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todavía me queda la duda de si el concepto de MTP habrá quedado lo suficientemente claro, para alguien que no había oído hablar antes de él… —añade Ángel María.

      —Mmmm, quizás tengas razón. Pero, podemos solucionarlo rápidamente. ¿Qué te parece escribir otro capítulo explicando un poco más qué es el MTP?

      —Me parece fantástico. Dime cómo definirías tú el MTP —le pide Ángel María.

      —Es tu guía, tu Estrella Polar que observas cuando estás perdido, cuando quieres encontrar la dirección en la que deseas moverte — comenta Palao.

      —¡Me suena muy bien! —responde Ángel María—: Creo que es un buen concepto para desarrollar. Creo que este capítulo también más introductorio es bueno que lo desarrolles tú y yo me centre más en los de la metodología.

      Y después de ese encuentro, quedaron en compartir lo que Francisco Palao redactara en este nuevo capítulo. En esa conversación, surgieron más detalles que trabajaron conjuntamente durante unas semanas, haciendo anotaciones, a través de audios de WhatsApp y creando lo que se convirtió en este capítulo.

      Tu Estrella Polar

      Tradicionalmente siempre se ha dicho que las personas somos felices con «salud, dinero y amor». La realidad es que esto no es del todo cierto. No pasamos todo el día disfrutando de nuestra salud; tampoco nos dedicamos de manera continua a gastar o invertir nuestro dinero; ni siquiera pasamos todo el tiempo con los seres a los que queremos. Incluso la propia felicidad está sobrevalorada o mal entendida, siendo más importante por ejemplo la paz o el propósito.

      Si fallece un familiar cercano y querido, lo normal no es que estés feliz, pero sí puedes estar en paz. Por otro lado, un estudio realizado por el Instituto Max Planck de Investigación Demográfica, en Alemania, y la Universidad Western Ontario, de Canadá, dice que las parejas con hijos son menos felices que las que no los tienen, pero a su vez, tienen mayor sensación de sentido y propósito en sus vidas.

      En nuestro día a día, pasamos mucho tiempo realizando distintos tipos de actividades y necesitamos sentir que lo que hacemos nos llena y le da sentido a nuestra vida. De lo contrario, llega un momento en el que nos sentimos vacíos.

      Todos nos hemos sentido perdidos en alguna ocasión. Y al igual que los primeros navegantes aprendieron a orientarse y encontrar su camino tomando la Estrella Polar como referencia, todos nosotros podríamos hacer lo mismo si tuviéramos la nuestra, nuestra propia Estrella Polar.

      Recordemos que cada uno de nosotros es un trozo de universo y que entre todas las aportaciones que hacemos de manera individual, el mundo en el que vivimos sigue evolucionando. El propósito es la razón de la existencia de cada persona y se manifiesta en la aportación que hace al mundo, al universo.

      Cuando una persona conoce y lleva a cabo su propósito, navega la vida de un modo diferente, toma decisiones con más facilidad y, sobre todo, vive una vida más plena.

      De hecho, es necesario conocer el propósito si queremos completar los cinco niveles de la pirámide de Maslow. Ser conscientes de nuestro propósito nos ayudará a conocernos mejor, a tener mayor autoestima. Poner en práctica nuestro propósito nos hará sentir realizados.

      Por lo tanto, redefinamos la fórmula de la felicidad y digamos que para que una persona sea feliz necesita «salud, dinero, amor y propósito».

      El propósito en las personas

      A menudo se confunde el propósito con la pasión de las personas, sin embargo, no es lo mismo. Ambos tienen en común que hacen que disfrutemos cuando realizamos una actividad que está relacionada con algo con lo que nos sentimos identificados, algo que nos gusta mucho hacer, que despierta fuertes y profundos sentimientos.

      Más adelante hablaremos sobre el verdadero significado de «pasión», basándonos en su origen etimológico, lo que te ayudará a entender la principal diferencia que quiero destacar con el término «propósito», que no es otra que el impacto en el mundo. Es decir, el propósito siempre tiene ese impacto en el mundo que nos rodea, nos trasciende y hace que el efecto positivo no solo se quede en nosotros, sino que vaya más allá de lo que somos, extendiendo nuestro ser. No ocurre así con la pasión, que nos puede hacer disfrutar, pero sin que eso tenga ningún impacto en el mundo. De hecho, cuando una persona define un propósito, no debería pensar solamente en ella, sino en cómo se imagina un mundo mejor en el futuro y qué contribución concreta le gustaría realizar en este.

