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      Por tanto, en cualquier sociedad, los estados y sus políticos podrán actuar más fácilmente sobre la LN (levantando o creando coacciones externas) sometidas al locus de control externo, pero será más difícil y casi imposible anular las voluntades y necesidades humanas radicadas en la LP (motivaciones internas o intrínsecas), ya que ellas están bajo el locus de control interno del sujeto y son de difícil acceso a los demás, la sociedad. Mediante legislaciones abusivas, cualquier dictador puede regular y controlar las libertades negativas pero resultará mucho más difícil bloquear las libertades positivas. Solo mediante un inmenso esfuerzo adoctrinador y coercitivo, la sociedad o el Estado pueden controlar las voluntades y motivaciones individuales concernidas por la LP. Psicológicamente hablando, los rasgos de personalidad de los sujetos, sus funciones mentales y su libre albedrío son los responsable últimos de cualquier tipo de libertad, a excepción de situaciones extremas de fuerza mayor. Pero, de forma especial, en la LP se ubicaría el sistema psicológico individual, que se expresaría a través de sus ideas, creencias, valores, actitudes, intereses y conductas.

      A mayor abundamiento, desde la LP madurada de un sujeto, esta puede actuar como desencadenante de reivindicaciones ante una falta de LN, necesaria también para su autodesarrollo personal, completando un sistema realimentado dentro del individuo con el fin de garantizar la autonomía total de su sistema psicológico y orgánico. La historia reciente está plagada de múltiples ejemplos que explican el fracaso de regímenes con libertades negativas recortadas y sistemas policíacos centralizados y de adoctrinamiento. La relación entre los dos tipos de libertad de Berlin y su conexión con la motivación intrínseca y los refuerzos extrínsecos, en nuestra opinión, puede ser de importante ayuda para relacionar filosofía política con psicología a la hora de extraer interesantes conclusiones.

      Como consecuencia práctica de todo lo anterior, se puede predecir que, en las sociedades totalitarias caracterizadas por el recorte y restricción de las libertades negativas de sus súbditos, estos desarrollan una vida social, económica y política con una sensible reducción de estímulos y motivadores externos para la acción. El resultado final es que se podría hablar de una previsible desincentivación social fruto de las restricciones a la LN o, en su defecto, vivir bajo una presión social programada. Desde el punto de vista de la LP en este tipo de países, si bien no se puede hablar en este supuesto de restricción de ellas porque los procesos psicológicos internos e individuales son difíciles de inhibir con una ley, se puede hablar de manipulación de valores, creencias y actitudes a fin de conseguir conductas de adhesión al régimen dominante. Esto se logra mayoritariamente mediante una estrategia de ingeniería social combinada con tácticas de adoctrinamiento político, social y psicológico, reforzada por coacciones y medidas represivas para con los discrepantes. Así, el lado más inaccesible al control social externo, la LP, se puede precondicionar mediante el recurso a doctrinas y mensajes que contengan valores, creencias y actitudes, que desemboquen en conductas que den el consentimiento político y sumisión para con las propuestas del régimen adoctrinador, sometiendo así, hábilmente, la LP de sus súbditos. Es exactamente lo contrario que las sociedades democráticas ofrecen a sus ciudadanos, donde se procura preservar ambas libertadas en su punto máximo, siendo obligación del Estado proteger las libertades negativas y no obstaculizar ni manipular las libertades positivas.

      Como conclusión de este apartado, la conexión o fusión entre ambas libertades, el liberalismo y el locus de control del sujeto nos permite anticipar dos tipos de individualismos de inspiración psicológica que, en páginas posteriores, serán objeto de un desarrollo más detallado: el individualismo psicológico extrínseco o externo, fundamentado en la LN y con un locus de control externo, y su antítesis pero complementario, el individualismo psicológico intrínseco o interno, asociado a la LP y al locus de control interno. Ambos individualismos son la expresión última de un individualismo psicológico humano asociado a una filosofía liberal. Cada individuo participa de ambos y de la vivencia de forma subjetiva idiosincrásica, ya que nuestra propuesta es un intento taxonómico para comprender la dinámica psicológica de la libertad humana como expresión de su singularidad irrenunciable.

