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en catorce países diferentes (Rama, 1981: 66-67; Saval, 2002: 208). Incluso aún más importante para el tema que estamos tratando aquí es señalar que editoriales como Seix Barral han ayudado posteriormente a otros autores latinoamericanos desconocidos y no pertenecientes al boom a incursionar no solo en el mercado literario español, sino también el europeo, como es el caso de Allende.

      No podemos subestimar entonces la importancia que tuvo el contexto sociopolítico en el que La casa de los espíritus fue publicada, aunque es insuficiente para explicar su popularidad desde una perspectiva «extraliteraria». Es en este punto donde paso a analizar las constantes que aparecen en los discursos que han difundido los medios de comunicación en lengua española sobre la autora y su obra durante los últimos quince años. Para ello van a ser agrupados temáticamente en tres bloques: cuestiones de género, compromiso político y la relación existente entre la autora y el mundo académico y literario.

      2. CUESTIONES DE GÉNERO

      La escritora, ensayista y periodista Laura Freixas (2000) afirma en su libro Literatura y mujeres que hoy en día cualquier mujer escritora suscita un mayor interés entre los medios de comunicación simplemente por el hecho de ser mujer y encontrarse en un círculo tradicionalmente asociado a los hombres. Freixas, asimismo, mantiene que desde que nuestra sociedad actual está libre de «ideologías un tanto polémicas» y en donde los artistas ya no se definen por su estética o por sus ideas políticas, sino por ser hombre o mujer, el género del autor se ha convertido en el mecanismo clasificatorio por el que los medios de comunicación se rigen (Freixas, 2000: 37). Las mujeres escritoras atraen el interés mediático no solo por ser una minoría, sino por constituir una minoría que no se ajusta a la «norma», es decir, como mujeres «se visten, se pintan, se peinan y posan» (Freixas, 2000: 37). Por este motivo, las referencias a Allende y su apariencia física son continuas en la construcción de discursos en torno a su imagen pública. Las numerosas imágenes fotográficas nos muestran la importancia que cobra «lo corpóreo» (Marshall, 1997), aunque hay que decir que actualmente este interés también se hace extensivo a los hombres.

      El caso de Allende no es menos y en algunas ocasiones los periodistas ofrecen su propia lectura sobre la apariencia física y personalidad de la autora donde van surgiendo una serie de elementos comunes. Por ejemplo, existen múltiples referencias a su edad, que suele desvelarse con cierto tacto, haciendo simplemente mención de su fecha de nacimiento. Además, tanto explícita como implícitamente, su belleza es asociada a la edad sugiriendo que a pesar del paso de los años se la ve estupendamente. En cuanto a su personalidad, se la presenta como mujer fuerte, luchadora y con recursos para enfrentarse a lo que se le ponga por delante: «Tremendo carácter […] Tiene que haber sido la fuerza de su carácter la que la ha ayudado a salir de las complicaciones que ha encontrado en su vida» (Rojo, 2002) o de modo similar se la describe como: «Infatigable luchadora por todas las causas, empezando por la de la mujer, la escritora Isabel Allende, que hoy presentó El bosque de los pigmeos…» (Sigüenza, 2004).

      Con estos ejemplos se puede observar que, por una parte, se ofrece la imagen de una mujer que es capaz de realizarse en la esfera pública como novelista de éxito internacional y, por otra parte, como alguien que también tiene los pies en la tierra y que conoce muy bien las dificultades con las que hoy en día se enfrentan millones de mujeres simplemente porque a ella también le ha tocado vivirlas.

      Sin embargo, aunque a Allende se la presente como mujer «fuerte» y con recursos, al mismo tiempo y como contrapunto, estas cualidades están teñidas de cierta vulnerabilidad explícitamente puesta de manifiesto a través de las declaraciones que hace la propia autora sobre la muerte de su hija y su posterior depresión:

      Fueron tres años de depresión […] Imagínese […] Tomaba Prozac pero no funcionaba. Claro que no era una depresión que se pasara con pastillas, era tristeza, mucha tristeza lo que yo tenía, y solo el tiempo te puede llegar a curar de eso (Parrondo, 2002).

