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quieren ser “el primero”, pero sólo uno consigue llegar a serlo».82 Pero nadie consiguió una descripción más precisa y sucinta del carácter de Rasputín que George Buchanan, embajador inglés en Rusia: «Su principio fundamental en la vida era la egolatría», escribió.83 El rasgo histeroide más evidente y constante en el carácter de Grigori Rasputín era su gusto por la jactancia. En su esfuerzo por ser en todo momento el centro de atención, y concitar las miradas admirativas de quienes le rodeaban, Rasputín se jactaba ante todo aquel que se le acercara, fueran sus paisanos, sus conocidos, cualquier persona con la que se cruzara por casua­lidad e, incluso, los agentes secretos encargados de su se­guridad.

      Si bien codiciaba el interés que hacia su persona pudie-

      ra manifestar cualquier mortal, es natural que valorara aún

      No parece que esta declaración evidencie ninguna hipocresía o contradicción interior. Lo que Rasputín buscaba no era el poder como tal, en el sentido de la ocupación de una función social cuya autoridad de mando fuera significativa, como la posibilidad de continuar «pavoneándose» eternamente, sin encontrar ninguna limitación, ya fuera de tipo vertical (administrativa) u horizontal (social).

      «Siempre exige que le prodiguen una atención exclusiva»

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