      Detrás de ambos constructos subyacen una serie de teorías psicológicas y sociológicas que serán objeto de tratamiento más detallado en los siguientes capítulos y que permitirán reforzar la conexión ya intuida entre libertad, desarrollo individual y psicología, tal como han venido proponiendo diversos pensadores y tendencias liberales.

      Como fruto de las reflexiones anteriores, estamos en condiciones de, a partir del ya acotado término de individualismo psicológico, dar un paso más y definir qué es el individualismo psicológico intrínseco y extrínseco, en los siguientes términos:

      El individualismo psicológico puede dividirse en dos: el individualismo psicológico intrínseco y el individualismo psicológico extrínseco. El primero se fundamenta en el predominio de los motivadores, cogniciones y emociones con locus de control interno o intrínseco y, el segundo, en los motivadores, cogniciones y emociones que tienen locus de control extrínseco. Ambos son complementarios.

      En la figura 3.1. se resumen las ideas básicas de esta convergencia.

      En síntesis, se podría definir el individualismo psicológico, tanto extrínseco como intrínseco, como aquella concepción del ser humano centrada en la singularidad y libertad inalienables de los individuos; que respeta su autonomía en el ámbito motivacional, cognitivo, racional y conductual; cuya violación o entorpecimiento supondrían importantes coste psicológicos para su desarrollo integral y equilibrado como una persona sana y feliz, miembro de una sociedad donde desarrollar su proyecto vital.

      Como corolario cabe recalcar que, desde nuestra óptica, el individualismo psicológico no es una opción, es una realidad psicológicamente insoslayable e irreductible frente a otras opciones detractoras e incluso negacionistas del individualismo, en favor de fórmulas donde predomine lo colectivo excluyente. Estos detractores están enfrentados a la naturaleza humana y a la ciencia, ya que, en su esencia, el ser humano, antes de ser miembro de un colectivo, es un ser individual.

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      Fig. 3.1. Las dos dimensiones del individualismo psicológico.

      4. La importancia de la motivación intrínseca (MI) en el individualismo psicológico

      DOS MOTIVACIONES: EXTRÍNSECA (ME) E INTRÍNSECA (MI)

      Se asume la existencia de dos tipos de motivaciones, la Motivación Interna (MI) o intrínseca y la Motivación Externa (ME) o extrínseca. La motivación extrínseca se caracteriza porque el refuerzo que obtiene la persona motivada desempeñando una tarea es de carácter externo al sujeto, es decir, él no controla los refuerzos por la ejecución de una tarea. En cambio, en la motivación interna, el sujeto elige la tarea y se autopremia o castiga de forma autónoma e independiente. En la motivación interna, el sujeto elije la tarea y controla los premios o refuerzos por su desempeño, en tanto que en la externa el sujeto es controlado por el administrador de los premios o refuerzos a la conducta asignada o motivada.

      Aunque el individualismo psicológico se inspira en diversas teorías psicológicas, incluyendo tanto la motivación interna o la externa, desde nuestra perspectiva asumimos que la MI tiene un potente poder hermenéutico, ya que el locus de control de los refuerzos reside en el propio individuo, al contrario que en la ME, que el sujeto es objeto de control por el administrador de refuerzos. Por sí misma, la MI podría fundamentar, por su origen, la existencia de un individualismo psicológico sólido y potente, ya que se trata de una fuente interna de energía neurofisiológica procedente del sistema nervioso central que el sujeto controla a su criterio y que afirmaría la base psicológica, no cultural, del individualismo. Obviamente, esa energía, como se verá más adelante, es independiente y ajena a las motivaciones o necesidades fisiológicas de los individuos, a saber, hambre, sed, sueño, sexo, etc. De ahí que la cultura y otros agentes externos, que interaccionan con toda motivación humana, no sean la clave de esta motivación interna, sino que actúan como un elemento moderador que, a veces, funciona como un elemento coercitivo y, otras, como un elemento facilitador.

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