      En muchas ocasiones, el propósito y la pasión (o una de ellas, ya que las personas podemos tener más de una) coinciden parcialmente. Aunque la forma en la que lo expresamos es diferente. Por ejemplo, podríamos decir que «la pasión de Juan es tocar el piano». Sin embargo, cuando expresamos el propósito (que puede incluir parte de su pasión) sería algo así como «el propósito de Juan es ayudar a las personas a conectar con sus sentimientos mediante la música».

      A la hora de formular nuestro propósito, deberíamos empezar por centrarnos en describir el impacto que queremos tener en el mundo y no tanto en nosotros. Por ejemplo: «ayudar para erradicar la pobreza de la sociedad», «contribuir a que vivamos en un planeta sin contaminación», «contribuir a la seguridad de mi barrio», «hacer compañía a las personas mayores», etc.

      Cada persona tiene un propósito que le hace conectarse de un modo muy especial a una parte profunda de su ser y este es el propósito que tenemos que buscar. Lógicamente, identificar ese propósito último en la vida puede tener su complejidad y trabajo interior, pero siempre podemos ir adoptando un MTP que nos sirva durante un tiempo, para luego evolucionarlo hasta conectar con el siguiente (que la mayoría de los casos incluirá al anterior), aunque, en ocasiones, podemos definir un MTP que, en apariencia, sea muy diferente a lo que habíamos descubierto hasta la fecha, y de lo que se trata es de descubrir la esencia común en todos ellos.

      En este libro daremos una serie de herramientas y procesos que nos ayudarán a conseguir esa esencia, pero no dejaremos este capítulo, en el que estamos introduciendo el concepto de MTP, sin ofrecer una serie de preguntas iniciales que nos harán comenzar a reflexionar sobre cuál podría ser nuestro propósito en la vida.

      En primer lugar, tenemos que conectar con nuestro niño interior y recordar qué queríamos ser de mayores en nuestra infancia. Si lo recordamos, no tenemos que pensar que nuestro propósito es esa profesión que repetíamos o con la que soñábamos sin parar, ya que esto solo nos habla de una actividad concreta, sino que tendríamos que reflexionar qué nos quería decir esto, cuál era el impacto en el mundo que esta actividad podría tener, ya que eso nos ayudará a identificar nuestro verdadero propósito.

      En segundo lugar, tenemos que analizarnos en el momento actual y tomar consciencia de cuáles son las actividades que nos hacen perder la noción del tiempo, así como cuáles son aquellas cosas que nos generan mayor curiosidad y de las que podemos leer durante un buen rato sin cansarnos. Seguramente esto nos dé otra buena pista, ya que no solamente estamos pensando en algo que nos apasiona sino en algo a lo que no nos importa regalarle lo más preciado que tenemos: nuestro tiempo.

      En tercer lugar, tenemos que imaginar que en el futuro nos toca la lotería y ganamos tanto dinero que nunca podríamos ser capaces de gastarlo. ¿Qué haríamos en ese momento? Lo más normal es que pienses en hacer un viaje, en comprar algo que te gusta, etc. Pero seguramente eso por sí solo no te llenaría, necesitarías algo más que te hiciera sentir lleno y que vives una vida con sentido. ¿A qué dedicarías ese dinero? ¿A crear una fundación para proteger a los animales? ¿A financiar proyectos de personas con bajos recursos? Al unir el pasado, con el presente y el futuro, podemos empezar a vislumbrar cuál es nuestro propósito real.

      Y por último, ten en cuenta que, como decíamos, el MTP de una persona puede evolucionar, aunque es necesario que en cada momento de la vida tengamos solo uno, para poder avanzar, y este puede ir cambiando según nosotros también evolucionamos. Por lo tanto, debemos estar abiertos a experimentar con el propósito que en un momento dado podamos definir, y estar dispuestos a evolucionarlo o a cambiarlo hasta que encontremos algo que realmente nos haga conectar a un nivel tan profundo que, cuando lo encontremos, no tendremos dudas

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