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involucrase en desarrollar ciencia y tecnología.

      Para hacer frente a estas barreras, es importarte reconocerlas y trabajar con el fin de poder reducirlas o eliminarlas. Este enfoque debe aplicarse tanto antes de que se tome la decisión de desarrollar la tecnología, como en el curso de su desarrollo. Dependiendo del tipo de barrera, las actividades deben llevarse a cabo individualmente a nivel organizacional o conjuntamente con otras instituciones (Mazurkiewicz & Poteralska, 2017).

      Lo que se conoce como bebida isotónica es un muy buen ejemplo de transferencia tecnológica. A mediados de los años sesenta, un equipo de investigadores de la Universidad de Florida, en Estados Unidos, creó una bebida que reponía rápidamente el líquido corporal de los jugadores de su equipo de fútbol americano Florida Gators. Consumir este líquido les ayudaba a evitar la deshidratación y pérdida de sales minerales. Este increíble invento fue bautizado como Gatorade, en honor a Florida Gators y al científico Robert Cade, quien comandó la investigación (Gatorade®, La Bebida Deportiva N°1 Del Mundo Cumple 50 Años | PepsiCo, 2015).

      La historia relata que el entrenador del equipo Florida Gators le preguntó al doctor Robert Cade, quien aún no cumplía los 40 años, por qué los jugadores de su equipo no podían orinar después de cada juego. El médico nefrólogo, quien además era un excelente científico, comenzó a investigar y descubrió que los jugadores perdían hasta 8 kilogramos de peso después de cada juego, que duraba tres horas en promedio, de los cuales alrededor del 95% era agua, producto del sudor generado por lo exigente de la actividad física.

      Robert Cade, junto a Dana Shires, James Free y Alejandro de Quesada, desarrolló una bebida que permitía una rápida rehidratación. Se cuenta que las primeras versiones tenían sabor a químicos desinfectantes, lo que hacía que los jugadores vomitaran. Ante esto, la esposa del doctor Cade recomendó añadir jugo de limón a la bebida.

      En 1965 se comenzó a usar Gatorade y, al año siguiente, apariciones en la prensa comenzaron a hacerla popular. En 1967, uno de los estudiantes del doctor Cade conversó con uno de los vicepresidentes de Stokely-Van Camp, Inc., empresa envasadora de frutas y vegetales, quienes finalmente llevaron al mercado el producto.

      Con el pasar de los años, los Florida Gators lograron una serie de triunfos, detonando un masivo interés hacia la bebida en 1967 cuando el entrenador de los Yellows Jackets, equipo de Georgia Tech Bud Carson, declaró luego de la derrota 27 a 12 de su equipo frente a Los Gators: “Nosotros no teníamos Gatorade, eso hizo la diferencia” (Gatorade®, La Bebida Deportiva N°1 Del Mundo Cumple 50 Años | PepsiCo, 2015).

      La historia no estuvo exenta de problemas. En 1970, en Estados Unidos se prohibió el uso del ciclamato sódico en alimentos y bebidas, uno de los ingredientes de Gatorade, por lo que Rober Cade y su equipo tuvieron que crear una nueva fórmula sin este compuesto. En 1973 se generó una controversia judicial importante por los derechos de propiedad intelectual del desarrollo, que finalmente llegó a acuerdo entre los investigadores y la universidad, determinando que el equipo de investigación se quedaría con un 80% de las regalías, y la universidad con el 20% restante.

      Desde entonces, Gatorade se convirtió en la fórmula hidratante para deportistas por excelencia. Actualmente es consumida en más de 55 países, siendo la bebida oficial de diversas organizaciones.

      Gatorade además se ha utilizado para manejar la deshidratación producida por algunas enfermedades, por lo que su aporte e impacto en la sociedad es notable y corresponde a un ejemplo icónico de transferencia.

      El tomate cherry es muy antiguo y no se sabe muy bien de dónde proviene. Algunos dicen que de Grecia, otros de Italia o de América en forma silvestre. Si bien es cierto el tomate cherry existe hace mucho, científicos israelíes encontraron la forma de crear una variedad que fuera fácil de empacar, transportar y vender antes de que se echara a perder. Lo hicieron modificando la semilla de los tomates, para crear una variedad resistente y fácil de cultivar.

