de decisiones? ¿Y con nuestra visibilidad hacia afuera de los espacios?

      Pegadita a estas preguntas apareció la reflexión sobre las violencias y cómo trabajar por erradicarlas tanto en el funcionamiento interno de los espacios, como entre les compañeres de trabajo y entre compañeres con distintas jerarquías. Pero también, qué hacer respecto de las violencias que son denunciadas por personas que asisten a nuestros espacios respecto de otras personas que trabajan o son parte de la programación.

      También desde los primeros encuentros apareció como tema a discutir qué postura tomar frente al cupo femenino como solución a los problemas de visibilidad y a la paridad en los puestos de tomas de decisión de los espacios. Y además, la reflexión en torno a qué estrategias eran posibles para cambiar las lógicas de programación y los contenidos de la misma en pos de que tuviera una perspectiva feminista.

      Durante más de un año, nos juntamos semanalmente en asambleas donde fuimos forjando nuestra propia identidad. Encontramos allí nuestras prácticas de reunión, de toma de decisiones, de consensos y disensos. Y nos trazamos objetivos, nos formalizamos y armamos un estatuto que nos organiza y define formalmente.

      Pero sobre todo, nos encontramos, nos contuvimos, nos consolamos, nos formamos, nos cuestionamos y nos empoderamos en un momento de quiebre para los feminismos en nuestro país. Nos constituimos en un espacio de contención, de encuentro, de posibilidad de aprender, cuestionarse y hacernos de soporte para encarar una transformación hacia adentro de los espacios culturales que no sería posible si no fuera una tarea colectiva. En un año de escraches y denuncias sobre violencias machistas, de explosión feminista en las calles, de permanente cuestionamiento por los privilegios, nos preguntamos sobre el rol que tenemos las mujeres, las lesbianas, las travas, les trans, les no binaries haciendo cultura.

      Visibilidad, identidad y trabajo: qué nos propusimos y hacia dónde vamos

      ¿Qué nuevos sentidos queremos construir, si no cuestionamos primero las lógicas en las que nos vemos inmerses quienes trabajamos y quienes habitan los espacios donde hacemos cultura? ¿Qué podemos hacer desde los espacios para propiciar una nocturnidad cada vez más libre de violencias y en donde el acoso no esté naturalizado? ¿Qué importancia tiene para el colectivo LGTBIQ+ que existan espacios de socialización? ¿Qué problemáticas compartimos con espacios que son radicalmente diferentes al nuestro? ¿Qué estrategias encontramos y podríamos compartir a otres?

      A partir de las violencias presentes en nuestra práctica laboral en el campo de la cultura, entendimos que nos atraviesan problemas similares y que todes estábamos por separado desarrollando herramientas que nos permitieran abordar las violencias que sucedían en nuestros espacios. Trabajamos entonces en el desarrollo de un protocolo común de prevención y de actuación para situaciones de violencias. Nos formamos y compartimos experiencias a lo largo de un año: se lloró, se rió, dimos portazos, nos dimos abrazos, discutimos una vez, dos, tres veces, hasta que finalmente presentamos nuestro documento. Un documento que surge de la puesta en común de nuestras distintas experiencias y trayectorias en el sector de la gestión y la producción cultural independiente, que a la vez se ve transformado por los procesos de formación y debate colectivo que atravesamos para escribirlo, y que tiene como característica principal la disposición a seguir siendo modificado de acuerdo a lo que surja como reflexión o necesidad de sus aplicaciones en los espacios.

      El documento, a pesar de su identificación con el nombre de “protocolo”, se inscribe en un debate más amplio sobre el punitivismo, las formas de acción y prevención de las violencias en los espacios culturales y la responsabilidad y el papel que les cabe a los establecimientos y sus participantes. Las definiciones en torno a su carácter y forma de implementación y difusión están aún por definirse mediante el debate asambleario.

