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Читать онлайн.Se ha dicho que he vendido porque mi apellido es Allende: a ver como si el apellido vendiera algo en alguna parte. Algunos creen que el marketing es una varita mágica. Si fuera por eso, los editores harían marketing de cada libro. Y no es así. Yo vendo mis libros porque a la gente le gusta leerlos (Delano, 2003).
Con declaraciones como estas, la escritora intenta quitarle importancia al impacto que pueda tener el apellido Allende. Estos argumentos son, a mi modo de ver, hasta cierto punto válidos, pero también habría que reconocer su peso e importancia sobre todo al principio de su andadura literaria en España.
Otros aspectos que destacan los medios de comunicación son las opiniones políticas de la escritora con respecto a numerosos asuntos, dejando claro que se trata de una mujer activa y comprometida políticamente. En numerosas entrevistas más recientes, Chile ha pasado a un segundo plano para dar protagonismo a temas que afectan a los Estados Unidos, ya que la autora lleva residiendo en California desde 1989. Por ejemplo, Allende ha sido explícita en sus declaraciones en relación con el expresidente George W. Bush: «Bush es un tejano que piensa en términos de petróleo y nos va a llevar a una guerra, mundial tal vez, por el petróleo. No me hablen de Bush, por favor» («Isabel Allende critica», 2003). Así como muestra abiertamente su desagrado por Bush, de igual modo ha declarado su simpatía hacia Barack Obama: «La elección de Obama fue una cosa fascinante […] pero hay mucho racismo subliminal, oculto en este momento en Estados Unidos en la oposición contra Obama» («Hay mucho racismo», 2009).
Incluso en una visita en 2011 a Alcalá de Henares para recibir el Premio Ciudad de Alcalá de las Artes y las Letras, la autora ofrece su opinión respecto a las protestas de los indignados diciendo que «…espera que cundan como una oleada mundial…» porque «los jóvenes no tienen nada que heredar en estos momentos más que un desastre. Si no toman el poder, no tienen vida futura» (Mendoza, 2011). Este despliegue de opiniones y comentarios sobre asuntos de corte político por un lado sirven de contrapunto a la «naturalidad» que caracteriza a su persona y narrativa, que, como he dicho anteriormente, emana de experiencias personales de la autora. No obstante, esta nueva faceta podría interpretarse como un intento de llegar a un público más amplio y dar a entender que sus novelas no solo tratan de historias familiares, sino que también incluyen temas considerados «serios», como pueden ser la política y la historia.
4. ISABEL ALLENDE: SU AMBIGUA RELACIÓN CON EL MUNDO ACADÉMICO Y EL CANON LITERARIO
La crítica sitúa la obra de Allende dentro del conocido postboom latinoamericano; tal vez por ello, y durante años, no se la ha dejado de comparar a Gabriel García Márquez y, en concreto, La casa de los espíritus con la renombrada Cien años de soledad. Algo parecido ocurre en los medios de comunicación, donde la producción literaria de Allende se presenta como «deuda literaria» con un progenitor, García Márquez, en vez de ser juzgada y valorada por sus propios méritos. Por otro lado, este vínculo tan estrecho que en un principio se estableció entre Allende y García Márquez puede haber sido beneficioso a lo largo de los años para la propia autora, ya que automáticamente se la ha asociado con los «grandes» de la literatura del boom. No obstante, y a pesar de lo positivo de dicha relación, esta a su vez perpetúa la ambigua conexión actualmente existente entre la obra de Allende, los círculos académicos españoles y el canon.
