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de la unidad obrera; «por nuestra aceptación plena de la organización de la conquista del Estado, sobre las bases de la Revolución Rusa» –esto es, la dictadura del proletariado–; «por su solidaridad moral y material con el movimiento revolucionario de octubre» y «por su posición antiguerrera». Sometidos éste y otros planteamientos –como la propuesta de «bolchevizar» el PSOE– a votación entre las células madrileñas, 37 aprobaron por unanimidad sus posiciones; 10, por mayoría –aunque ciertas células plantearon algunas objeciones o propuestas (por ejemplo, que no se ingresara en la Internacional Comunista hasta que no lo hiciese el partido)–, y 11 discreparon de algunos puntos, pidieron aclaraciones sobre otros o hicieron sugerencias.188

      Por tanto, sólo en cierta medida era cierto lo que decía Gerö, uno de los miembros del Secretariado Romano de la IC, de que «los JS emplean nuestro lenguaje», porque en muchos aspectos era el lenguaje anterior al VII Congreso. Además, este lenguaje no era unánime, como indica la misma votación entre las células de la JSM, pero también una carta enviada por los jóvenes socialistas presos en la cárcel de Oviedo a su comité ejecutivo nacional en la que le pedían explicaciones por el desarrollo de la insurrección de octubre en Madrid y por su actuación en ella, criticaban su propuesta de bolchevizar el partido y defendían una alianza electoral con los republicanos de izquierda.189 Como muestran otros ejemplos citados anteriormente, la división existente en el PSOE se daba también en su organización juvenil y aunque la dirección de la FJS y gran parte de sus militantes apoyaron a Largo Caballero, también hubo organizaciones provinciales y locales y cuadros intermedios que apoyaron al centrismo socialista representado por Prieto.

      En todo caso, la posición hacia el VII Congreso de la Comintern muestra que en esos momentos el acuerdo de la FJS con la postura comunista no era total, sino que la organización juvenil seguía estando más cerca de las posiciones de la izquierda socialista que no aceptaba todavía la política de frente popular. Como ya dijo Santos Juliá, la lectura que los largocaballeristas hicieron del VII Congreso de la Internacional Comunista «era parcial y partidista, en el sentido de que leían exclusivamente aquello que coincidía con sus intereses en la lucha interna del partido y se olvidaban, o relegaban a un segundo plano, aquellas otras decisiones del congreso que impugnaban determinados aspectos de su política. Por ejemplo, la importancia que daba el congreso al bloque popular sobre el frente único».190

      La valoración realizada por la juventud socialista de los resultados de los congresos internacionales comunistas explica también la postura que mantuvo ante la formación del Frente Popular en España, frente a la de la UJCE que, como hizo el PCE, pasó a apoyar la formación de un «Bloque Popular» tras el VII Congreso. A la FJS le costó apoyar la constitución de un Frente Popular por su rechazo a cualquier alianza con los republicanos. Este apoyo fue requerido especialmente por la izquierda socialista al ser la organización juvenil uno de sus principales baluartes. Todavía en noviembre de 1935 se hablaba de que dos de los tres representantes de la FJS en una reunión conjunta con el PSOE y la UGT –«Leoncio» (Pérez) y Hernández Zancajo–, estaban en contra de la coalición, aunque Santiago Carrillo dijo esperar que la organización juvenil la aprobara.191 La FJS aceptó el Frente Popular en diciembre de 1935, justificándolo por la «obligación de intentar salir a través de ella [la lucha electoral] de esta dolorosa situación», en clara referencia a las consecuencias de la represión de la insurrección de octubre de 1934, pero especificando también que no renunciaba a sus entonces objetivos máximos de «revolución y dictadura del proletariado»: este compromiso no va a «economizarnos una revolución». Planteaba también que, paralelamente, las organizaciones proletarias tenían que preparar «sus cuadros de lucha para los acontecimientos que puedan sobrevenir» y que debía «intensificarse la labor de depuración orgánica» del partido. Continuas referencias a la amnistía habría también en la «explicación oficial» de la dirección juvenil socialista. Y, dado lo analizado anteriormente, difícilmente se puede decir que estas matizaciones eran «manifestaciones justificativas del abrazo de las teorías de Dimitrov y de la Internacional Comunista», siendo Dimitrov uno de los principales, sino el más importante, impulsor del frentepopulismo en el movimiento comunista.192

