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máx, 77,6%, siendo las diferencias debidas a la metodología de medición.
Apostolidis y colaboradores (2003) han utilizado la metodología V-Slope, considerada la más fiable para la determinación del umbral ventilatorio primero (VT1).
Rodríguez Alonso y colaboradores, en 1998, desarrollaron un estudio con dos grupos de jugadoras de baloncesto de 1a división de categoría senior (>17 años) y de categoría júnior (<17 años). El dato más relevante obtenido en la investigación definió que los valores de O2 máx son diferentes (p <0,05) entre el base y el pívot (base=48,6 + 4,7, pívot= 40,6 + 2,1 (ml/kg/min).
Finalmente parece demostrado que el O2 máx evoluciona a lo largo de una temporada de forma no significativa. Tavino et al. (1995) comprobaron que el O2 máx era ligeramente elevado en la pretemporada respecto a otros dos momentos de la misma Verma et al. (1978), Hakkinen (1993), Cabrera et al. (1977) no observaron diferencias significativas en el O2 máx antes y después de 5 semanas de entrenamiento.
Pocos estudios han abordado el O2 máx en función del puesto que ocupa en el equipo, siendo los bases los que mayores valores alcanzan.
A continuación se muestra una revisión de los valores obtenidos en los diferentes estudios en relación con el O2 máx, por puestos en jugadores de baloncesto (tabla 5.3).
De la misma forma, también podemos clasificar los valores del O2 máx obtenidos en diferentes estudios en función del sexo (tablas 5.4 y 5.5) para valores masculinos y femeninos, respectivamente).
Tabla 5.3. Valores de O2 máx en diferentes estudios en función del puesto.
Tabla 5.4. Valores de O2 máx en jugadores de baloncesto.
Tabla 5.5. Distribución del esfuerzo por cuartos para un alero (Laroche et al. 2002).
Con relación al O2 máx en jugadores de baloncesto adolescentes, recientes estudios de Petrovic et al. (2001) observaron que los jugadores de la selección yugoslava en categoría cadete (15,78±0,43 años), actual campeona de Europa, presentaba unos valores de 43,43±8,82 ml/kg/min.
En un trabajo sin publicar, Calleja et al. (2003) realizaron un estudio con un grupo de 9 jugadores internacionales júnior. Todos los jugadores partícipes en el mismo realizaron un test de Course Navette (CN) 4 veces cada temporada (septiembre -enero - abril - junio), durante los 4 años de estancia en el Proyecto Siglo XXI de la Federación Española de Baloncesto, ubicado en el CPT de Fadura-Getxo. Los valores medios obtenidos en el test (CN) como indicador indirecto del O2 máx al finalizar los 4 años de entrenamiento dirigido fueron de 12,5 palieres, lo que se corresponde con un O2 máx=56,9±1,7 ml/kg/min. Los datos obtenidos con deportistas púberes son similares a los valores medios en jugadores profesionales de la primera liga española (55,4±2,4 ml/kg/min).
En otro experimento reciente presentado por Salinas (2001), se realizaron tomas de LA en competición de liga regular de baloncesto júnior provincial de 4 tiempos de 10 min durante la temporada, en un grupo de jugadores de categoría júnior del Club Baloncesto Unicaja de Málaga; igualmente se valoró el perfil aeróbico del jugador mediante test de laboratorio, obteniendo valores de O2 que indican que estos jugadores no van a tener un buen ahorro de los depósitos de glucógeno muscular puesto que no van a poder utilizar los ácidos grasos como fuente energética en ningún momento. Por lo tanto, entrarán en anaerobiosis muy rápidamente con un incremento significativo de ácido láctico, el cual tampoco podrá ser oxidado con facilidad debido a un sistema aeróbico poco eficaz.
Una de las ventajas de tener un sistema aeróbico bien entrenado es recuperarse mejor en los tiempos de pausa (rellenar las reservas de oxígeno en la mioglobina) y poder eliminar el ácido láctico, bien oxidándolo o bien “lanzándolo” hacia el hígado para sintetizar nueva glucosa (Brooks, 1988).
Los bajos O2 obtenidos en las pruebas de laboratorio por los jugadores pueden ser debidos a la falta de experiencia en este tipo de pruebas. En la literatura especializada en pruebas de potencia aeróbica se indica que muchos deportistas rinden por debajo de sus posibilidades como consecuencia de sensaciones de incomodidad intensa en los músculos de las piernas, afirmando que éste es uno de los factores principales que limita la capacidad de realizar un trabajo en el ergómetro, además de la incomodidad de la mascarilla.
Algunos autores opinan que el baloncesto presenta un gran componte aeróbico, que queda demostrado por el hecho de que el O2 máx oscila entre 52 ml/kg/min en juveniles y 74,4 ml/kg/min en profesionales.
Los resultados obtenidos en ambos estudios presentan conclusiones muy parecidas a las expuestas en otros trabajos (Bale, 1991), en los cuales la n de estudio era de jugadores de medio nivel. En otras investigaciones (Aragonés, 1989; Latin, 1994) también se comunican mejoras significativas del O2 máx con jugadores de baloncesto entrenados en edades comprendidas entre 14 y 18 años. Autores como Navarro (1999) afirman que en esa etapa del proceso de formación del deportista se produce una fase sensible para el desarrollo del O2 máx. Según Bar-or (1989), la media de O2 máx en niños que realizan práctica deportiva regular se alcanza a los 14 años y va decreciendo con el tiempo.
Rowland (1990) expone que la capacidad aeróbica es una componente precozmente desarrollada, tanto que a los 12 años se alcanzará un O2 máx por kilogramo de peso corporal similar al obtenido en edad adulta.
En las investigaciones publicadas con relación al O2 máx con jóvenes deportistas, las respuestas obtenidas pueden ser confusas, ya que es realmente difícil evaluar si el origen de la mejora es producto de las variaciones individuales en el proceso de maduración o las adaptaciones son resultado del entrenamiento del jugador de baloncesto. En cualquier
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