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Solo tu. Niky Moliviatis
Читать онлайн.Название Solo tu
Год выпуска 0
isbn 9788418013140
Автор произведения Niky Moliviatis
Серия Los Hamilton
Издательство Bookwire
—Lucy es un ángel. De seguro debes de ser tú la que le da problemas. Eres una chica problema, Renny Ren —volví a sonreír antes de darle un trago a mi café.
—Y tú eres un idiota —riéndose de mi comentario, me arrojó un cojín con la bandera de Inglaterra. Sí, soy algo patriota, pero amo mi país.
Terminamos nuestro café, que estaba demasiado suave, insípido. De seguro Renny no logró programar la máquina, la cual era demasiado sencilla de usar. Incluso, tenía un comando de voz que te preparaba lo que quisieras solo diciendo las indicaciones.
Después de varios intentos, logré convencerla de desayunar juntos en Picadilly, una de mis avenidas favoritas. Siempre había de todo tipo de comida, mi favorita del área era la china. Tenía cierta fascinación por la comida oriental y aún no entiendo el porqué. Debe ser herencia de mi padre.
—Nunca imaginé que te gustara China Town —Renny tomó un bocado de uno de los taquitos chinos.
Dim sum, el mejor desayuno del mundo, lo peor, casi nadie me acompañaba porque no les gustaba. ¡Vaya amigos los que tengo! Debería de empezar a juntarme más con personas que pudieran acompañarme con mis gustos. Louis y Holly me acompañaban con frecuencia por estos rumbos.
—Me encanta, solo que no tengo con quién venir, no es como si los miembros de la élite fuesen apasionados de la comida callejera, menos la china.
—Definitivamente sabemos que no lo son, imagino restaurantes de primera, en los que se ofrece en el menú caviar, salmón y exquisiteces como esas. Se colocan una servilleta en las piernas y toman mimosas en lugar de café.
—¡Vaya, vaya!, al parecer Renny Ren conoce más de lo que creí acerca de mi mundo.
Esta levantó las cejas como si me retara a preguntarle algo. ¿Cómo es que sabía tanto de nuestra vida matutina? No es como si fuéramos divulgando nuestros desayunos de alta. Más que saber de la élite, sabía cuáles eran mis platillos favoritos. Fruncí el ceño extrañado por su comentario, pero era mejor no decir nada.
—Mi padre… Ammm. —la vi pensarse un momento sus palabras—. Trabajó en el Gobierno.
—¿Ya no trabaja más para ellos? —esto se ponía interesante.
—No, ya no más —dijo, tomando otro taquito con los palitos chinos.
Deseaba saber más acerca de su vida y todo acerca de ella, pero no quería arriesgarme a que me sacara la madre. Si su padre no trabajaba más en el Gobierno, debió de haber pasado algo para que quisiera salirse. Normalmente, si es un puesto importante, la paga es genial, el nivel socioeconómico es alto y Renny no pasaría las penas de no tener dinero si quiere salir a desayunar.
Seguimos hablando de temas triviales. La vi cómo reía, sin tener pena que fuera demasiado escandalosa. La manera en que su cabello estaba recogido en un desorden arriba de su cabeza, sus vaqueros rotos y la sudadera que le presté antes de salir del apartamento.
Renny no estaba intentando ser perfecta, no estaba intentando encajar en la vida de nadie. Estaba siendo ella, nada más y eso me gustaba mucho. Estaba acostumbrado a las chicas plásticas, en la élite todas querían encajar a la perfección. Cuando nos dábamos el espacio de conocernos sin apariencias, era mil veces mejor de lo que era normalmente.
—¿Alguna vez te has enamorado? —preguntó Renny. Esa pregunta me hizo parar repentinamente cerca de una venta de bubble tea. Estaba a segundos de entrar a ese lugar, pero esa pregunta me desorientó.
—¿Qué? —pregunté como si fuera un imbécil. ¿Acaso no era suficientemente clara la pregunta?
—Oh, Dios, Rees —se quejó—. Hablo de amor. ¿Te has enamorado?