      Esta imagen de mujer vulnerable puede entenderse como mecanismo utilizado para contrarrestar tan extraordinaria personalidad, ya que tal vez la imagen de mujer «invencible» podría provocar un distanciamiento en su público lector –formado en su mayoría por mujeres– al considerar dicha imagen como realmente inexistente. Además no solo se trata de ofrecer cierta vulnerabilidad, sino que también este tipo de confesiones públicas sobre un asunto tan privado como puede ser la pérdida de una hija son percibidas como muestras de sinceridad y autenticidad. Al hacernos partícipes de su vida más íntima, los novelistas hoy en día son tratados por los medios de comunicación más bien como celebridades, ya que la temática que incluyen en sus entrevistas y declaraciones es común a la que se les atribuye a los famosos en la industria musical y cinematográfica. Según la crítica Frances Bonner: «the stress is overwhelmingly on relationships, consumption and leisure, and work is quite minor. This is part of the establishment of a form of parasocial intimacy with the celebrity» (Bonner, 2005: 65). Es decir, el trabajo pasa a un segundo plano para dar más relevancia a otros temas como pueden ser las relaciones sentimentales, qué consumen y/o cómo disfrutan de su tiempo libre. En el caso de Allende, incluso esta imagen de sinceridad y autenticidad se ve reforzada al presentar su escritura como algo «natural» que emana de una experiencia personal1 y que por lo tanto requiere mínimo esfuerzo: «Al contrario, siempre la tendencia es volver a escribir sobre lo que conozco mejor, sobre lo que no tengo que investigar porque lo siento adentro» («Estoy entre los fanatizados», 2004).

      Es así como Allende acorta la distancia entre realidad y ficción, y su novela de corte autobiográfico Paula es sin duda el mejor ejemplo de ello y tal vez la clave de su éxito. De modo paralelo, esta imagen de sinceridad y autenticidad tan característica de sus declaraciones en la prensa también enturbia la distancia existente entre la Allende escritora y la «verdadera» Allende, mujer, madre y esposa.

      Pero esta naturalidad con la que escribe, basada en lo personal, es en ocasiones puntualizada por declaraciones que resaltan el esfuerzo que supone también el proceso de escritura. Dichas puntualizaciones tal vez tengan como función minimizar el impacto negativo que puede tener en términos de valor literario el que Allende escriba de modo «natural»: «El que la obra esté situada en el siglo XIX ha supuesto para Isabel Allende […] un verdadero esfuerzo de documentación histórica y trabajar doce horas diarias durante siete meses para lograr sacar a la luz su nueva novela» («Plaza Janés inagura», 1999). O, igualmente, en alguna ocasión se hace referencia a su ética de trabajo con estas palabras: «Trabaja de manera metódica, con una disciplina espartana y a un ritmo de ocho a doce horas diarias. Incluye una hora de cierre, como en su época de periodista» (Delano, 2003).

      Al presentar su escritura como un trabajo arduo, que exige disciplina y preparación, Allende está apelando al público lector que ve la lectura como modo de acrecentar su «capital cultural» (Bourdieu, 1984) y que por tanto valorará encontrar elementos como una acertada contextualización histórica.

      Entonces, aunque Allende persigue por un lado que sus lectores conozcan quién realmente es y que la consideren como una persona común y corriente, por otra parte, dicho acercamiento nos desvela una realidad que no es tan común como parece ser a simple vista. Es decir, si personajes como Clara del Valle o Alexander Cold acaban mostrándose extraordinarios en las novelas, esto nos lleva a pensar que en realidad las personas y el mundo que rodean e inspiran a la escritora son también extraordinarios y no tan comunes como se nos quiere hacer pensar en un principio.

      3. LA ACTIVISTA POLÍTICA

      Otro de los elementos importantes que emerge al analizar los discursos sobre Allende en los medios de comunicación en lengua española es la relación de Allende con la política. Uno de los aspectos que se resalta y que a la vez recuerda al lector la relación estrecha entre la autora y la historia política de Chile es su apellido, Allende. No estamos hablando de cualquier escritora chilena, estamos hablando de Isabel Allende, cuyo padre era primo carnal de Salvador Allende. De hecho, probablemente parte del éxito inicial que tuvo La casa de los espíritus en España –y posiblemente en otros países también– se deba a esta conexión, presente en todo momento a lo largo de su carrera. Es más, en casi todas sus entrevistas se menciona a Salvador Allende y a Augusto Pinochet. Incluso la conexión con este

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