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discrepa con Wood y Campbell, ya que en inglés la palabra «seno» es «sine» y no «sin», y el nombre Poussin no contiene la palabra «sine». Los dos nombres, Poussin y Teniers contienen la palabra SIN que probablemente se refieren al dios caldeo de la Luna. El apellido Teniers contiene la palabra «sine» (seno) que es un homófono de otra palabra inglesa, «sign» que significa «señal».

      En la iglesia, los dos investigadores británicos encontraron dos inscripciones con la palabra «sign»: una sobre el portal, «IN HOC SIGNO VINCES» («mediante esta señal conquistará»); y otra dentro de la iglesia, «PAR CE SIGNE TU LE VAINCRAS» («mediante esta señal lo conquistará»). Según Wood y Campbell, la señal en cuestión se refiere al pentagrama y ambas inscripciones estarían apuntando hacia el número 18, que es el ángulo de la punta de un pentagrama dividido por dos.

      Habiendo establecido estas conexiones geométricas entre la iglesia de Rennes-le-Château y la frase que alude a Poussin y Teniers, después se examina la pintura Los pastores de la Arcadia, y se observa a un pastor arrodillándose y apuntando hacia la letra «R» de la inscripción «ET IN ARCADIA EGO». Al darse cuenta de que esta letra hace el número 18 del abecedario inglés, los autores británicos supusieron que el pintor sería uno de los custodios del secreto del pentagrama.

      Otra evidencia de su inteligencia matemática se halla en la disposición de los bastones de los pastores en la pintura —están partidos por la mitad, justo en un punto donde quedan ocultos por otros detalles de la obra— un indicio de que él sabría que al partir la constante f por la mitad se conseguía el seno de 18 º. Al descifrar la frase, a primera vista sin sentido, Wood y Campbell descubrieron que incorporaba las distancias principales de la geometría del pentagrama del suelo y, además, revelaba la identidad del dios más temido por los egipcios: Set. Una posible confirmación de este descubrimiento viene de la réplica de la tumba mostrada en Los pastores de la Arcadia, construida en la zona. Parece ser que el número de piedras que recubre su interior era de 56 —el número, según el historiador griego Plutarco, que representa al dios Set.

      Sin duda, Berenguer Sauniere también descubrió la relación entre la pintura de Poussin y los misterios de Rennes-le-Château, responsable de conducirle a un gran tesoro, o quizá fue un pago por su silencio.

      La isla de Bornholm

      Varios estudiosos han destacado los paralelismos entre las iglesias redondas medievales de la isla danesa de Bornholm, en el mar Báltico, y la geometría sagrada que los templarios habían utilizado en Rennes-le-Château.

      Según parece, en 1162 el arzobispo danés Eskil viajó a Francia para visitar al Gran Maestre de los templarios, Bertrand de Blanchefort, nueve años después de la muerte de su antecesor, Bernard de Clairvaux. Según la versión histórica oficial, el propósito de la visita fue preparar una cruzada contra los paganos que habitaban la costa oeste del mar Báltico, en lo que hoy es Estonia y Letonia. Sin embargo, Haagensen y Lincoln creen que dicha cruzada se produjo en un momento en que los templarios se sentían muy vulnerables tras la muerte de su protector de Clairvaux y por ello, construyeron unas iglesias en Bornholm donde esconder algunos de sus tesoros. La distribución de reliquias en diferentes zonas de Europa sin aparente relación entre sí, pudo ser una táctica para protegerlas contra posibles depredadores. Por tanto, la visita de Eskil en un momento tan crítico, sería la oportunidad buscada por la orden militar para esconder algunas de las piezas más valiosas, como el Arca de la

      Alianza y el Santo Grial, entre otras. Además, la pequeña isla de Bornholm estaba protegida y era fácil de controlar. No parecía pues un destino atractivo para invasores que desearan crear un nuevo reino.

