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El Arca. Ann Rodd
Читать онлайн.Название El Arca
Год выпуска 0
isbn 9788418013485
Автор произведения Ann Rodd
Серия Trilogía El Dije
Издательство Bookwire
—Ricos huesos —dijo.
—Es un asco —murmuró ella mientras Zack se plantaba delante de la criatura.
—¿Qué hacía un yelmo de un templario aquí? —le preguntó.
—Eh, Zack —Ella tiró de la remera9 de él y logró recuperar su atención.
Cuando él se giró y vio hacia donde la chica señalaba, se quedó mudo. Fuera del camino, un poco más abajo en el valle, entre las rocas, había dos o tres restos más, armaduras enteras y telas raídas con una cruz roja.
7 Pirado: persona que ha perdido el juicio hasta caer en la locura. Término del lunfardo, una jerga de Buenos Aires que deriva del cocoliche.
8 Estar «hecho percha»: expresión que se utiliza para decir que el cansancio es insoportable. Similar a «estoy agotado», pero con mayor exageración.
9 Remera: camiseta o playera, prenda de vestir.
Capítulo 10
Ambos guardaron silencio y trataron de controlar sus emociones, las dudas que esos cuerpos les generaban. Cranium levantó el hocico y marchó, corriendo, a buscar nuevos huesos mientras ellos seguían estupefactos.
—Templarios —dijo Zack, boqueando.
—¿Aquí? —susurró ella, aferrándose a su torso—. ¿Cómo llegaron tan lejos?
—No lo sé.
Observaron cómo la criatura se metía entre una cota de malla y arrancaba una costilla del esqueleto. Hicieron una mueca de disgusto y se alejaron al notar que la criatura regresaba a ellos como si llevase un juguete entre los dientes.
—Cranium, ve a comer eso lejos —pidió Zoey.
—Regalo para Lapis Exilis —dijo la criatura, soltando la costilla sobre las zapatillas de la chica.
Ella apretó los dientes. No sabía qué demonios hacer, pero de una cosa estaba segura: no iba a tocar eso con las manos.
—Ah, ¿gracias? Pero yo como comida para humanos. No puedo comer huesos —dijo ella y empujó la costilla con el pie hacia él.
Pero Cranium insistió y lo acercó de vuelta las zapatillas de la chica.
—Regalo, regalo.
—Zack… —Zoey suplicó por ayuda.
El muchacho, que había estado parado a su lado con una expresión contrariada también, se agachó para agarrar la costilla del difunto caballero templario con la punta de los dedos.
—Es un muy lindo detalle. Cranium, amigo —dijo, agachándose—. Y Zoey ahora te lo regala de nuevo a ti, por ser tan buen guía. Ten.
La criatura ladeó la cabeza, un poco confundida. Olfateó la costilla como si nunca la hubiese visto y pareció alegrarse.
—¿Regalo de huesos para mí?
—Claro —sonrió Zack—, te los mereces. Puedes comer todos esos de por allá. Claro, si nos cuentas después qué demonios hacían aquí.
Cranium agarró la costilla con suma alegría y correteó hasta donde estaban los esqueletos. En ese momento, Zoey se relajó y Zackary se sacudió las manos, con un poco de asco.
—Por favor, vayamos más allá, donde no lo veamos triturar los esqueletos —pidió ella.
Se alejaron tanto como pudieron, pero, para su desgracia, descubrieron otra armadura tirada en el suelo, con un posible muerto adentro, y tuvieron que avanzar todavía más.
Recién cuando estuvieron a unos doscientos metros de Cranium, allí donde valle comenzaba a ascender hacia una nueva montaña, se sentaron sobre una roca y suspiraron. La criatura tendría para entretenerse durante un buen rato y ellos no podían continuar sin él. El bicho ese seguía siendo el único que conocía los recovecos de ese mundo.
Zoey bebió un poco de agua para sacarse el malestar que los cadáveres le habían provocado. Luego, miró la botella, que tenía menos de la mitad del contenido, y apretó los dedos sobre el plástico, pensando gráficamente en llenarla con agua fría.
La magia del dije funcionó y la botella quedó fresca y helada en sus manos.
—¿Te resulta difícil? —preguntó Zack.
—No, para nada.
Él miró hacia la lejanía.
—A pesar de que sé que esto se debe a que el dije y tu están funcionados, sin dudas hay que reconocer que tienes una conexión especial con él. Puede que siempre hubieses estado predispuesta a la magia, no como yo —agregó el muchacho con una sonrisa.
—De seguro no eras tan malo —reconfortó ella, aún incapaz de creer que él no hubiera podido hacer magia bien—. ¿Crees que Adam era mago?
Zack arqueó una ceja hacia ella.
—No sé, supongo que sí. ¿Por qué esa pregunta ahora?
Zoey se encogió de hombros.
—Me quedé pensando en todos aquellos que murieron por el dije. En los templarios, en Adam, en Lucas, en ti e incluso en Jude.
Él negó con la cabeza.
—Algunos de esos no hay que lamentarlos.
Se quedaron en silencio hasta que notaron que Cranium avanzaba hacia ellos por el camino. Al menos, ya no llevaba huesos en la boca. Sin embargo, mientras Zack guardaba la botella de agua, el perro se distrajo con el siguiente templario muerto.
Zoey apretó los labios.
—¿Qué hacían esos templarios aquí?
—No sé. Podrían haber muerto de hambre o de sed. Cranium sugirió que ellos habían guardado el arca. Lo que no pensé era que el viaje podría haberlos dañado tanto.
—Sí —aceptó Zoey, apoyando la cabeza sobre el hombro de él—. Si ellos guardaron cosas en este mundo, es de esperarse que hayan pasado por aquí.
—Es probable que encontremos otros. Hay que tener el estómago preparado.
Ella asintió y se puso de pie. Cranium parecía haberse aburrido del último esqueleto y se acercaba a los humanos con prisa.
—Nada es peor que lo de Adam, la verdad —replicó ella. Y, cuando la criatura estaba a solo unos metros, se dirigió a ella—. ¿Terminaste?
Cranium estornudó.
—No hay más huesos. Traje regalo —contestó y escupió una piedra redonda y pulida.
Zack se estiró para verla y Zoey la levantó con menos terror que el hueso.
—Ah, gracias.
—Y otro regalo —añadió la criatura, escupiendo otra cosa, sin saliva ni nada.
Esta vez, Zack se puso de pie y se acercó a revisar el objeto. Era una cruz pequeña de oro y con piedras preciosas incrustadas. De seguro se trataba de alguna pertenencia de uno de los cuerpos de los templarios.
—Se ve que para ti el asunto de regalar cosas es importante, eh.
Cranium