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solo 14 años, encontró un nuevo método diagnóstico para el cáncer de páncreas, mejorando considerablemente los métodos previos. Y consiguió realizar este nuevo descubrimiento investigando a través de la información que encontró en Google.

      También merece ser mencionado el caso de Greta Thunberg, quien tiene un claro propósito de salvar nuestro planeta y está dedicándose por completo a ello, con numerosas apariciones en prensa y televisión a pesar de tener un trastorno del espectro autista.

      Esta nueva generación de líderes y de jóvenes no está sola; siempre han existido las personas con un propósito claro. Uno de los elementos comunes de las personas con un propósito es que suelen desarrollar habilidades orientadas a alcanzar sus metas. Las personas orientadas a un propósito siempre contarán con una ventaja competitiva respecto a las que están motivadas por una obligación impuesta, por cuestiones económicas y por imposiciones externas frente a algo que nace de dentro: el propósito.

      Y, por último lo que también parece estar claro en esta Primera Revolución Evolutiva es que el nuevo criterio evolutivo, que diferenciará los individuos exitosos de los que no lo sean, es el propósito. Ni siquiera la inteligencia va a ser un componente tan determinante, ya que todos contaremos con tecnología que aumentará y mejorará nuestra capacidad de tomar decisiones. Si quieres tener una carrera de éxito o una vida plena, es necesario que encuentres aquello que le da sentido a tu existencia, que sientas el motivo por el que estás en este universo.

      Por lo tanto, si todavía no tenemos claro nuestro sentido en la vida, la siguiente pregunta que debemos respondernos es: ¿cómo encuentro mi propósito?

      Conecta con tu niño interior

      Hemos visto cómo hay niños y adolescentes que cuentan con un propósito tan claro en sus vidas que no hay duda de que han nacido para ello. Sin embargo, muchos de vosotros no tenéis tan claro cuál es vuestro propósito en la vida, cuál es el legado que queréis dejar y cómo os gustaría trascender. Algún día lo supisteis, el problema es que se os ha olvidado.

      Vivimos en una sociedad en la que el sistema educativo nos forma para ser máquinas productivas, desde pequeños se nos forma para tener una profesión, para ganar dinero, para ganarnos la vida. Soñar es optativo.

      Vivimos rodeados de personas que buscan nuestra seguridad y nos aconsejan no arriesgar, nos aconsejan encontrar un camino estable, nos aconsejan seguir un camino predeterminado, porque en la mayoría de las ocasiones «funciona». Salirse del camino es arriesgado.

      Vivimos en culturas que definen lo que está bien y lo que está mal, nos hacen sentir culpables si no seguimos las reglas establecidas, nos hacen sentir diferentes. Ser distinto está penalizado.

      Sin embargo, todos y cada uno de nosotros es distinto a los demás, cada uno tiene una serie de habilidades e intereses diferentes. El problema es que, con el tiempo, la educación, nuestro entorno social y nuestra cultura ocultan nuestro verdadero yo, ocultan nuestra verdadera identidad. Esto hace que terminemos viviendo la vida que se espera de nosotros, pero no la vida que realmente se supone que debíamos vivir cada uno de nosotros. Y, al final, olvidamos quiénes somos realmente; vivimos dormidos.

      Para encontrar nuestro propósito tenemos que despertar, tenemos que volver a conectar con nuestro yo interior y tenemos que sentir cuál es el motivo por el que el universo nos ha puesto aquí.

      Si le preguntas a un niño qué quiere ser de mayor, no dudará ni un momento en darte una respuesta. Millones de ideas, ilusiones y sueños inundarán su cabeza y, posiblemente, tenga clara una respuesta concreta o te bombardeará con numerosas posibilidades; todas ellas envueltas en un mundo de ilusión.

      Los niños saben disfrutar del momento, los niños saben soñar, los niños saben cuál es su propósito (aunque, a veces, no sepan expresarlo). Para encontrar nuestro propósito solo tenemos que desenterrar al niño interior que llevamos dentro, tenemos que eliminar las capas educativas, sociales, culturales. Y tenemos que conectar con él, mirarlo a la cara y preguntarle. Ese niño os recordará quiénes sois de verdad.

