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universo en su conjunto. Y es que lo que es cierto del agua de nuestro café es cierto de cualquier otra cosa material: de la hoja que cae del árbol, de la mosca que aplastas, etcétera, etcétera. Toda cosa material es tal que existe en cada momento sólo si ciertas potencias son actualizadas. Por tanto, en último término es tal que, igual que el agua en el café, sólo puede existir en cada momento en la medida en que es causada por un actualizador no actualizado.

      Como he dicho, hemos alcanzado este resultado a partir de la consideración de fenómenos cotidianos, pero las cosas se han puesto muy abstractas, así que volvamos brevemente sobre nuestros pasos. Hemos empezado con la observación de que el cambio ocurre: esto no puede ser negado de modo coherente. A continuación, hemos argumentado que el cambio sólo puede darse si las cosas que cambian tienen potencialidades que son actualizadas –la potencia de ser enfriado, de aumentar de tamaño, o lo que sea–, dado que el cambio es sencillamente la actualización de una potencia. Y hemos visto que el cambio requiere un cambiador porque una potencia sólo puede ser actualizada por algo que ya sea actual. Entonces hemos señalado que hay, por un lado, cambios que constituyen series de tipo lineal, ilustradas por el ejemplo del café que es enfriado por el ambiente que había sido enfriado por el aire acondicionado que había sido encendido cuando aprestaste un botón. Este tipo de serie no requiere un primer miembro. Pero hemos visto también que hay otra clase de serie en el que una potencia es actualizada por otra cosa que es actualizada por otra en la que sí tiene que haber un primer miembro. En esta serie de tipo jerárquico, el primer miembro es «primero» en el sentido de que puede causar otras cosas sin tener que ser él mismo causado. Tiene el poder causal de modo primario, inherente o «incorporado», mientras el resto de miembros de la serie lo tienen sólo de modo secundario o derivado.

      En resumen, la innegable realidad del cambio implica la existencia de Dios. ¿Pero por qué llamar «Dios» al actualizador no-actualizado o al Motor Inmóvil? De entrada, porque esta causa es la causa última de la existencia de las cosas, en el sentido más íntimo de ser aquello que las mantiene en la existencia en cada momento. Y sea lo que sea Dios, se supone que es la causa última de las cosas.

      Pero es que, además, de lo ya dicho se siguen diversos atributos característicos de la idea tradicional de Dios. Lo veremos en detalle más adelante, pero por el momento será suficiente un breve esbozo para transmitir la idea general. Primero de todo, dado que la causa de las cosas es pura actualidad y, por tanto, carece de potencia, no puede ir de la potencia al acto y es, en consecuencia, inmutable o no sujeta a cambio. Dado que existir en el tiempo implica mutabilidad, una causa inmutable tiene que ser también eterna en el sentido de existir completamente fuera del tiempo. Ni empieza a ser ni deja de ser, sino que simplemente es, de modo intemporal, sin principio ni fin. Dado que ser material implica ser mutable y existir en el tiempo, una causa inmutable y eterna tiene que ser inmaterial y, por tanto, incorpórea, sin ningún tipo de cuerpo.

      Piensa a continuación lo que significa para algo ser imperfecto o defectuoso en algún sentido. Un animal herido o una planta dañada son imperfectos en la medida en que ya no son capaces de realizar plenamente los fines establecidos por su naturaleza. Por ejemplo, una ardilla que ha sido atropellada por un coche puede que sea incapaz de escapar de sus depredadores con la rapidez necesaria; y un árbol cuyas raíces han sido dañadas puede que sea inestable o que no pueda adquirir el agua y los nutrientes que le hacen falta para seguir sano. Un defecto de este tipo (por utilizar algo de jerga filosófica tradicional) es una privación, la ausencia de un rasgo que determinada cosa requiere por su naturaleza para estar completa. Implica el fracaso a la hora de realizar alguna potencia inherente de la cosa. Algo es perfecto, pues, en la medida en que tiene dichas potencias actualizadas y carece de privaciones. Pero, entonces, una causa puramente actual de las cosas posee perfección máxima, precisamente porque es puramente actual y por tanto carece de potencias no realizadas o privaciones.

