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como un «profeta», y no sólo en relación con su propio porvenir (en el caso de las personalidades histeroides, ocupadas permanentemente de sí mismas, lo último es más una norma que un «don divino»). Según relatos de testigos, la víspera del asesinato de P. A. Stolypin en Kiev, al paso del carruaje que llevaba al Primer Ministro, Rasputín «de pronto, se estremeció y se puso a gritar: “¡Tras él va la muerte! ... ¡La muerte va detrás de él! ... Sigue a Piotr ... va en pos de él”».162 En otra ocasión, poco antes del estallido revolucionario, Rasputín, que se encontraba junto a la fortaleza de Pedro y Pablo rodeado de sus admiradoras, declaró: «Veo mucho sufrimiento y muchos cadáveres; no unos pocos, sino legiones de cadáveres; cerros de cadáveres entre los que hay algunos archiduques y cientos de condes. La sangre teñirá de rojo el río Neva».163

      «No sufras. Tu hijo vivirá»

      En la historia de los «milagros de curación» de Grigori Rasputín ocupan un lugar muy destacado los casos en que el efecto de remisión de la dolencia se conseguía sin que mediara ningún contacto del starets con el paciente o su entorno inmediato. Digamos de antemano que el actual estado de desarrollo de la ciencia no permite comentar estos casos de forma demasiado convincente. No obstante, es posible que futuras investigaciones de la psique humana puedan ofrecer explicaciones más precisas acerca de los fenómenos extrasensoriales.

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