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      Tenía que protegerla o cuidarla. No la dejaría aquí, yo podía tenerla en casa y no… ¡Mierda! ¿Cómo iba a controlarme si estaría durmiendo en el cuarto de visitas? No, no podía. Cerré los ojos, intentando pensar con claridad.

      —Sabes qué, olvídalo. Sloan quizá vaya a casa, no lo sé, nunca sé en que esta ella. Solo tengo sueño. ¿Me puedes cuidar en lo que encuentro una habitación desocupada?

      ¡Oh, no! Ni loco. La tomé de la mano, con o sin Sloan, ella estaría conmigo. Caminamos hasta mi motocicleta. Ya va la irresponsabilidad. Manejar borracho, con esta princesa era una pésima idea. Muy mala para ser verdad.

      Tomé el teléfono y marqué el número de Louis. Ya sé, me va a sacar la madre, pero prefiero eso a tener otro accidente y romper mi promesa. No pasaron ni veinte minutos cuando Lou apareció con Holly y la camioneta para mis carreras. Montamos mi moto en la parte trasera, mejor dicho, Lou montó la moto y la aseguró. Dándome el típico sermón de qué diablos hacía tan borracho. Renny tomó mi mano cuando íbamos camino a mi apartamento.

      —Eres un irresponsable, Ress, tienes que aprender a medirte, tomar menos. No es un campeonato para ver quién toma más.

      —Si fuera irresponsable se hubiera subido a la moto. ¿No lo creen? —Me sorprendió horrores cuando la voz de Renny se escuchó defendiéndome de mis hermanos.

      —¿Y tú? —dijo mi hermana dando media vuelta para verla a los ojos—. ¿No deberías ir a tu casa o llamar a tus padres para que vengan por ti?

      La voz de mi hermana sonaba fría y dura. ¡Maldición, Holly! El cuerpo de Renny se tensó por completo, eso me hizo desear abrazarla con más fuerzas, pero el único contacto que tenía era su mano. Vamos, Holly, ¡cierra la boca!

      —Sí, ojalá pudiera pedirles que vinieran por mí —respondía, desviando la mirada a la ventana.

      —A la próxima vez ya sabes qué hacer. —El colmo. ¿Desde cuándo Holly es tan poca dama para tratar así a otra?

      —Suficiente, Hol, ella no tiene la culpa. —San Louis al rescate. Le sonreí por el retrovisor al tiempo que él negaba moviendo apenas su cabeza en señal de amistoso reproche.

      —Tengo una hermana celosa, celosa, ce-lo-sa.

      —¡Cierra la boca, Rees!

      —La amo, la amo, la amo, pero, Hol, eres un dolor de huevos.

      La risa de Louis y Renny invadió la camioneta ocasionando que Holly sacara su hermoso dedo de en medio en mi dirección. Realmente estaba muy borracho.

      Nos estacionamos enfrente de mi apartamento, no bajaríamos la moto, nos llevaría veinte minutos quitar los seguros. Ya mañana iría por ella. Despidiéndome de ellos, agradecí que llegaran por mí.

      Entramos a mi apartamento, donde todo estaba ordenado, menos mal pago para que alguien mantenga esto impecable. Prendí el interruptor guiando a Renny dentro, el efecto estaba pasando, eso no evitaba que las ganas de besarla crecieran como nunca antes.

      —Toma. —Le tendí una botella de agua bastante fría, seguramente amanecería con mucha sed.

      —Gracias —se dio media vuelta caminando al sillón que tenía en la sala. No entendí lo que estaba haciendo hasta que acomodó los cojines. Me acerqué a ella tomándola de la cintura, la coloqué como costal en mi hombro cargándola a la habitación de invitados. Esta alegó durante todo el trayecto diciendo que no se acostaría conmigo. ¡Por favor! No voy a aprovecharme de ella. La dejé caer en la cama, la cual era muy cómoda.

      —Habitación de invitados. ¿Qué creías?

      —No estoy acostumbrada a tener amigos con lujos. Sí fueras otro, me harían dormir en el piso, no es la primera vez.

      Quería procesar lo que acaba de decir, pero me quedé en la parte de amigos. ¡Me llamó amigo!