      También nos movilizamos y marchamos juntes. Priorizamos encontrarnos en las propias diferencias, tanto de experiencia o de recorrido como también de orientación política. Decidimos construir FIERAS para que todes nos sintamos parte e incluides. Y por esto, en más de una movilización, nos hemos dado libertad de acción y de participación, marchando con nuestra identificación en lugares separados, donde cada une se sintiera más cómode. Porque sabemos que el camino es largo y porque también sabemos que venimos a discutir desde otro lugar ciertas lógicas tradicionales en cuanto a las formas de organización. FIERAS nos animó a proponernos como referencias en diferentes instancias de debate, movilización y participación política. Nos incitó además a participar de otras formas de organización de los espacios culturales, para hacernos el lugar y dar a conocer nuestra perspectiva. También nos hizo participar de paneles, de charlas y de discusiones en diferentes territorios y sobre diferentes temas.

      FIERAS nos enseñó a ser permeables a las transformaciones, al crecimiento colectivo y a transitar los propios avances del movimiento. Comenzamos definiéndonos feministas. Atravesamos un proceso a través del cual intentamos concientizarnos e ir corriéndonos cada vez más de un feminismo heterosexual y biologicista. Nos preocupamos por la ampliación y el enriquecimiento de nuestro colectivo, por la inclusión de identidades que aportan su trayectoria de activismo y su experiencia para advertir, desde el primer momento de este armado, la importancia de no caer en la trampa masiva del discurso mujeril y heterosexual que vuelve a invisibilizar y perpetuar las violencias que dice querer combatir. Gracias al intercambio, a la formación y a profundas discusiones sobre nuestras identidades, nos percibimos transfeministas, porque entendemos la integralidad y la interseccionalidad del movimiento.

      Sostuvimos la importancia de ampliar nuestra denominación hacia una que nos identifique como trabajadorxs, combatiendo la idea de que quien hace cultura lo hace por amor o por entretenimiento, que es un hobby, una actividad a contraturno de la “vida laboral”. A pesar de constituirnos en el medio del boom feminista, FIERAS se piensa desde un inicio expresándose como un colectivo de trabajadorxs, problematizando nuestros derechos (o su falta), pensando estrategias que nos permitan poner en la agenda pública el problema del trabajo en el sector de la cultura y proyectando posibles acciones y soluciones conjuntas.

      Finalmente, FIERAS demostró tener vocación para la acción y para cuestionar y repensar los sentidos establecidos. Como nos definimos transfeministas, no pudimos olvidarnos o desentendernos de la realidad política coyuntural que estábamos viviendo desde que nos encontramos por primera vez, porque entendíamos que teníamos una responsabilidad histórica de dar batalla, porque somos perjudicades por las políticas neoliberales que estábamos viviendo. Por esto hicimos lo posible para que ese proceso y esa etapa política terminara, más allá de las banderas y de las diferencias partidarias que tenemos en nuestro colectivo: fue una voluntad y una decisión política de FIERAS visibilizar, contar y mostrar lo perjudicades que estábamos en esa etapa.

      Hoy seguimos activando el encuentro y se vienen otros años para seguir escribiendo nuestro andar en el movimiento. Y es así como demostramos tener la fuerza de una FIERA: no nos tiene que dominar la coyuntura, la gestión ni la política. Tenemos la potencia de tirar el patriarcado, de gobernarnos y gestionarnos, de pensar el hacer político desde el transfeminismo, como quedó más que demostrado en todo lo que vivimos en los últimos años en el movimiento.

      Creemos que la emergencia continúa y se mantiene: nos interesa trabajar desde las incomodidades y la mirada crítica sobre la coyuntura económica, social y política como agentes de los procesos que nos interpelan y nos convocan. Se vienen años desafiantes para FIERAS y para el movimiento transfeminista sin dudas. Solo nos queda animarnos a transitar esta nueva etapa juntes.

      Gestión cultural pública con perspectiva de género

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