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      Nota del autor

      La idea de escribir una novela histórica sobre Darwin, Fitz Roy y Moreno en la Patagonia me surgió luego de realizar el mismo viaje que ellos por el río Santa Cruz. A veces era tal la coincidencia entre lo que veíamos y vivíamos con mis compañeros de viaje y lo que relataban los exploradores, que uno no podía evitar de alguna manera sentirse hermanado con estos pioneros.

      A la vuelta del viaje empecé a leer mucho sobre estos personajes. Internet me permitió acceder a sus diarios, memorias y correspondencia. De a poco empecé a conocerlos, a entender sus motivaciones, sus temores y sus deseos; sus personalidades cobraron vida en mi cabeza. Sentía que conocía a Darwin, Fitz Roy, Stokes y a Moreno, y sentí que comenzaba a saber lo que había pasado.

      De la misma manera que cuando uno avanza con un rompecabezas se empieza a imaginar la figura final, yo empecé a entender toda la trama.

      Pero faltaban algunas piezas de este rompecabezas, había algunos vacíos históricos que no me permitían tener el cuadro completo. Fue así que me decidí por escribir los hechos en forma de novela histórica, en la que unas pocas “piezas” de ficción completarían la trama.

      Me esforcé por mantener la ficción a un mínimo, para lo cual no sólo viajé a varios de los lugares donde se desarrollaron los hechos (por ejemplo las islas Galápagos) sino que también leí y me asesoré sobre paleontología, antropología, geología, observación de aves y vida de campo. El objetivo era que al novelar las “piezas faltantes”, éstas fueran lo más parecidas que se pudiera a la realidad. Creé unos pocos personajes de ficción, pero siempre con el cuidado de que su existencia y sus intervenciones fueran absolutamente coherentes con la homogeneidad de la historia que relataba.

      Con esta nota invito a aquellos lectores que quieran saber más sobre cómo se armó este “rompecabezas” de La traición de Darwin, a que nos encontremos a intercambiar opiniones en el sitio:

      www.LaTraicionDeDarwin.com

      Gerardo Bartolomé

      Buenos Aires, noviembre de 2005.