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del Programa Conjunto de Monitoreo (JMP) (3),“Progresos en materia de agua potable, saneamiento e higiene: informe de actualización de 2017 y posteriores y evaluación de los ODS”, presenta la primera evaluación mundial de los servicios de agua potable y saneamiento “gestionados de forma segura”. La conclusión fundamental es que todavía hay demasiadas personas que no tienen acceso, sobre todo en las zonas rurales. Según el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud

      El agua potable, el saneamiento y la higiene en el hogar no deben ser un privilegio exclusivo de quienes son ricos o viven en centros urbanos. Se trata de servicios fundamentales para la salud humana, y todos los países tienen la responsabilidad de garantizar que todo el mundo pueda acceder a ellos.

      Miles de millones de personas han obtenido acceso a servicios básicos de agua potable y saneamiento desde el año 2000, pero estos servicios no proporcionan necesariamente agua potable ni saneamiento seguro. Muchos hogares, centros de salud y escuelas también carecen de agua y jabón para lavarse las manos. Esto aumenta el riesgo de contraer enfermedades que, como la diarrea, pueden afectar la salud de todo tipo de personas, especialmente de los niños pequeños. Como resultado, más de 350.000 menores de 5 años mueren cada año a causa de la diarrea. El saneamiento deficiente y el agua contaminada también están relacionados con la transmisión de enfermedades como el cólera, la disentería, la hepatitis A y la fiebre tifoidea.

      “El agua potable, el saneamiento eficaz y la higiene son fundamentales para la salud de cada niño y cada comunidad, y, por lo tanto, son esenciales para construir sociedades más fuertes, más saludables y más equitativas”. Estas son las recomendaciones de Unicef, ya que a medida en que mejoremos estos servicios en las comunidades más desprotegidas y en función de los niños más desfavorecidos, se estará asegurando un mejor futuro para la sociedad.

      Es menester reducir las desigualdades mundiales y para ello los nuevos ODS de la Agenda 2030 exhortan a poner fin a la defecación al aire libre y a lograr el acceso universal a los servicios básicos para 2030.

      De los 2100 millones de personas que no disponen de agua a través de una gestión de forma segura, 844 millones no tienen ni siquiera un servicio básico de agua potable. Esto incluye a 263 millones de personas que tienen que emplear más de 30 minutos por viaje para recoger agua de fuentes que se encuentran lejos de su hogar, y a 159 millones que todavía beben agua no tratada, procedente de fuentes de agua de superficie como arroyos o lagos.

      En 90 países, el progreso hacia el saneamiento básico es demasiado lento, lo que significa que sus habitantes no alcanzarán la cobertura universal para 2030.

      De los 4500 millones de personas que no cuentan con un saneamiento seguro, 2300 millones aún no disponen de servicios básicos de saneamiento. Esto incluye a 600 millones de personas que comparten un inodoro o letrina con otros hogares, y a 892 millones de personas —la mayoría en zonas rurales— que defecan al aire libre. Debido al crecimiento demográfico, la defecación al aire libre está aumentando en África subsahariana y en Oceanía.

      La buena higiene constituye una de las formas más simples y efectivas de prevenir la propagación de enfermedades. En tal sentido, los Objetivos del Desarrollo Sostenible están monitoreando el porcentaje de personas que disponen de instalaciones para lavarse las manos en casa con agua y jabón. Según el nuevo informe, el acceso al agua y al jabón para el lavado de manos varía enormemente en los 70 países con datos disponibles, desde el 15 % de la población en África subsahariana hasta el 76 % en Asia occidental y África del Norte.

      Agreguemos también que a) muchos países carecen de datos sobre la calidad de los servicios de agua y saneamiento. El informe incluye estimaciones para 96 países sobre el agua potable tratada de forma segura y para 84 países sobre saneamiento gestionado de forma segura; b) en los países que experimentan conflictos o disturbios, los niños tienen cuatro veces menos probabilidades de utilizar servicios básicos de agua y dos veces menos de utilizar servicios de saneamiento que los niños de otros países; c) existen grandes desigualdades en el servicio entre las zonas urbanas y rurales. Dos de cada tres personas con agua potable gestionada de forma segura y tres de cada cinco personas con servicios de saneamiento administrados de forma segura viven en zonas urbanas. De los 161 millones de personas que utilizan aguas superficiales no tratadas (de lagos, ríos o canales de riego), 150 millones viven en zonas rurales.

