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en este aspecto. Ofrece el enrevesado argumento de que Agar e Ismael son enemigos de la libertad. Su lectura de la historia, si no creativa, es al menos tensa y bizarra. Pablo convierte a Agar en un objeto de desprecio. Toma las crueles palabras de Sara en la historia como si fueran mandamientos de Dios: “Echa a la esclava (esa enemiga de la libertad) y a su hijo”. El islam todavía no estaba en la escena, pero este argumento es utilizado por sus detractores cuando aparece.

      Martín Lutero sube el antagonismo: acusa a Agar de secuestrar al hijo de Abraham. Y afirma que ella es la causa de todos los pecados de la familia. Calvino menosprecia a Agar por tener un temperamento salvaje e intratable. Aunque esto no parece muy justo, no es sorprendente. Las mujeres son presentadas ante acusaciones similares todo el tiempo por alzar sus voces o defender sus derechos.

      No recuerdo exactamente como narró la historia mi escuela dominical bautista, pero salí con la impresión de que Agar era seductora o sensual (la otra mujer arquetípica). Aprendí que la relación de Abraham con Agar era un error. Isaac, el hijo de Abraham de parte de Sara, era dulce y obediente, pero Ismael, el hijo de Agar, era brusco e insolente. Esto probablemente se transmitió con un personaje de ojos estrechos y aspecto sospechoso en un tablero de franela. El resultado: Ismael “se burló” de su medio hermano y mereció ser desterrado por Dios al desierto. Esa lección podría ayudar a algunos padres para refrenar la rivalidad entre hermanos, pero nunca desterré a uno de mis hijos al desierto, así que no puedo afirmarlo con certeza. La lección pende de una palabra hebrea, m’tzahek, que puede ser traducida como burlar, pero también de otras formas no siniestras, como jugar o reír. El texto no es nada claro en las cualidades morales de los personajes involucrados. Ese no parece ser el punto de la historia.

      Para ser una mujer a quien Dios claramente escucha, ayuda y ve, los lectores han gastado mucha energía menospreciando a Agar. Su historia socava la narrativa oficial patriarcal, así que tal vez no es sorprendente que sea degradada.

      La gran narrativa en Génesis es sobre Israel. Es sobre los herederos de Abraham a través de Isaac, y Dios bendiciendo al pueblo judío. La historia de Agar avanza en una dirección completamente diferente, con el otro hijo de Abraham y la otra mujer.

      El nombre de Agar significa otra, extranjera, extraña. ¿Quién la dejaría entrar?

      Resiliencia y resistencia

      Para ser una protagonista femenina en la Biblia, Agar tiene una historia notable. Tenemos dos pasajes bastante largos y detallados sobre ella en Génesis, a pesar de que estas narraciones son disruptivas a las líneas argumentales patriarcales.

      El nombre de Agar significa otra, extranjera, extraña. ¿Quién la deja entrar?

      En la narrativa, la voz de Dios entra primero en conversación con Agar, y no con sus opresores (algo que el apóstol Pablo no parece haber considerado). “Agar se convierte en la primera mujer de la Biblia en librarse de las estructuras opresivas de poder”, escribe Williams. Eso no es ser enemiga de la libertad.

      Agar emerge como una madre resiliente en la relectura de Williams y como una figura importante de resistencia femenina entre las muchas comunidades afroamericanas.

      El Dios que ve

      He aquí la narrativa básica: Sara, la esposa de Abraham, no puede quedar embarazada. Ella sabe que Abraham necesita un heredero, así que le dice que tenga sexo con su sirvienta egipcia, Agar, y la deja embarazada. Sara (teóricamente) debería estar feliz, pero no lo está. La mayoría de las traducciones dicen que una vez que Agar quedó embarazada, miró a Sara con “desprecio”, pero realmente el hebreo es más suave que eso, algo más parecido a “Agar miró a Sara con menos estima”. Tal vez eso fue porque Sara la forzó a tener sexo con su marido de ochenta años. Tal vez era porque Sara le estaba pidiendo que portara un hijo que tendría que dejar ir. Hay muchas razones por las que Agar podría haber mirado a Sara con menos estima.

      Sara le dice a Abraham que no le gusta el modo en que Agar la mira. Más bien insegura, menopáusica, definitivamente más allá de los años fértiles, tal vez Sara está propensa a esta mala interpretación irritable. Era ella la que quería tener al niño. Pero, como sea que Agar mirara a Sara, difícilmente sea evidencia de que Agar tuviese un temperamento salvaje e intratable.

      En el texto, Abraham parece empatizar con Sara. Él le dice que haga lo que quiera con Agar. Cuando Sara trata “duramente con ella”, Agar se va. Escapa al desierto del mismo modo en que luego los israelitas escaparán de su esclavitud e irán al desierto. El texto usa la misma palabra para describir el trato duro de Sara para con Agar que luego utiliza para describir el trato duro del faraón egipcio hacia los israelitas. Aquí una hebrea oprime a una egipcia. Más tarde en la narrativa, esto se revertirá. Conforme se desarrolla el código moral israelita, el modo en que la comunidad trata al extranjero se vuelve un componente crucial de la Ley de Israel: “no [la] debes maltratar u oprimir”. Pero Sara le gana a la otra, y Agar huye.

      Sara es la matriarca fundacional oficial; de ella nace supuestamente el heredero legítimo, pero no queda claro si puedes confiar en ella. En este punto de la historia, nuestra simpatía es atraída por la extraña. Respeto eso en una narrativa fundacional. La historia del pueblo escogido incluye al otro en lo profundo de su corazón.

      Allá afuera en el desierto, sola, las probabilidades de que Agar sobreviva no son altas. Pero un ángel del Señor la encuentra en el desierto. Agar es la primera persona de la Escritura en recibir tal mensaje. El ángel le dice que vuelva al campamento porque “mira que estás embarazada, y darás a luz un hijo: lo llamarás Ismael”. Esta no es la única vez que escuchamos una línea como esta en la Biblia, pero es la primera anunciación bíblica. Un ángel le dirá las mismas palabras a María, la madre de Jesús.

      A través del ángel, Dios le da Agar, a esta mujer —la otra, la extranjera egipcia, la no hebrea— la misma promesa que le dio a Abraham, el patriarca, diciendo: “Multiplicaré tanto tus descendientes que no podrán ser contados”.

      Y luego Agar —la única persona en la Biblia en hacer esto— le da a Dios un nombre. Una mujer nombra a Dios. ¡Qué audacia más encantadora! Lo llama “El Dios que ve”, un nombre hermoso. Este Dios le presta atención, y se acerca lo suficiente como para verla. El Dios de Agar no es una deidad narcisista obsesionada con ser visto: este Dios la ve a ella, ve cómo sufre. Este Dios la encuentra en el desierto y la ayuda.

      El asno salvaje

      El ángel le dice a Ismael que será “un hombre indomable, como un asno salvaje”. Para los lectores contemporáneos esto puede sonar insultante. Pero en la Biblia, el asno, más que otros animales, es notablemente libre. En Job, Dios habla adorablemente del animal, que no oye los gritos del arriero, explora a la montaña como a sus pastos y busca todo lo que sea verde (una especie de guardabosques). Tal vez esta es la reconfirmación del ángel de que, a pesar de que se le indique regresar al campamento, Agar y su hijo no vivirán vidas esclavizadas por los poderes.

      Lo de Agar es excepcional: una egipcia tratada de forma dura por Sara es tratada con ternura por Dios, quien la cuida, interviene protegiéndola y le promete que será la madre de una

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