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tirado, me lo acabaría de camino al apartamento. Necesitaba ir a bañarme y quitarme toda la mierda líquida pegajosa. Esperaba por Dios que mi chaqueta no se arruinara, era buen cuero italiano.

      —Eres un vulgar —dijo Louis sentándose a la par mía.

      Holly estaba metida en su computadora haciendo ciertos trabajos universitarios que yo debería de estar haciendo también, simplemente no tenía los ánimos de hacerlos, ya faltaba poco para cerrar las clases y estaba desesperado. Un par de semanas más y mi vida en esta porquería acaba, dando inicio a nueva etapa.

      —No fue mi intención, de verdad que no sé cómo es que le dije eso.

      —Es porque eres un idiota, Rees, no tratas a una mujer de ese modo —intervino mi hermana por primera vez en mucho tiempo.

      Levanté la vista para verla pegada en el dispositivo, escribiendo, la muy descarada ni siquiera se tomó la molestia de mirarme cuando hablaba. Negué y volví mi atención a Louis, necesitaba consejos para que me volviera a hablar, no estaba dispuesto a echar todo a perder por una pequeña cagada. No señor.

      —¿Ahora qué hago? No creo que me vaya a querer hablar, tampoco tengo su número de teléfono para comunicarme con ella.

      —¿No tienes su número? ¿Cómo diablos no tienes su número? Es lo primero que se le pide a alguien si te gusta.

      Recordé como la conocí, Renny entró a la habitación del hospital buscando a Lucy, mi doctora. Me molestó su actitud, sus comentarios y cómo llegó a interrumpir mi paz. Estaba enojado con ella hasta que mencionó las llaves de su motocicleta, Renny Ren, la chica enojada ¡tenía una motocicleta! En ese momento quedé estúpido.

      He conocido a muchas mujeres que montan, corren y hacen trucos impresionantes en freestyle. No es cosa del otro mundo cuando te dedicas a este mundo, incluso, he competido y perdido frente a algunas de ellas, pero algo en Renny me dejó una sensación diferente. A pesar que tenía chaqueta y pantalón de cuero, un atuendo de una completa chica mala, algo dentro de ella gritaba dulzura. Al menos eso creí hasta que abrió la boca y me tragué mis palabras.

      Renny Scott era una persona privada que quería descubrir, tenía que hacerlo o me volvería loco. No entendía por qué, pero, sí, estaba desesperado por saber más de ella.

      —No se lo pedí. No estaba pensando en… No lo sé, Lou, sabes que no puedo, involucrarme con ella es imposible.

      —¿Porque es una mortal? —preguntó Holly sin apartar la vista de su portátil.

      Esa palabra era tan molesta, odiaba que todos en la élite se creyeran la tercera maravilla del mundo, que se creyeran invencibles o superiores a los demás. Papá y mamá siempre nos enseñaron a que éramos iguales a todos. Yo lo aprendí muy bien, pero mi hermana al parecer adquirió las mierdas de mis abuelos, anticuados y elitistas.

      —Sabes, Hol —me puse de pie señalándola—, las mejores personas que conozco no pertenecen a tus putos inmortales elitistas de mierda.

      Holly cerró su portátil de un golpe, levantándose de la silla para igualar mi altura. Subió su mano señalando mi dedo con su dedo. Estaba seguro de que en estos momentos nos veíamos iguales, solo que en versión femenina y masculina. Lou soltó una carcajada, definitivamente así era como nos veíamos, no hay duda.

      —Ni se te ocurra, Rees, no estoy para tus cosas en estos momentos.

      —No los entiendo. —Lou jaló a Holly para sentarla en su regazo—. Tienen meses peleándose por cualquier cosita, creo que deberían salir un día solo los dos a comer pizza y tomar cerveza para despejar su mente y recordarse de lo bien que se llevan.

      Me quedé en silencio, sentándome en el sillón frente a ellos. Tenía razón, últimamente solo discutíamos por todo, no había paz entre nosotros. Mi hermana era mi todo, la protegía, la cuidaba, la apreciaba, era mi mejor amiga y podía hablar con ella de cualquier cosa que pasara por mi mente. No sé qué diablos nos pasaba. Después de lo de Adam todo se fue al carajo.

