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de infancia. Con mi acuerdo pensaba entrelazar los míos con los suyos. Creía a medias las cosas que yo le había contado sobre mi relación con Eva y con Perón. Me había dado a leer una versión de la primera parte. Yo sabía que habría una segunda, fruto de su fértil imaginación.

      —¿Como te fue? Tardaste bastante.

      —No sé. Creo que bien.

      —¿Le hablaste de tus recuerdos de infancia? ¿Creyó lo de la historia de tu relación con Eva y con Perón?

      —Por ahora solo le di a leer la descripción de mis experiencias y sensaciones cuando era un chico de entre 6 y 10 años. Esa parte es totalmente cierta y despertó su interés. Le hablé de la colonia de verano en la quinta de Olivos y de la importancia que tuvo la UES, para bien y para mal. Me parece que no conoce muy bien la historia del peronismo. En lo que hace a mi relación con Eva y con Perón no tuve tiempo de hablarle. Dijo que me va a convocar para que le cuente, no creo que lo haga. Hasta yo me enredo, entre lo vivido y lo supuesto, entre lo mío y los frutos de tu creatividad…

      Quedamos en silencio, uno frente al otro, encerrados en nuestros pensamientos. Posiblemente ambos nos preguntábamos sobre nuestra decisión conjunta de publicar lo que ya llamábamos “El Juego de la Oca”, el proyecto que había nacido en Francia.

      Mario al recibirse, decidido a desarrollar una carrera científica, entró como ayudante en la Cátedra de Física Biológica. Dos años después, un poco por identificación o por no verme ejerciendo la medicina, yo opté por Biología Celular, atraído por la personalidad del profesor Hersh “Coco” Gerschenfeld. En 1966, siguiendo el ejemplo del inefable Coco, tomé el camino del exilio. Mario pasó por París como becario en 1968. Estuvo algo más de un año y allí nos reencontramos puntualmente. Volvió a Buenos Aires al terminar su formación pero se vio obligado a partir nuevamente, ahora si formalmente como exilado, en 1976. Desde ese momento permanecimos los dos en Francia hasta el regreso de la democracia a nuestro país.

      Un mozo se acercó a nuestra mesa y nos preguntó que pedíamos. Ya estábamos en la hora del almuerzo. Conocíamos nuestros gustos, éramos habitués de La Continental y pedimos sin dudar.

      —Traiga cuatro porciones de muzzarella, dos de faina y dos vasos de vino blanco.

      Comimos y bebimos en silencio, cada uno sumergido en sus pensamientos. Mario se incorporó, colgado al hombro el bolso en el que se leía “International Biophysics Congress. Buenos Aires 2002”.

      —¿Me acompañás? Voy al Banco Francés. Tengo que cobrar un giro.

      Lo miré con sorpresa y me largó su explicación.

      —Cuando nos comprometimos para organizar el mundial de biofísica, hace cuatro años, estábamos en plena convertibilidad y la economía parecía marchar razonablemente bien. La cosa se decidió en una asamblea en Ámsterdam. Los americanos presentaron la candidatura de Los Ángeles pero los europeos, encabezados por ingleses y holandeses, nos sugirieron la posibilidad de Buenos Aires. Era una idea que habíamos acariciado desde el trabajo previo a nuestra salida hacia Holanda. Los delegados argentinos éramos tres: Raúl Grigera, Jorge Ponce Hornos y yo. Nos enganchamos con ganas y contra toda lógica ganamos la votación. La atracción de esta ciudad, que presentamos como la cuna del tango, jugó a nuestro favor.

      —La verdad es que la relación entre la biofísica y el tango se me escapa un poco…

      —Te equivocás. Un Congreso Mundial tiene aspectos sociales y económicos. La concurrencia de varios miles de personas es positiva para la imagen de la ciudad. El presupuesto de un evento de esa envergadura se planifica en dólares, se realiza en dólares y se liquida en dólares. La crisis política de diciembre hizo todo más complicado y cuando en enero anularon la convertibilidad fue la catástrofe. No te podés imaginar la cara del profesor North cuando vio todos los bancos cerrados. Es un inglés de Leeds y se había jugado primero al apoyar nuestra propuesta y luego al mantener su acuerdo en los momentos críticos. Pero todo esto vos lo sabés o te lo imaginás…

      Paró de hablar mientras avanzábamos hacia el microcentro. Cuando llegamos al banco retomó su discurso. Yo lo miraba con compresión y solidaridad.