      Si bien es cierto que Carrillo se definió públicamente como «comunista» antes de la formación del Frente Popular («las rectificaciones de la III Internacional» nos colocan «en un plano político semejante al de los comunistas»), no es menos cierto que esta identificación no estaba tan clara con referencia a la política de alianzas, de la que no hablaba en su definición de «comunista».193 A finales de noviembre de 1935, le había dicho a Margarita Nelken que el discurso de Dimitrov en el congreso de la Internacional Comunista le parecía «magnífico», pero que había cosas con las que no estaba de acuerdo, «sobre todo en lo que se refiere al modo de llegar al Frente Popular en España, para el que no considera tramite obligado el frente previo de la clase obrera», lo que rechazaba: sin el frente obrero, no podía «haber una alianza con la burguesía».194

      El papel de las organizaciones juveniles en el proceso de formación del Frente Popular fue bastante escaso. Ni la UJCE ni la FJS tuvieron representación propia en los comités que discutieron el programa y elaboraron las candidaturas del Frente Popular, aunque las juventudes socialistas consiguieron que miembros destacados de su organización estuvieran en las listas electorales y fueran elegidos diputados: es el caso, por ejemplo, en Madrid, de Carlos Hernández Zancajo (por la circunscripción de la capital) y Luis Rufilanchas195 (por la circunscripción provincial). Además, la FJS tuvo un representante (José Cazorla) en el llamado «comité paralelo» formado entre las organizaciones obreras, y éste firmó el programa del Frente Popular en nombre de la organización juvenil socialista, lo que muestra que ésta había logrado un grado de autonomía del partido mayor que el de la UJCE con respecto al PCE. Sin embargo, los responsables de las tres principales organizaciones juveniles de los partidos que integraban el Frente Popular fueron candidatos a diputados: Carlos Hernández Zancajo, por Madrid capital; Trifón Medrano, secretario de la UJCE, por Ciudad Real; y Prudencio Sayagués, presidente del Comité Nacional de la Juventud de Izquierda Republicana, por Huelva.196

      La juventud jugó un papel destacado en la actividad propagandística de cara a las elecciones y el llamamiento conjunto de las direcciones de la FJS y la UJCE a votar al «bloque popular» utilizó ya el lenguaje del PCE, e incluyó también algunas reivindicaciones juveniles, como la enseñanza laica y gratuita, la creación de escuelas de oficios, el libre acceso a la universidad de todos los jóvenes capacitados, la jornada de seis horas para los menores de 16 años, la abolición de lo que llama «ley de Salazar Alonso», es decir, del decreto que limitaba la participación política de los jóvenes, o la concesión «de todos los derechos políticos» a la juventud. Recién entonces las organizaciones juveniles (comunista, socialista y republicanas) celebraron actos conjuntos.197 También realizaron llamamientos conjuntos pidiendo expresamente a los militantes de la CNT que votaran al Frente Popular.198

      Mundo Obrero destacó el papel de los jóvenes en el triunfo del Frente Popular –«la juventud se ha volcado unánime en apoyo de la victoria», «lo mismo que preparó con su audacia y agitación el éxito de este día», fue el «rondín vigilante para la seguridad de la expresión de la voluntad popular», lo que creaba al nuevo gobierno republicano, según el periódico comunista, «una deuda urgente en cancelar», dando respuesta a las necesidades de la juventud. Se hacía una referencia expresa a la concesión de derechos políticos a los jóvenes desde los veintiún años, como había recogido el programa elaborado por la FJS, aspiración en la que, decía, «coinciden las grandes masas juveniles laboriosas de España».199

      La FUE vio en el triunfo del Frente Popular «el fin de un bienio ominoso para la enseñanza y la promesa de un mejoramiento en todos los aspectos de la cultura». Pronto reconoció que el nuevo gobierno había intensificado la creación de escuelas pero «esto no es bastante»: «Continúa sin rectificarse el examen de ingreso, no se ha devuelto la representación escolar en los claustros. Prosiguen haciendo como que enseñan bastantes señores ineptos. Y sobre todo, permanece el señoritismo jactancioso como dueño de la Universidad». Parece que la recuperación de la legalidad tras las elecciones de 1936 permitió también un nuevo crecimiento

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