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la tiene el gobierno, no la tiene la sociedad, no la busques en la tienda de la esquina, no la busques en tu matrimonio, en tus amigos o en cualquier otro lugar.

      Hay una sola respuesta: Se llama Jesucristo.

      Y su iglesia no es la víctima en este mundo. Su iglesia es la representante del Dios encarnado.

      “¿En dónde encontramos paz en medio de una pandemia? Solamente en Jesús. La cuestión para todos nosotros es esta: ¿vamos a confiar en Él?

      Ningún decreto humano podrá impedir que la tierra se llene de la gloria de Dios.

      Para eso fuimos escogidos.

      Una respuesta para tiempos de crisis

      “No temas, porque yo estoy contigo, no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)

      Con seguridad que si hace solo un tiempo atrás te hubieran dicho que en el 2020 estaríamos pasando una crisis mundial, con personas encerradas en sus casas, con muertos que se cuentan por miles y los transportan en camiones, con virus extendiéndose por toda la tierra, con una crisis impresionante a nivel económico, con ciudades cerradas, aeropuertos cerrados, hoteles cerrados, negocios cerrados, restaurantes cerrados, discotecas, casinos, empresas, etc., con un gran temor en todos los países del mundo. Con seguridad si te hubieran dicho algo así, no lo hubieras creído.

      Pensarías que esta versión apocalíptica sería solo para un futuro incierto, pero no en momentos en los que todo parece bien, en los que la gente vive a sus anchas, viajando por todas partes, haciendo derroche de dinero, con casinos llenos, bares y discotecas a reventar, con estilos de vida en los que cada cual decide cómo quiere vivir, con personas pensando solo en cuál será mi siguiente auto, en cual será mi siguiente vestido, mi siguiente televisor, computador, teléfono celular, en tiempos en que la tecnología parece absorber a todo el mundo y la gente solo vive para darse gusto completamente. En momentos así, quién pensaría en algo como lo que estamos viviendo.

      ¿Quién hubiera imaginado que algo así venía sobre la tierra?

      Ya no estamos hablando de un problema de la China, o del Asia nada más. A diario están muriendo personas en nuestros vecindarios, las cifras suben y suben y los hospitales ya no pueden recibir más personas.

      La humanidad del siglo XXI no se había enfrentado a una situación como la que hoy en día llena las páginas de los periódicos, los noticieros, la radio, la Internet y cualquier medio de comunicación. La palabra coronavirus está en boca de todo el mundo y las personas acuden todo el tiempo a mirar las estadísticas terribles de cuantos contagios y muertes en el mundo se van dando por causa de esta terrible pandemia. A pesar de eso aún hay muchos que todavía no han entendido lo que está pasando.

      Muchas ciudades en el mundo están ahora completamente cerradas.

      Esa es la realidad en nuestro mundo hoy en el 2021.

      Y yo me hago esta pregunta: ¿Cuál es la realidad en el cielo?

      ¿Estarán desesperados buscando la vacuna?

      ¿Se estará tomando la cabeza el Señor diciendo: y ahora que hacemos?

      No. De ninguna manera. Dios está en control y Él sabe por qué suceden este tipo de cosas.

      Y si no creemos eso, déjenme les recuerdo algunos pasajes bíblicos que nos muestran esa realidad.

      Escuchen lo que dijo Nuestro Señor Jesucristo en Lucas 17: 26 en adelante:

      Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.

      La generación de Noé no estaba preparada para lo que venía, pero llegó el diluvio.

      La generación de Lot y Abraham no estaba preparada para lo que venía, pero Dios destruyó a Sodoma y Gomorra.

      Nuestra generación ha sacado a Dios de sus vidas y no estaba preparada para lo que está sucediendo. El orgullo humano ha querido sobreponerse a Dios y resulta que ahora, cuando nos vemos frágiles, sin respuestas inmediatas, el mundo entero sufriendo, nos damos cuenta en realidad que no éramos tan fuertes, ni tan adelantados en todas las cosas. Que a pesar del adelanto científico y tecnológico, aún somos inmensamente frágiles y débiles.

      Un simple virus ha colocado al mundo de cabeza. Una pandemia tiene temblando la economía mundial, ha cerrado los espectáculos públicos, el deporte mundial, los conciertos, las reuniones, los viajes, las grandes juntas, los negocios internacionales, las vacaciones, los cruceros y hasta los templos.

      ¿Hubieras imaginado algo así hace tan solo unos meses atrás?

      ¿Faltó la voz profética que lo anunciara? O será que El Señor viene anunciando muchas cosas y nosotros nos hemos acostumbrado a vivir una fe de un buen y tranquilo tiempo de verano, pero no una fe de tormentas o crisis.

      ¿Para qué sirven las tormentas en la vida? ¿Te sirve de algo pasar por alguna de ellas?

      ¿Servirá de algo a la humanidad lo que está sucediendo en este momento?

      O simplemente cuando encuentren la vacuna, cuando ya no haya más muertes, cuando todo vuelva a la normalidad, la gente se olvidará de este tiempo y seguirán sus vidas de espaldas al Creador, hasta que llegue la próxima epidemia, o tsunami, o terremoto o huracán.

      El mundo no tiene todas las respuestas. Buscamos en el mundo o en la ciencia, en el conocimiento, en los libros, en lo que dicen los expertos, en las recomendaciones de quienes tienen muchos estudios, pero siempre habrá una voz más poderosa y sabia que está por encima de la voz de expertos, eruditos, sabios de este mundo, es la voz de Nuestro Señor que conoce todo aun antes de que haya sucedido.

      A veces nos metemos en grandes problemas tratando de darle sentido a todo, pero no siempre lo que hace Dios tiene sentido.

      Si los guerreros que comandaba Josué hubieran tratado de darle sentido a la estrategia de caminar alrededor de Jericó, jamás hubieran usado esa estrategia.

      Si Gedeón hubiera tratado de encontrarle sentido a disminuir su ejército para ir a confrontar a un enemigo numeroso y poderoso, jamás hubiera ido a la batalla.

      O qué me dicen de David, tratando de encontrarle sentido a pelear contra un gigante aparentemente indestructible; o de Abraham, tratando de darle sentido a una promesa de multiplicación a su edad anciana.

      No tiene sentido para la humanidad amar al enemigo.

      No tiene sentido para la humanidad devolver bien por mal.

      No tuvo sentido que Elías hubiera pedido que pusieran más y más agua para el holocausto en el Monte Carmelo, cuando hacía tres años que no llovía y el agua escaseaba totalmente.

      Pero tampoco tiene sentido que Dios mismo se despoje de su gloria y se haga como el más humilde de los siervos para venir a este mundo a sufrir en manos de sus mismas criaturas y que al final termine colgado en una cruz, no tiene sentido para la humanidad. Pero así sucedió. Él lo hizo aunque para el mundo fuera lo más increíble posible, porque Dios no se maneja por lo que nosotros pensamos, o por lo que para nosotros tiene sentido, sino de acuerdo a sus propósitos en gloria.

      Tú puedes tratar de dirigir tu vida solo por lo que tiene sentido pero muchas veces eso no te servirá, porque cuando vienen los momentos difíciles se necesita algo más que sentido común para confrontar esas situaciones. Escucha por favor lo que Dios te está diciendo.

      Dios no te está llamando para que le pongas sentido a todo lo que haces, sino para que camines en fe aunque parezca

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