      —Lo siento, Hol, no debí gritarte.

      La vi suspirar, levantándose del regazo de Louis. Se acercó a mí dándome un beso en la frente antes de acomodarse en mis brazos para que la tomara de la forma sobreprotectora de siempre. Holly siempre fue débil, un alma frágil. Nunca pensé a qué extremo lo era, no hasta que la vi en una camilla de hospital porque un imbécil le sacó hasta el último suspiro de su alma.

      —¿Pizza? —preguntó con una sonrisa.

      —Sí, de igual manera tenemos que organizar nuestro cumpleaños el otro fin de semana, creo que una ice party quedaría perfecta.

      —¡Fiesta de cumpleaños! —gritó dando vueltas por toda la habitación. Le encantaban las fiestas.

      Cuando llegamos a la pizzería, Holly estaba emocionada contándome de su última prueba de admisión a esa dichosa academia de música y arte dramático al que tanto quería entrar a trabajar. Mi hermana se preparó toda la vida para ser modelo y actriz. Ha desfilado en varias pasarelas y ha aparecido en un par de revistas, pero porque mis papás han sido un poco protectores con eso de las revistas, seguramente ahora empezará a salir en muchas más. No creo que Louis se lo prohíba o algo por el estilo.

      Es raro pensar que este es nuestro último año universitario y literalmente solo por un par de clases más, al menos yo tenía menos clases, ya que era un excelente estudiante a comparación de Holly. Recordé viejos momentos y saqué de la bolsa de Holly mi pequeña cámara para tomarle un par de fotografías.

      Holly era coqueta y rio, dejando que la cámara hiciera su magia. Le gustaba que le tomara fotografías para sus redes, para su portafolio y para que el mundo la viera. Incluso, mi página como fotógrafo tenía demasiadas de ella.

      Esta semana le diría que hiciéramos un Photoshop para mi portafolio. Hace mucho que no lo he actualizado con retratos de personas, solo vistas de todo Londres. Esa es mi otra pasión, la fotografía. Amaba captar una sensación por medio de imágenes, contar historias, transportar a las personas a ese momento de la captura.

      Es algo extraño, ya que no es como un video que tiene movimiento, es solo una imagen que transforma la mente humana.

      Nos sentamos en la misma mesa de siempre, era alta con una buena panorámica. A Holly y a mí nos gustaba la atención, no era un secreto que valga la pena ocultar. Desde muy pequeños, nuestras abuelas, con sus reglas muy a la antigua, nos enseñaron que los ojos de todo el mundo estaban encima de nosotros, más por ser gemelos. Yo creo que la verdadera razón de todo esto, es porque mis padres rompieron las reglas tantas veces para estar juntos que cambiaron el sistema completo. Nosotros éramos resultado de corromper ese sistema, sin mencionar a Louis.

      Louis Montgomery es hijo de Lui Montgomery, es realeza pura, pero Mary, la mejor amiga americana de mamá, conquistó a Lui permitiéndole tener a su hijo a los 21 años. El detalle está en que mi tío tenía los días contados por una estúpida enfermedad que acabó con su vida sin ni siquiera conocer a Louis. Es una historia triste, nunca la entendí de pequeño hasta que crecí. Por esa razón es que empecé ver a los mortales, como despectivamente les llamamos a la gente no real, como iguales.

      Nadie es más poderoso que otro, nadie es más solo por el hecho de tener un título. Yo aprendí eso de Louis, por su madre, por lo que una parte de él era. Era estúpido que Holly, siendo su esposa, no lo entienda.

      Ordenamos una pizza grande de queso, dos cervezas Mcfarlad y tostaditas dulces para el postre. Comíamos como si fuera el último día de nuestras vidas, después nos arrepentiríamos de por vida y nos iríamos a meter al gimnasio tres horas. Era una gran rutina.

      —Así que política… —dijo Holly, metiéndose un pedazo de pizza a la boca.

      —Sip, siguiendo los pasos de papá. Tengo un puesto asegurado en

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