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      © LOM Ediciones / Instituto Max-Planck Alemania

       Primera edición, 2010

       I.S.B.N.: 978-956-00-0190-0

       R.P.I.: 195.309

       Diseño, Composición y Diagramación:

       LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago

       Fono: (56-2) 688 52 73 Fax: (56-2) 696 63 88

       web: www.lom.cl

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       Impreso en los talleres de LOM

       Miguel de Atero 2888, Quinta Normal

       Fonos: 716 9684 - 716 9695 / Fax: 716 8304

       Impreso en Santiago de Chile

      Sobre Elementos Químicos de Mario Markus

      ¿Cuántos gorilas desaparecen para que hablemos confortablemente desde nuestros celulares? Tantalio, el elemento químico número 73, abundante en minerales africanos, nos contesta; se confiesa, junto a otros ingredientes del mundo, bajo la pluma investigadora de Mario Markus.

      La presente obra cumple con levantar el umbral que une lo invisible a lo visible, la indiferencia a la sorpresa, la ciencia a la poesía. Los elementos químicos descubiertos son más que artimañas del universo: son algunas de las respuestas maravillosas que nos conforman el cuerpo, que nos llenan el espíritu de una plenitud duradera e irrepetible.

      El libro parte con el comienzo del mundo: con hidrógeno, con helio. Y sigue paseando por la historia, por el aire y por la tierra; revelando milenios, países, héroes y destinos. En el mismo nombre de cada elemento nos reencontramos con los griegos y su mitología, con el latín y también con el ingenio humano.

      El siglo XX, en particular, está colmado de descubrimientos, de mártires intelectuales que entregaron sus vidas a cambio de descifrarlos; de guerras que germinaron en una mesa de laboratorio y –desafiando prejuicios– de mujeres que dieron luz a la radioactividad y a la energía atómica.

      El científico poeta, a través de sus poemas, comprueba un mundo equilibrista en que hombres y elementos inestables se desafían incesantemente, se combinan para redimir o condenar, para profundizar infinitamente en dirección al poder y al misterio. Pero por sobre todo, para seguir la asombrosa senda de libertad que nos impone la vida: Edvard Munch no solo se lució con el amarillo llameante del sulfuro de cadmio; se lució también con la ansiedad y con el grito que no deja de atravesarnos.

      Algunos elementos fueron descubiertos gracias a la observación indagadora en los hogares y muchos de ellos siguen poblando nuestras rutinas de forma sigilosa. La poesía franca y enriquecida de Mario Markus los señala en el vino y en los lápices, en las lámparas y en la música, en los espejos y en el galanteo de las mariposas. De verso en verso, la tabla periódica va dejando de ser un esquema rígido de informaciones para transformarse en una ventana hacia la creación y hacia su verdad más preciada: la vida.

      En fin, estos escritos nos alumbran con fósforo, francio y neón, con conocimiento y con lirismo, pues no hay noche más oscura que la ignorancia ni aurora más urgente que el saber. Y si Lavoisier dijo que la materia no se crea ni se destruye, simplemente se transforma, Mario Markus complementa esto: la materia no solo se transforma, sino que nos encanta, nos potencia y nos ilumina.

      Flávia Álvares,

       Enero Temprano, 2010

       Nota preliminar

      Para cada elemento químico se encuentra (antes del poema) un resumen didáctico de sus propiedades. Puse allí énfasis en los aspectos más asombrosos y en los que se relacionan con el poema.

      Quiero compartir con el lector la pasión que desde niño sentí por las ciencias naturales.

      Mario Markus

      Nota Editorial: El orden de los llamados incluidos en la descripción de los elementos químicos no siempre será correlativo y, en algunos casos, remitirán a más de una referencia bibliográfica.

      H

      Gas incoloro, altamente inflamable. Es el elemento más liviano y también el más abundante (75 % del universo). Descubierto por el inglés Henry Cavendish en 1766. Nombre derivado del griego (“generador del agua”). Se asume que fue el primer elemento cuando se formó el universo en el “Big Bang”.

      Una prometedora tarea para resolver el problema general de la energía es moderar la bomba de hidrógeno, produciendo helio y energía fusionando núcleos de hidrógeno en forma controlada.1

      Aparte de ese método nuclear, hay procedimientos químicos (menos eficientes, aunque también prometedores) de ganar energía con este elemento: empresas como la BMW ya han construido prototipos de coches que funcionan quemando hidrógeno, tal como se hace en naves espaciales.2 Para producir el hidrógeno, se pretende en el futuro recurrir a la fotocatálisis, que consiste en la disociación de agua con luz en presencia de catalizadores.3 Nótese que la obtención de hidrógeno del agua con luz es también realizada por seres vivos, por ejemplo por bacterias púrpuras en aguas salinas (“halobacterias”).4

       1. HIDRÓGENO

      Por muchas de mis caras

       vuelve mi padre.

       Aparece siempre,

       diáfano,

       tan presente como antaño.

       Por muchas de sus caras

       el mundo vuelve a su infancia.

       Todo surgió del hidrógeno

       y todo se extingue.

       Por eso quieren domarlo,

       mover con él sus coches,

       volar a los luceros,

       extraerlo

       de la luz.

       Está él otra vez

       tan presente como antaño.

      He

      Gas incoloro. Segundo elemento en abundancia en el universo. Aislado por el inglés William Ramsay en 1895. Nombrado según el dios griego del sol (helios). No se combina con otros elementos, es decir es un llamado “gas noble”, exceptuando compuestos inestables con tungsteno o mercurio.

      A menos de -270,97 °C, es decir cerca del cero absoluto, forma un líquido especial llamado “superfluido” que sube o baja por los bordes de un recipiente con velocidad de hasta 30 cm/seg.; en tal fluido el calor se propaga en ondas, como si fuese sonido (es llamado el “segundo sonido”5 y también ocurre en helio sólido6); estas ondas continúan desplazándose por cierta distancia cuando se apaga su fuente.

      Si alguien habla en una atmósfera de helio, se escucha una voz parecida a la del Pato Donald (de hecho, se usó este efecto en las primeras películas), ya que la velocidad del sonido es mayor que en el aire, lo que implica una frecuencia mayor.7 Para abastecer a buzos, se substituye el nitrógeno del aire por helio, ya que el nitrógeno se diluye en la sangre y, al bajar la presión, forma burbujas peligrosas (“mal de buzos”).

      Dirigibles con helio, provistos de aparatos de video, se usan en las costas para detectar transportes ilegales, estudiar biológicamente las copas de árboles en la selva, y –a alturas mucho mayores– estudiar el agujero del ozono. Se asume que las edades del hielo tuvieron que ver con inestabilidades del helio en el sol, causando cambios de la radiación solar.8

       2. HELIO

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