      El crecimiento demográfico

      La población del planeta aumenta a razón de más de 80 millones de personas por año, una cifra que sobrepasa la suma del total de habitantes de la Argentina y de Colombia, y para octubre de 1999 llegaba a los 6000 millones. A finales de 2011 había crecido a 7000 millones de personas. Hoy hablamos de 7400 millones.

      Sin embargo, la velocidad con que en este mundo se incrementa la población, con los niveles actuales de deterioro ambiental, hará que un cuarto de los países sufra escasez de agua dulce dentro de 30 años. En un informe distribuido por las Naciones Unidas sobre el estado de la población mundial proyectado hacia la primera década del nuevo siglo (ya acaecida), se indicaba que para el año 2050 el panorama se manifestaría en esos términos, con más de 2000 millones de personas en busca de agua potable, ya que hoy un alto porcentaje de los habitantes del planeta ve afectada su provisión. Ello representa el aspecto más negativo del crecimiento. No obstante, pronósticos bastante más apocalípticos enunciados hace uno o dos siglos no se han cumplido. La aseveración de que el crecimiento poblacional y los asentamientos urbanos excederían la capacidad natural de la tierra para proveer alimentos, por suerte, no se ha confirmado.

       Conflictos actuales y futuros

      Los científicos que estudian los cambios climáticos, la degradación de los recursos naturales y la desertificación aún se preguntan cuál es el límite de explotación que podrá soportar este planeta. A la vez que aumenta la cantidad de bocas por alimentar, disminuye la superficie cultivada; respecto de 1950, hay un 55 % menos de hectáreas dedicadas al cultivo de cereales.

      Las pujas entre los países por el uso de los ríos, del agua para riego y la generación de energía hidroeléctrica se presume que constituirán las futuras hipótesis de conflicto, que ya existe.

      Las cuencas de los ríos Tigris, Éufrates y Nilo son ejemplos de lo señalado. Irak, Siria y Turquía compiten por la cuenca del Éufrates como fuente primaria de agua. Y, peor aún, las proyecciones para dentro de unos 20 años auguran un aumento de la población entre las tres naciones de más del 50 %. El Fondo de Población para las Naciones Unidas (FPNU) ha advertido sobre la profundización del “efecto invernadero” causado por la emisión de gases, que haría subir entre 1 y 3,5 º C la temperatura global. Honda preocupación causan los efectos de la elevación del nivel de los mares “entre 15 y 95 centímetros en el siglo XXI”, sumados a inundaciones, aumento de la salinidad en espejos de agua y en napas, por efecto de la evaporación.

      Los informes de Naciones Unidas señalan que es muy probable que siga variando el régimen de precipitaciones pluviales, el cual, potenciado por los cambios térmicos, alterará la productividad agrícola y generará un corrimiento de las franjas productivas.

       La problemática del agua vinculada a la seguridad alimentaria

      La declaración de la Comisión Mundial sobre el Agua para el siglo XXI, publicada el 22 de marzo de 2000 para conmemorar el Día Mundial del Agua, expresaba que esta Comisión constituía el primer esfuerzo realizado para unir los problemas de la escasez mundial de agua con la seguridad alimenticia.

      “El agua es vida. La escasez de agua potable está vislumbrándose como el más serio obstáculo para la seguridad alimenticia, la reducción de la pobreza y la protección del medio ambiente”, manifestaba Ismail Serageldin, presidente de la Comisión sobre el Agua y vicepresidente del Banco Mundial para Programas Especiales. “Aunque hagamos todo lo posible para lograr que la agricultura de irrigación sea más eficiente con respecto al agua, la humanidad aún necesitará al menos un 17 % más de agua potable para alcanzar todas las necesidades alimenticias”, afirmaba el funcionario. “Si seguimos el patrón de consumo actual, todos los sectores del agua necesitarán un 56 % más de este recurso”.

      Ya la mencionada

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