      Salvo los habitantes de Escandinavia, pocos han oído hablar de esta isla. Hacia 1200, su población no pasaba de unos pocos miles, aunque ya tenía una larga historia. Sus primeros habitantes tenemos que buscarlos hace más de 10.000 años y quedan vestigios de la Edad del bronce (2000-3000 a. C.) pertenecientes a una civilización de gran riqueza. Los enterramientos de este periodo ponen de manifiesto que hubo contactos con los pueblos mediterráneos, situados a más de 3.000 kilómetros en una época en que los viajes eran lentos y peligrosos. El mismo periodo asistió a la erección de más de mil dólmenes esparcidos por toda la isla, el único lugar de Escandinavia donde existe una cantidad tal. Todavía no se sabe por qué, pero se especula que esta isla reunía características muy particulares para las gentes de este periodo. Además, el nombre Bornholm guarda información de gran interés. La palabra holm, es «isla» en danés antiguo y, hace siglos, el nombre de la isla era «Burgunderland» o «Bungunderholm», de donde procede su denominación actual. El prefijo «Burgund» parece tener relación con el antiguo reino de los burgundios, pueblo que tras establecerse a orillas del Rin, se trasladaron a las cuencas del Saona y del Ródano, extendiéndose, hacia el siglo V, entre la actual Borgoña y el sureste francés. Podría parecer especulativo asociar una remota isla del norte de Europa con Francia, pero, en realidad, quizá se trata de algo más que una coincidencia.

      En 1985-86 se desenterró un tesoro de valor incalculable en un prado de Bornholm. Se trata de más de 3.000 figuras pequeñas de oro, de apenas 3 cm de longitud, pero con tal riqueza de detalles, que hacía falta un microscopio para apreciar la delicadeza de la artesanía. Acuñadas en troqueles, el tesoro de Bornholm incluye más de 100 patrones. El patrón que más se repite es el de una persona de aspecto noble y cabellos largos que sostiene un bastón o cetro. Las figuras han sido fechadas entre los siglos V y VII, cuando los reyes merovingios estaban en su apogeo. Según unos manuscritos encontrados en Rennes-le-Château, el tesoro de Berenguer Sauniere perteneció supuestamente a Dagoberto II —el último rey de la dinastía merovingia de Francia, asesinado en el año 679.

      La aparición de un tesoro relacionado con los reyes merovingios en Bornholm proporciona una clave importante en este misterio, ya que se los ha vinculado con la línea de sucesión davídica y la nobleza de Borgoña. Además, el historiador español, Orosius, en su Historiae Adversum Paganos (417) explicaba ya a inicios del siglo V que los primeros burgundios (o borgoñones) procedían de Bornholm y de las orillas de esa parte del Báltico, extendiéndose y asentándose posteriormente por las orillas del Rin, en las inmediaciones de la actual Coblenza. Más tarde, cuando fueron vencidos por Atila, rey de los hunos, emigraron más hacia el sur conquistando una amplia región de las montañas Jura y extendiéndose hasta la línea del río Durance, cerca de la actual Marsella.

      Las insólitas iglesias de Bornholm

      En la época medieval se construyeron quince iglesias en la isla y once de ellas siguen todavía en pie, siendo la base de las investigaciones de Haagensen y Lincoln. Cuatro eran redondas y en ningún otro sitio del mundo, salvo Jerusalén, hay tantas juntas. Sobresale en estas construcciones circulares, la disposición del coro y el ábside, que están directamente relacionados con una rotonda circular formando círculos concéntricos que interactúan entre sí. La bóveda de la rotonda está apoyada en una columna central única. Estas iglesias redondas no tienen igual en toda Dinamarca. Sin embargo, existe un diseño que coincide y está en la capilla de una fortaleza conocida en la época medieval: Château Pelerin, en Ashlit, Palestina, construida por los templarios.

      Además de las cuatro estructuras circulares, todas las iglesias de Bornholm tienen unas torres muy poco comunes, lo que obligan al observador a preguntarse sobre el propósito del diseño y su origen. Se ha observado que las iglesias de la isla están entrelazadas dentro de un diseño geométrico complejo. El análisis cuidadoso de las distancias entre ellas, ha permitido trazar una forma hexagonal que da lugar a una estrella de David sobre el suelo, entre otras formas tales como triángulos equiláteros, estrellas de cinco y siete puntas, etc. Las investigaciones apuntan que la intención de los templarios era esconder sus tesoros en ciertos puntos clave del trazado geométrico, que sólo los iniciados pudieran encontrar en fechas posteriores. En 1955 se realizó una excavación bajo el suelo de la iglesia de Oesterlar, la más

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