      La historia cuenta que (Lewis, 2016) durante la década de 1970 el dueño de la tienda inglesa Marks & Spencer se acercó a productores locales, así como a los científicos israelíes, para solicitarles que desarrollaran un tomate que fuera apto para los supermercados y tuviera un sabor más dulce. El agricultor inglés Bernard Sparkes empezó a experimentar con una variedad de tomates cherry llamados Gardener’s Delight, al tiempo que dos científicos israelíes de la Universidad Hebrea de Jerusalén empezaron a producir semillas de tomates cherry que crecían en filas uniformes y podían durar más tiempo en los estantes. Lo que hicieron fue mejorar su sabor, volviéndolo más dulce y jugoso, además de lograr que durara más. Después, esa universidad se lo entregó a los agricultores de Israel para que lo cultivaran. Hoy es un éxito y es consumido en muchos países del mundo. Actualmente, Israel es un líder mundial en la industria de las semillas de tomate y se estima que el 10% del mercado mundial de semillas de tomate le pertenece.

      La noche del terremoto del 27 de febrero de 2010 en Chile, conocido como el 27-F, fue la mejor prueba para una de las torres más altas de la ciudad de Santiago. La torre Titanium, con 55 pisos y más de 190 metros de altura, solo sufrió daños menores, sin deterioros estructurales. Era el edificio más alto del país, que pasó la prueba al quinto terremoto de mayor intensidad en la historia del mundo. Esta torre contaba con un sistema antisísmico basado en disipadores de energía.

      En 1995 volvía de su doctorado en la Universidad de Berkeley –ubicada en la falla de San Andrés, otro punto altamente sísmico– el profesor Juan Carlos de la Llera, ingeniero civil de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Durante su estadía en Estados Unidos había comenzado a investigar tecnologías asociadas al riesgo sísmico en diferentes estructuras. Se decidió a impulsar en Chile una línea de ingeniería sísmica distinta a la vigente hasta ese entonces en el país, enfocándose en dos aspectos fundamentales: el aislamiento sísmico, que con grandes rodillos de gomas y disipadores de energía, especie de amortiguadores que disipan la vibración, separa las estructuras del suelo.

      A mediados de los años noventa, el investigador obtuvo fondos concursables del Estado para comenzar su investigación, lo que llevó a desarrollar más de treinta patentes de invención y a constituir la empresa en el año 2003.

      Hoy se puede ver aplicado el resultado de años de investigación. Estos amortiguadores se han implementado con éxito en importantes hospitales y edificios en Chile, e incluso han comenzado a exportarse a otros países, como Perú y Nueva Zelanda.

      Esta tecnología cambió la vida de miles de personas, la tornó más segura, y ahora se está en la búsqueda de hacerla más económica para llegar a todos los rincones del mundo donde se necesite aislación sísmica. Esta, sin duda, es ciencia que cambia vidas para siempre (J. de la Llera, comunicación personal, 2020).

      Las enfermedades huérfanas son un gran problema para pacientes, sus familias y la sociedad en general, ya que suelen llevar a condiciones físicas y emocionales que afectan completamente la calidad de vida de las personas que las padecen. Estas enfermedades normalmente no son de interés por parte de los gobiernos o las grandes farmacéuticas, porque el tamaño de la población afectada por cada condición no es significativa en comparación a otras enfermedades, lo que las hace económicamente inviables o de bajo interés.

      A pesar de esto, investigadores agrupados en el Instituto de Errores Innatos del Metabolismo de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, tienen como foco principal el desarrollo de terapias y diagnósticos para un grupo específico de enfermedades raras, los errores innatos del metabolismo.

      Uno de los investigadores líderes es Carlos Javier Almeciga, quien con su trayectoría investigativa se ha convertido en uno de los líderes en este campo por lograr innovaciones relevantes en errores innatos del metabolismo. Carlos Javier es químico farmacéutico y doctor en ciencias biológicas, cuenta con experiencia en biotecnología aplicada al área de salud, tecnologías

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