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una regla de operación o comportamiento. El segundo elemento es el carácter imitativo, de relación personal directa, en la enseñanza de la ciencia. El tercer elemento es la importancia determinante de un tipo particular de emociones intelectuales que constituyen el principal componente de un compromiso personal con la empresa científica. 15

      La ciencia es, así, en términos de Polanyi, una particular mezcla de tradición y novedad ordenada en torno a relaciones de autoridad que tienen su base en el reconocimiento de las destrezas, así como en las pasiones internas, en la búsqueda de hechos de "interés" científico relevante, algo que no podría ser determinado sin la emoción que despiertan ciertas informaciones en el seno de una comunidad, o en la prosecución de ciertos patrones heurísticos, o, finalmente, en la evaluación de teorías atendiendo a sentimientos de elegancia y belleza solamente comprensibles en el marco de una comunidad particular. Las pasiones tendrían tres funciones en la dinámica de las teorías: una función selectiva de los hechos, una función heurística en la determinación de su significación y, por último, una función persuasiva en la elección de teorías. Los investigadores se reconocen entre sí mediante una forma de socialidad que Polanyi llama "convivencialidad", que involucra lazos cognitivos y no cognitivos, un sentimiento de encontrarse en casa cuando un investigador se encuentra en el marco de un evento científico, que es paralelo al sentimiento de extrañeza que tiene cuando se encuentra en ambientes políticos, ideológicos o funcionarios.

      El mercado es un sistema de autoajuste interno, presuponiendo un previo compromiso con los valores, emociones, etc. de las comunidades. Este mismo sistema, sostiene Polanyi, debe regir para el reparto de fondos, que no puede realizarse con otros criterios que los del rendimiento en el sistema del mercado de las ideas:

      La ciencia constituye de esta forma una república dentro de la república. La pregunta es, claro, por qué la República de todos tiene que financiar la república de algunos. Polanyi, en este sentido propone lo que parece tener toda apariencia de un grupo de presión social:

      La república de la ciencia, sostiene Polanyi, es una república de exploradores que se convierte a sí misma en un modelo de lo que debe ser la república de los ciudadanos, una república que debe estar más allá de las dudas escépticas que traen consigo algunas ideologías, que implique un compromiso personal con los valores esenciales de la tradición y con la aceptación colectiva de las novedades. La sociedad, en esta nueva república de exploradores:

      Todo lo demás no será más que abrir las puertas al dominio estalinista de la cultura por las bajas pasiones del poder del grupo dominante.

      Lakatos calificó a la posición de Polanyi de estalinista y elitista. Elitista por su formulación epistemológica, estalinista por sus consecuencias políticas de dirección sin oposición. Él, también de origen húngaro como Polanyi, pero, a diferencia suya, con muchas más razones para combatir el autoritarismo estalinista, puesto que era un exiliado de la revolución del 56, conocía bien el trasfondo autoritario de algunas epistemologías, un trasfondo que se sustenta sobre la autenticidad de ciertos componentes tácitos e inaccesibles desde fuera. No es casualidad que Polanyi desarrollase cada vez más sus ideas como una forma de sustentar la religión en una sociedad científica, pues se deduce inmediatamente de sus postulados

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