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El Arca. Ann Rodd
Читать онлайн.Название El Arca
Год выпуска 0
isbn 9788418013485
Автор произведения Ann Rodd
Серия Trilogía El Dije
Издательство Bookwire
Recogieron las cosas y retomaron el viaje. Zack se proponía entrevistar más seriamente a Cranium. Incluso comenzó a hablar como él, a ver si así podía obtener respuestas. Durante varios
minutos, el bicho solo respondió a lo que quiso y afirmó cosas como que los templarios daban huesos, que guardaban cosas, que eran buenos, que le palmeaban la cabeza y que le daban más
huesos.
—No te pienso palmear la cabeza —replicó Zack, irguiéndose y dejando de lado su tono amigable.
Zoey rodó los ojos y decidió intentar otra técnica, porque no era que Cranium no quisiera hablar, sino que no llegaba a comprenderlos por completo. No era una persona, después de todo.
—Cranium —saludó ella. Se detuvo y se colocó a su altura—. ¿Estaban ricos los huesos?
—Ricos, ricos, sí.
—¿Y no sabías que estaban ahí?
—No, no —aseguró la criatura.
—Así que no comías huesos desde que los templarios cerraron el portal, ¿verdad? —inquirió ella.
—Muchos, muchos, muchos años. Tengo panza llena, llena.
—Ah, sí, ahora debe estar llena —replicó ella, mirando de reojo a Zack, que sacó la lengua para fingir asco—. Entonces, ¿qué crees que estaban haciendo esos templarios aquí cuando murieron? ¿Estaban llevando el arca a ese lugar que dices?
Cranium levantó el hocico hacia ella.
—Lapis Exilis no sabe, no sabe.
—¿Qué no sé? —insistió Zoey.
El bicho se sentó sobre sus patas traseras y la miró, ladeando la cabeza.
—¡Templarios venían de más allá! Más y más allá de las montañas, más y más allá del reino.
En ese momento, Zack soltó los bolsos y ella se quedó viéndolo, con la boca abierta.
—¿Más allá? —preguntó Zack.
—¿Qué hay más allá? —siguió ella.
—¿Te refieres a otra ciudad? —Zack se acercó—. Pero los templarios son de nuestro mundo, no de este.
Cranium miró a uno, luego al otro, y no se inmutó ni un poco por la ansiedad que crecía en los humanos.
—Los templarios vienen del otro mundo, sí, sí, sí. Mundo con muchos huesos, más que aquí.
—Sí. —Zoey alzó las manos—. Eso nos queda claro. Pero ¿a qué te refieres con que vinieron de más allá del reino? —añadió—. ¿No vinieron por donde entramos nosotros?
Cranium negó lentamente.
—Por el portal se fueron y nunca más volvieron.
Los chicos se miraron, con varias ideas fluyendo por sus mentes. Intentaban decidir si creerle o no. Si Cranium no mentía, los templarios podrían haber entrado a ese mundo por otro sitio y haberlo recorrido en la dirección contraria que ellos llevaban.
—Puede ser —dijo Zoey, pensativa, después de que Zack dijera en voz alta justo lo que ella estaba pensando—. Porque puede haber más portales. El del colegio era uno, este sería otro.
—¿Y podría haber uno en Europa? —musitó Zack—. ¿Un portal que haya traído a los templarios desde Europa, hace siglos, para sacar de allí todas las reliquias religiosas: el arca, el santo grial y el dije?
Ella comenzó a caminar de un lado a otro.
—No sería tan descabellado, después de todo. Ellos podrían haber dejado esa arca en el reino, tal y como dice Cranium, y luego haber buscado una salida diferente —dijo.
—Y en Europa no eran recibidos porque el papa disolvió la organización, así que sí huyeron…, pero por el lugar menos pensado —continuó él, acercándose a Cranium—. ¿Y se llevaron
a Lapis Exilis cuando se fueron por el portal? —preguntó.
Cranium estornudó.
—Lapis Exilis ya volvió.
Esa era toda la confirmación que recibirían, y parecía ser suficiente. Después de todo, necesitaban al dije para abrir los portales. Con esa idea dándole vueltas en la cabeza, Zoey se llevó una mano al pecho. Parecía que el dije no era algo que pudiese ser guardado y protegido tal y como el santo grial o el arca de la alianza. Era algo que sí o sí debía usarse.
—Suena como si el dije fuese una llave ¿Cómo un guardián de este lugar, tal vez? Dejaron todo menos el dije porque, sin él, no podrían haber salido. Guardaron otras cosas que eran invaluables, aunque el dije, que es también un gran tesoro, es más poderoso que el arca o el grial y no lo podían dejar atrás. ¿No es irónico?
Zack suspiró, siguiéndola con la mirada hasta que ella dejó caer la mano, sin respuestas.
—Es irónico, sí. Quizás es que, los que saben sobre el dije, entienden que posee magia mientras que las otras cosas son solo reliquias. Existe esa posibilidad. Sabemos que nos metimos aquí a buscar un grial que bien puede no existir o bien puede ser una copa común y corriente.
Ella se llevó una mano a la boca y, sin darse cuenta, comenzó a morderse la uña del dedo pulgar. No sabía bien por qué, pero estaba nerviosa. Sentía que tenía algo en la punta de la lengua, un mapa con información y detalles, pero que no podía completarlo porque le faltaban unas pocas fichas.
—La profecía dice que Lapis Exilis es el santo grial de la vida eterna. Tiene que haber un grial, ¿o no? —contestó.
—Pero Cranium no sabe qué hay dentro del arca.
—Sí. Okey, y también es posible que esa arca no sea el arca de la alianza. Pero, si no lo es, ¿qué vamos a hacer luego?
Zackary se mordió el labio inferior y miró brevemente al animal, que seguía parado junto a él.
—Supongo que tratar de encontrar otras pistas. Si Peat no nos puede alcanzar aquí, todavía tenemos tiempo. Y, si hay otros portales, podemos salir por ellos a nuestro mundo y seguir investigando. Lo bueno de este sitio es que estamos solos.
Parecía ser el único plan lógico y válido que tenían, incluso cuando no era un plan B sólido. En eso, Zoey se dio cuenta de que las piedras sueltas del camino alrededor de sus pies estaban agitándose a causa de sus nervios. Parecía que la magia que estaba en su interior se descontrolaba; se le ocurrió que, a pesar de que el viaje no era complicado, al estar allí, después de todo lo que había pasado en los últimos días, su cuerpo y su mente se encontraban bajo un gran estrés.
De pronto, se sintió muy cansada. No solo físicamente, sino de ánimos. Realmente extrañaba a Jessica, extrañaba su casa, su vida normal, el colegio, a sus padres. Haberlo dejado todo y seguir ese ritmo le estaba pasando factura y la idea de no conseguir nada, ni una respuesta, ni una solución, destruía su optimismo.
Miró a Zack con una expresión agotada y contuvo un suspiro, porque no quería ponerse a llorar ni tampoco quería seguir nerviosa. Trató de pararse derecha. Se frotó la cara con las manos para relajarse; había mucho camino por recorrer y todavía no podía rendirse. Ya había sobrevivo a Peat, debía aprovechar la oportunidad que tenía.
—¿Estás bien? —preguntó él, estirándose para tomarle la mano. Su cariño fue lo que, en ese momento, la reconfortó.
—Sí, es solo que estoy muy cansada y me entró miedo de que no podamos lograrlo.
Zack la atrajo a su pecho y la abrazó. La estrujó con delicadeza y la mantuvo allí un largo rato mientras ella trataba, todavía más, de no llorar.
—Sé lo que sientes. Solo tenemos que ser realistas.