Le dediqué una sonrisa. Renny Ren estaba hablando de amor conmigo. ¿Quién lo iba a decir? Amor, maldito amor. Nunca la imaginé preguntando cosas como esas, pero ahora que lo había hecho, mi ego estaba elevado a la máxima potencia.
—Creo que amor como tal, no. Quizá emoción, ilusión y cariño por alguien, sí. Amor solo el que le doy a mi familia.
—¿Crees que te vas a enamorar alguna vez? —Renny «Curiosa» Ren Scott. ¿Acaso le interesa mi vida personal tanto para hablar de este tema?
—Creo que más pronto de lo que imagino. No estoy cerrado a no enamorarme. —Pero ¿qué…? Acabo de decirle a Renny que estaba abierto a amar cuando internamente no lo demostraba. A veces realmente creo que soy un idiota.
Renny me dio una sonrisa triste y emocionada. Era un caso extremo porque nunca iba a poder amar a alguien como ella. La élite estaba de por medio, la élite y mil cosas más que nos podían impedir esto. Si mi vida fuera diferente, ella podría ser parte de mí, sin duda alguna. No voy a mentir y decir que no era una gran fantasía tener a alguien como ella en mi vida.
Papá siempre decía que encontraría a la adecuada dentro, que era cuestión de salir con la que más me identificara, pero, para ser sincero, con ninguna me sentía completo, ni siquiera con Charlotte. Observé unos minutos más a Renny mientras señalaba la venta de bubble tea que tanto me gustaba. Quería cambiar de tema, pero de esta no se escapaba.
—Dos por favor, con té chai —observé a Renny levantar la ceja. No le pregunté qué era lo que quería, no tenía que hacerlo, algo en mí me decía que ella era amante del maldito té chai al igual que yo.
—¿Cómo lo sabías? —Sí, la sorprendí.
—Es mi favorito, solo quería que lo probaras, pero al parecer… Una vez más tú y yo, señorita Scott, disfrutamos de los mismos placeres.
Encogiéndose de hombros, me dio un empujoncito señalando la plaza principal de Picadilly, cruzamos la calle, esquivando cada carro que intentaba atropellarnos. Llegamos al otro extremo con la respiración acelerada. Ren se dejó caer en la banca viendo los automóviles y buses de doble piso pasar. Realmente Londres era una ciudad elegante, llena de paz y tranquilidad.
Suspiré viendo mi oportunidad. Era ahora o nunca.
—Y tú, Renny Ren. ¿Te has enamorado?
—¡¿Qué?! —preguntó sorprendida—. No voy a decírtelo.
—Claro que lo vas a hacer, yo te dije mi parte.
La pequeña negó al tiempo que daba un sorbo de su bubble tea. Tragó una de las pelotitas de tapioca y la vi masticar con tanto esmero que inmediatamente supe que me estaba evadiendo la pregunta. ¡Maldición!
—Morder la tapioca lentamente no te salvará de responder mi pregunta —dije, observando cómo trituraba una segunda pelotita.
—Me gusta chuparlas, no morderlas. —Me sonrió al tiempo que enseñaba su lengua con la pelotita intacta.
Esas palabras fueron mi perdición y antes de darme cuenta de lo que estaba haciendo o siquiera pensando, ya estaba abriendo la boca y no de la mejor manera que digamos.
—Yo tengo algo que podrías chupar también. —Llevé mis manos a la boca por la falta de respeto que acababa de hacer, pero ¿qué me pasa? Sinceramente estaba empezando a considerar que mis valores volaron a la mierda. Debía juntarme menos con motociclistas patanes.
Renny abrió los ojos sorprendida, negó con la cabeza poniéndose de pie repentinamente. No pensé en mil años que se me saldrían esas palabras, menos delante de una dama, o al menos eso creía de Renny.
Dándole vueltas a su bebida, me bañó completamente en líquido blanco con pelotitas negras. Me puse de pie para apartarme del ataque imprevisto de Ren. Pero ¿qué diablos? Sacudiendo el exceso de agua de mi chaqueta de cuero.
—Pero ¿qué te pasa, Renny?
—Aprende a no faltarme el respeto. ¡Chuparte otra cosa! Eres un cerdo, Rees.
La vi alejarse, molesta, muy molesta por mi comentario. En un principio pensé