      Apunta a las estrellas

      Si hay algo que diferencia a los humanos del resto de especies animales es nuestra capacidad de desear, nuestra capacidad de soñar, nuestra capacidad de imaginar lo imposible. Hasta que lo conseguimos y es entonces cuando lo imposible se vuelve posible y los locos se vuelven héroes. Como decía Steve Jobs, «las personas que están lo suficientemente locas para pensar que pueden cambiar el mundo son aquellas que lo cambian».

      Para poder cambiar el mundo, para poder perseguir un propósito y conseguirlo, tenemos que creérnoslo. Esta es la única manera de hacer nuestros sueños realidad y que el sentido que podamos darle a nuestra vida se convierta en realidad. Al igual que a las personas optimistas, que, en general, obtienen mejores resultados de sus acciones que los pesimistas (quienes, en muchas ocasiones, ni siquiera se dan la oportunidad de intentar algo porque piensan que no lo conseguirán), a las personas y a las organizaciones que están orientadas a propósito les ocurre algo similar. La clave para que las personas alcancen su propósito es despertar, conectar con la identidad para definirlo y vivir una vida con determinación para conseguirlo. Y la clave para que las organizaciones tengan y alcancen su propósito es la cultura, contar con un equipo inspirado y comprometido con él. Hoy en día ya no es una cuestión de recursos, sino de contar con la mentalidad correcta.

      Y la mentalidad correcta no solo nos tendría que hacer conectar con nuestro interior para descubrir nuestro propósito, la mentalidad correcta debería hacer que soñemos en grande, que realmente seamos conscientes de nuestro potencial. Porque todos contamos con superpoderes esperando a ser aprovechados, solo tenemos que desbloquearlos y utilizarlos.

      El ser humano es una especie que ha conseguido cosas tan increíbles como llegar a la luna, que hace no tantos años era considerada un dios por ciertas culturas. En 1969, Neil Armstrong fue el primer humano en pisar la luna, pronunció aquellas famosas palabras que todos conocemos: «es un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad». Y así era, el equipo responsable de hacer que la misión fuera un éxito, no solo consiguió llevar al primer hombre a la luna, sino que le demostró a la humanidad entera que somos capaces de conseguir cualquier cosa que nos propongamos.

      Cuando un astronauta entra en el espacio por primera vez y observa la Tierra por encima de la atmósfera, dicen que siente algo muy poderoso en su interior que se ha denominado «efecto perspectiva». Los astronautas en ese momento sienten que toda la Tierra es una, que los problemas de «allá abajo» no son tan importantes, que tienen que mirar las cosas desde otro ángulo y centrarse en lo realmente importante, en aquellas cosas que impactarán positivamente a la humanidad, y dejar a un lado los problemas cotidianos (o, al menos, que no les afecten y dirijan su vida por completo).

      Cuando una persona busca su propósito, sabe que lo ha encontrado cuando detecta la Estrella Polar que guiará su camino, la dirección que le ayudará a tomar las decisiones más importantes de su vida.

      Cuando una persona tiene un propósito, se convierte en un astronauta en un viaje interestelar, el efecto perspectiva se apodera de su vida y se centra en las cosas realmente importantes, dejando a un lado problemas cotidianos.

      Cuando una persona se centra en su propósito, da lo mejor de sí por el bien colectivo y por impactar positivamente al mundo. Y cualquier pequeño paso que consiga hacia su objetivo, se convierte en un gran paso para la humanidad.

      Imagina un mundo en el que todos pudiésemos estar dedicados a nuestro propósito, impactando positivamente al mundo, cada uno con nuestros superpoderes personales, ¿no piensas que sería un mundo mejor?

      El camino está claro, ya solo te queda recorrerlo. ¡Despierta, conecta con tu niño interior, vuelve a soñar despierto y alcanza las estrellas!

      —¡Yo no lo habría dicho mejor! —le dice Ángel María a Francisco el día que vuelven a quedar para comentar el primer capítulo —:Siento que has conectado completamente con lo que me refería al contar la historia que habita en tu interior.

      —Es

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