      —Así que soy tu amigo, ya era hora que lo admitieras, Renny Ren.

      —No quise… No me refería a…

      No la dejaría terminar, no quería que arruinara mi momento con alguno de sus comentarios sarcásticos de mierda. No cuando la tenía en mi cama. Bueno, en la cama de visitas.

      —Buenas noches, nena. Descansa.

      Cerrando la puerta, caminé mi habitación. Tenía dos opciones para quitarme la calentura que esa dama provocaba en mí. Un buen baño de agua fría, o masturbarme durante un muy buen rato.

      Opté por las dos opciones, ya que ninguna fue suficiente.

      Me levanté con un dolor de cabeza monumentalmente estúpido, todo me daba vueltas, me sentía desorientado sin acordarme cómo exactamente es que paré en mi cama. Tomé la botella de agua dando varios tragos en pequeños sorbos. Me acosté tapando mi cara con el dorso de mi brazo. Pero ¿qué mierda?

      «Querida resaca, sal de este hermoso cuerpo que ahora no te desea», pensé. Constataba que a nadie le gusta tener resaca, era algo demasiado desagradable. Recordé los shots, las cervezas y los vasos rojos con tragos asquerosos que me hicieron tomar ayer en el juego de Kings. Tenía náusea solo de pensar en el alcohol, tanto que me dio reflujo por un momento eructando de la forma más repugnante posible.

      El aroma a café recién hecho fue lo que hizo que moviera mi culo hasta la cocina. Renny estaba sentada en el sillón observando la ventana con vista a Hyde Park. Amaba este lugar, era céntrico, pero al mismo tiempo lleno de naturaleza. Admito que escogí venir por estos rumbos para salir a correr al parque, sin mencionar que la mitad de las cosas me quedaban a mano y no tenía que perder tiempo en el tráfico.

      —Buenos días, Renny Ren —me acerqué al café recién hecho. Me serví una taza y me uní a la chica aún perdida en la vista del apartamento.

      —Este lugar es increíble. —Si su voz no la hubiera delatado, sus ojos lo hacían, estaba impresionada. Eso era más de lo que cualquiera podía pedir, una reacción de esta mujer indescifrable.

      Tenía su cabello rojo revuelto en una cola alta, su cara sin una gota de maquillaje, eso hacía que sus ojos resaltaran mucho más que la capa gruesa de negro que le colocaba, que si me lo pensaba bien no me gustaba tanto. El maquillaje natural era mil veces mejor en una mujer que tiene facciones de muñeca de porcelana. Observé sus ojos llorosos y las ojeras marcadas, Renny estaba no solo desvelada, sino también con resaca. Es más, yo creo que sigo borracho porque no siento mis pies.

      —¿Quieres ir a desayunar o podemos pedir algo? —pensaba en mil cosas que podíamos hacer. Comida era la mejor opción.

      —Lo siento, puedo acompañarte, pero no tengo dinero para salir a comer.

      Me quedé observándola unos instantes. ¿En verdad estaba sugiriendo no ir por falta de dinero? ¡Mierda! Nunca conocí a nadie que me mandara a freír huevos solo porque no tenía para pagar un desayuno. Además, no quería que lo pagara, yo iba a invitarla. ¿Qué eso no hacían las personas en una cita? ¡Dios! Esto ni siquiera es una cita. ¿Qué diablos estoy diciendo?

      —¿Piensas que te voy a pasar la cuenta? —negué con esa sonrisa que mantenía con ella, la inexpresiva.

      —No me gusta que me inviten. Me gusta pagar por mis cosas, no quiero que pienses que es por aprovecharme de ti. Ya mucho hiciste dejándome dormir en tu casa.

      —¡Pensabas dormir en esa puta fraternidad! Ni de loco iba a dejarte allí, Ren, vamos, estaba lleno de borrachos y drogadictos.

      Renny se mordió el labio como si contuviera una risa que de seguro venía con una burla. No lo hizo, no se burló, ni rio, todo lo contrario, ella simplemente se sonrojó. ¡Maldición! El color rojo en sus mejillas era demasiado tierno. ¿Por qué putas se pone de ese modo?

      —Rees,

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