      ¿Podría haber más de una causa así? No, ni siquiera en principio. Y es que sólo puede haber dos o más ejemplares de un tipo de cosa si hay algo que los diferencie, algo que uno de ellos tenga y el otro no. Y no puede haber tal rasgo diferenciador por lo que respecta a algo puramente actual. Por lo general distinguimos las cosas de nuestra experiencia por sus características temporales o materiales: porque una cosa es mayor o menor que otra, por ejemplo, o más alta o corta, o por existir antes o después. Pero dado que aquello que es puramente actual es inmaterial y eterno, una cosa puramente actual no podría ser distinguida de otra en estos términos. De modo más general, dos o más ejemplares de un tipo de cosa se diferencian en términos de alguna perfección o privación que uno de ellos tiene y el otro no. Podemos decir, por ejemplo, que las raíces de este árbol son más robustas que las de aquel otro, o que a esta ardilla le falta la cola mientras a aquella otra no. Pero como hemos visto, lo que es puramente actual carece de toda privación y es máximamente perfecto. Por tanto, no puede haber ningún modo de diferenciar una causa puramente actual de otra en términos de sus respectivas perfecciones o privaciones. Pero entonces dicha causa posee el atributo de la unidad, esto es, no puede haber, ni siquiera en principio, más de una causa puramente actual. Por tanto, es el mismo actualizador no-actualizado aquél al que todas las cosas le deben su existencia.

      Piensa ahora que tener poder es sencillamente ser capaz de hacer que algo ocurra, es decir, de actualizar alguna potencia. Pero entonces, dado que la causa de la existencia de todas las cosas es ella misma pura actualidad, en vez de una cosa actual más entre otras, y que es la fuente del poder actualizador de todo lo demás, entonces tiene todo el poder posible. Es omnipotente. Piensa también que algo es bueno, en sentido general, en la medida en que realiza las potencias que le son inherentes por el tipo de cosa que es, y malo en la medida en que fracasa a la hora de hacerlo. Un buen pintor, por ejemplo, es bueno en la medida en que ha realizado su potencial para dominar los distintos aspectos de la pintura –la artesanía, la composición, etcétera–, mientras un mal pintor es malo en la medida en que ha fracasado a la hora de adquirir las habilidades relevantes. Pero de una causa puramente actual del mundo, carente de toda potencialidad, no podemos decir que sea mala o deficiente en ningún sentido, sino que, al contrario, como ya hemos visto, es perfecta. En este sentido tal causa ha de ser totalmente buena.

      Hasta aquí, pues, hemos visto que el actualizador puramente actual o Motor Inmóvil ha de ser uno, inmutable, eterno, inmaterial, incorpóreo, perfecto, omnipotente, totalmente bueno y la causa de la existencia de las cosas, en el sentido de ser aquello que las mantiene en el ser a cada instante. ¿Podemos atribuirle características de naturaleza más personal? Por ejemplo, ¿podemos atribuirle algo así como inteligencia? En efecto, sí. Pero para ver cómo, antes tenemos que decir algo acerca de la naturaleza de la inteligencia, y también alguna cosa más acerca de la causalidad.

      La inteligencia, entendida tradicionalmente, implica tres capacidades básicas. Primero, está la capacidad de aprehender conceptos abstractos, como el concepto hombre, que es lo que captas cuando conoces no sólo a este o aquel hombre particular, o a este o aquel conjunto particular de hombres, sino qué es ser hombre en general. Tener el concepto hombre es tener una idea universal que se aplica a todos los hombres posibles, no sólo a aquéllos que existen o han existido, sino también a todos los que podrían existir. Segundo, está la capacidad de juntar estas ideas y formar pensamientos completos, como cuando combinas el concepto hombre y el concepto mortal en el pensamiento Todos los hombres son mortales. Tercero, está la capacidad de inferir un pensamiento de otros, como cuando razonas a partir de las

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