Para entender este vínculo problemático he de volver a insistir en el género de la autora y el de sus lectores. La mayoría de los lectores que leen a Allende son mujeres. Pero esto no debería sorprendernos porque, al fin y al cabo, las mujeres leen más libros que los hombres según encuestas realizadas por el Ministerio de Cultura, la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y el Grupo Planeta, por poner algunos ejemplos (Freixas, 2000: 42-43). Entonces, ¿hasta qué punto la percepción que se tiene de Allende como escritora que escribe para mujeres impacta en el reconocimiento de su obra literaria? A mi modo de ver, sí impacta y de un modo negativo. Además, a esto hay que añadir que la literatura consumida en su mayoría por mujeres siempre ha sido considerada «popular» –en el sentido de literatura de baja calidad– por «imponer falsas necesidades a sus consumidores creándoles igualmente falsas inquietudes» y por no saber «cómo inscribir –ya sea abierta o simbólicamente– los verdaderos problemas y tensiones de la experiencia femenina, proporcionándoles aunque sea en un plano utópico, soluciones satisfactorias» (Sánchez-Palencia, 1997: 41-42).
No solo esto, sino que junto con la negatividad que se atribuye al género de su público lector se encuentra, como hemos dicho, el de la propia autora. En este ámbito y según Christine Bridgwood (1986), la escritura femenina tiende a ser devaluada por el modo en el que ciertos géneros como las sagas familiares son comercializados, sugiriendo que las mujeres simplemente escriben sobre lo conocido –es decir, sus familias– y como consecuencia no poseen destrezas artístico-literarias. En este sentido, el ser mujer y escritora a la vez equivale a «popular» (en el sentido de baja calidad por cuestiones de género literario y la falta de destrezas literarias).
Todos estos factores hacen que la relación entre Allende, los círculos académicos españoles y el canon sea difícil y esté marcada por su exclusión. Tal vez esta dualidad que rodea el estatus literario de Allende junto con las duplicidades que se presentan en los discursos públicos de la autora es lo que precisamente genera tanta atracción.
CONCLUSIÓN
A modo de conclusión, en primer lugar quisiera recordar que la publicación de La casa de los espíritus en 1982 en España se hizo en unas condiciones sociopolíticas favorables para que la novela tuviera éxito. Ahora bien, ¿hasta qué punto los discursos públicos han contribuido al éxito alcanzado por Allende a lo largo de los años? Los temas recurrentes discutidos y analizados hacen referencia a la persona/personalidad de Allende, su vida familiar, cómo esta ha servido de fuente de inspiración para sus novelas, sus opiniones políticas y su lugar en el mundo literario y académico. Pero a pesar de las diferentes facetas que se muestran de la autora, existe una constante en todas ellas. Esta constante se podría resumir con una palabra: dualidad. Por un lado, la vemos como una mujer sincera, una más entre nosotras, que sobrelleva del mejor modo posible los momentos difíciles en su vida, donde la escritura surge como algo «natural», «innato», haciéndonos ver que en cada una de nosotras existe el potencial para escribir el próximo best seller. Ahora bien, al mismo tiempo, dentro de la cotidianeidad que rodea a Allende, existe otra parte extraordinaria y fascinante que ha servido en numerosas ocasiones de inspiración en su creación literaria. Además, se trata de una mujer políticamente comprometida, es decir, no únicamente habla públicamente de lo conocido, del ámbito familiar, sino de multitud de aspectos que afectan a comunidades, algunas cercanas y otras no tanto a la autora. Esta duplicidad también se hace extensiva al ámbito literario. Por una parte, se la reconoce literariamente al pertenecer al postboom latinoamericano, pero por otra se la considera «popular» por su éxito de ventas, por ser mujer escritora y leída por mujeres, a las que a su vez se asocia con literatura de baja calidad. Pero cabría destacar que es precisamente esta dualidad la clave de su éxito, la que le permite llegar a encandilar a un público diverso, que puede sentirse atraído en un primer momento por una o más de las múltiples facetas que los discursos públicos transmiten en torno a su persona y que igualmente caracterizan su obra.
BIBLIOGRAFÍA
BONNER, Frances: «Celebrity, media and history», en J. Evans y D. Hesmondhalgh (eds.): Understanding Media: Inside Celebrity, Berkshire, Open University Press, 2005.
BOURDIEU, Pierre: Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1984.
BRIDGWOOD, Christine: «Family Romances: The Contemporary