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      Y en otro punto análogo describe la costumbre de los pintores de alejarse del lienzo para advertir el efecto de conjunto, algo que habían imitado los «miradores», guiados por el gusto particular:

      un Griego, de quien las vidas

      andaban a hurtar colores.

      Amagos eran de Dios

      cuantos miraba borrones

      el pueblo, que aun el mirar,

      El modelo a imitar, según críticos como Sigüenza o aficionados como Paravicino y Guzmán, no era el característicamente «español», derivado del flamenco, sino el propuesto por Tiziano a partir de su madurez y, en general, el ligado a la escuela veneciana. Lope de Vega, en cuyos textos son frecuentes los símiles inspirados en la pintura, refrendaba la idea en sus famosos versos de La corona merecida (1603), en alabanza de un pintor anónimo:

      ¡O, ymagen de pintor diestro

      que de cerca es vn borrón!

      O en los del Mirad a quién alabáis (1620), en loor de otro:

      ¿Cómo a pocas pinceladas

      se levanta por ser cerca

      y desde lejos advierte

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