      —Contra toda lógica la gente vino y el congreso se desarrolló con buenos resultados en lo científico, pero el lado financiero fue difícil. Tuvimos que bancarlo a North que no tenía acceso a su transferencia. Ahora voy a cobrar un subsidio que llega desde Londres. Son 10. 000 dólares otorgados por la fundación Wellcome Trust. ¡Siete meses después de la clausura del congreso! La verdad es que nos salvaron, si no la vida, al menos el prestigio frente a la comunidad científica internacional. Me van a dar el equivalente en pesos y luego hay que ir a una cueva para transformarlos en no se cuentos dólares. Espero que podamos cubrir los agujeros que quedaron. Por seguridad es que te pedí que vinieras, aunque si alguien está al corriente de la operación y planificó robarnos no creo que ni vos ni yo podamos impedirlo…

      Yo seguía elaborando en mi cabeza la entrevista con Cristina y especulando sobre sus consecuencias. El Congreso de Biofísica y los problemas financieros de Mario estaban fuera de mi campo de atención. La caótica situación del país que reflejaban los hechos que estábamos viviendo me llevaban a pensar que una salida de esta crisis no sería fácil. ¿Tendría algún rol Cristina Fernández en lo que se venía?

      —Decime Mario ¿Pensás que habrá elecciones? ¿Menem será candidato?

      —Mandrake no soy. Mi problema es ver como yo y mi familia vamos a vivir en el futuro. Lo que cobro a fin de mes apenas me alcanza para pagar la luz. Volver a salir del país, ahora por razones económicas, no me entra en la cabeza. Por suerte mi mujer psicoanalista sigue trabajando. Mañana tengo una reunión con un grupo de científicos y docentes. Una de las salidas que evaluamos va por el lado de las universidades privadas…

      Nos entregaron el dinero en el subsuelo del Banco Francés en Reconquista al 200. En la puerta nos esperaba un hombre joven, sonriendo. Mario suspiró tranquilizado e hizo la presentación del caso.

      —Rubén es bioquímico y tesorero de la Sociedad Argentina de Biofísica. También funcionó como tesorero del Congreso. La verdad es que sufrió bastante.

      Rubén tenía el aspecto que yo podía imaginar en un científico totalmente inmerso en su laboratorio. Aparentemente joven, aparentemente imberbe, un rostro afilado y un par de anteojos redonditos cabalgando sobre su nariz. Una sonrisa amplia y abierta que solo podía pertenecer a una buena persona. Pero su capacidad de custodia no me parecía mejor que la mía.

      —Tenía miedo de no encontrarlos. Hace una hora que ando dando vueltas por aquí. El representante de la empresa que cubrió la organización hotelera del congreso nos espera a dos cuadras. Nos va a llevar a una cueva para cambiar el dinero. Está ansioso por asegurar que ellos cobren lo suyo ya que se comprometió personalmente con nosotros y tiene miedo por su lugar de trabajo.

      —Bueno Néstor. Rubén me acompañará ahora, así que te libero y podés volver a tus cosas. Manteneme informado de tu relación con la señora.

      —¿Tenés problemas con tu señora?

      Rubén nos miró con cara rara. No entendía nada.

      —No Rubén, con mi señora todo bien. La verdad es que no estoy casado.

      Allí los dejé. Rubén y Mario llevarían el dinero a lugar seguro, acompañados por alguien seguramente interesado en un final exitoso del operativo. Yo seguía pensando en la mujer cuya mirada me había golpeado fuerte. No se porque trataba de imaginar como era su relación con Néstor Kirchner. Él era corporalmente lo que podíamos definir como la antítesis de mi autoimagen corporal. Grande, rasgos faciales marcados. En las pocas veces que lo vi, en una aparición pública, parece manejar con dificultad su relación con el espacio. Ella, como ya dije, me mostró una presencia que puedo definir como recatada, propia de su época y medio. ¿Es bonita, atractiva? Si, pero una vez más lo intelectual predomina sobre lo corporal.

      Kirchner asumió la presidencia el 25 de

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