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presidente de la JSM.135

      Mientras tanto, se iba afirmando en la FJS el rechazo a la posición de la Internacional Juvenil Socialista, tras la reunión celebrada por su buró político en Lieja el 3 de agosto, en la cual uno de los temas tratados fue el frente único y la lucha contra el fascismo. La organización juvenil socialista española consideró que esta reunión había ratificado una «línea claudicante», al rechazar las posiciones de la izquierda de la IJS (las secciones francesa, española, belga e italiana), que habían propuesto iniciar conversaciones con la Internacional Juvenil Comunista, y que era «de todo punto imposible salvar a la Internacional». Esta ruptura con la Internacional Juvenil Socialista no supuso todavía un acercamiento a la comunista, ya que la FJS planteó que la organización juvenil tercerista debía «renunciar a la idea de que las secciones que se desgajen» de la IJS entraran en su seno y que eran «muchos los errores» de la Tercera Internacional. Definió como «peregrina» la propuesta que le hizo la UJCE de ingresar en la IJC y dijo que eran los jóvenes comunistas los que debían ingresar en la organización juvenil socialista: «Porque somos los más, porque nuestra influencia es mayor y porque vamos directamente a la conquista del poder proletario».136

      A pesar de la continuación de las discrepancias, el rechazo al decreto que limitaba la militancia política de los jóvenes hizo que la FJS y la UJCE realizaran por primera vez acciones conjuntas no derivadas del asesinato previo de algún miembro de sus organizaciones. Sus secciones de Madrid convocaron una manifestación de protesta para el 6 de septiembre, que tuvieron que suspender al no ser autorizada. Finalmente, el 14 de septiembre, la JSM y la JCM celebraron por primera vez un acto unitario. Aunque convocado formalmente contra el decreto sobre la militancia juvenil, intervinieron no solo representantes nacionales de la FJS y de la UJCE, sino también del PSOE y del PCE, y los oradores se centraron en criticar la situación de la República, defender la toma revolucionaria del poder por parte de las organizaciones obreras y apoyar la unidad de acción.137

      En las acciones violentas más importantes realizadas en Madrid durante la insurrección de octubre de 1934 participaron principalmente jóvenes e, ineficaz el comité revolucionario socialista, la escasa coordinación y dirección que hubo en la capital de la República fue realizada por los miembros jóvenes de las milicias, como José Laín Entralgo, del que se dijo que fue el que dio la orden de vuelta al trabajo a los milicianos, o Fernando de Rosa, destacado socialista italiano. Ellos eran también los responsables de los dos sectores de las milicias que más actuaron en octubre y la organización juvenil tuvo también un «mártir» madrileño, Ángel San Juan, de 21 años, muerto en un enfrentamiento con las fuerzas de orden público en uno de los círculos socialistas de la ciudad.138

      Y sí el importante papel de la juventud en los sucesos de octubre fue destacado ya en su momento por mayores de diferentes tendencias políticas, también los jóvenes fueron muy conscientes de éste, como indica la frase con que se inicia este apartado. José Leiva agregaba que en Asturias «las juventudes marxistas y libertarias desempeñaron funciones responsables y principalísimas», pero desde la juventud socialista ya se había dicho en abril de 1936 que los jóvenes habían sido «la vanguardia del proletariado en octubre».139

      La represión de los sucesos de octubre de 1934 afectó en mayor o menor medida a todas las organizaciones juveniles progresistas y de izquierdas, no sólo a las relacionadas con los diferentes partidos obreros. Como cuenta Tagüeña, «las asociaciones profesionales de estudiantes habían sido expulsadas de sus locales universitarios y los falangistas, prácticamente, eran los dueños de la Universidad. El fracaso de la revolución de octubre resolvió la pugna entre la FUE y la Falange en provecho de esta última»: se anuló definitivamente la representación escolar de la UFEH, se cerraron sus locales y se prohibió que celebrara asambleas y congresos.140 Sin embargo, las organizaciones juveniles de izquierda continuaron actuando y relacionándose aunque fuera clandestinamente y con limitaciones.

      La nueva situación política no impidió el funcionamiento de las Juventudes Libertarias –probablemente, además, más acostumbradas que las socialistas a la actuación en clandestinidad. Por ejemplo, el 22 de octubre de 1934 las Juventudes Libertarias de La Unión (Murcia) informaron al Comité Peninsular de que habían empezado a organizar el primer congreso provincial de la organización. El congreso se celebró finalmente el 13 de enero de 1935, con representantes de ocho secciones locales, mientras otras seis no pudieron asistir por falta de medios económicos.141 Sin embargo, los distintos grados de represión implicaron numerosas diferencias regionales y locales, como muestran los informes enviados por el Comité de Relaciones del Norte, que en agosto y septiembre de 1935 decía que poco a poco se iban reorganizando las secciones que habían quedado «destrozadas» tras octubre. El comité juvenil libertario reconocía su escasa influencia, cifrando en unos 64 los militantes concentrados en Beasain, Rentería, Reinosa y San Sebastián, mientras que no tenía noticias de otras cuatro secciones: Tolosa, Vitoria, Pasajes y Santander. La Federación Local de Juventudes Libertarias de Melilla decía el 21 de marzo de 1935 que «en el protectorado no hay libertad ninguna y se persigue toda la prensa obrera y liberal». Hablaba de la existencia de organizaciones juveniles libertarias en Melilla, Ceuta, Larache, Acila (sic) y Tetuán, aunque desde esta última se decía tener, en enero de 1936, sólo unos 15 afiliados.142

      También las juventudes socialistas se empezaron a reorganizar rápidamente: por poner solo algún ejemplo, ya el 20 de noviembre de 1934 se reestructuró la sección de Gijón de la Juventud Socialista, acordando «eliminar (sic) transitoriamente (…) a los camaradas que hayan estado al margen del movimiento o que no merezcan confianza en estos momentos» y ya entonces se dio lectura a una circular de la dirección nacional de la FJS que pedía que se enviaran direcciones particulares para mantener el contacto. En diciembre, la ejecutiva nacional juvenil envió otra circular con «instrucciones para la estructuración de las secciones para la actuación en la clandestinidad», organizándose en células, según el modelo comunista. A finales de diciembre, la Juventud Socialista (JS) de Gijón acordó adoptar «la nueva estructura» propuesta por la dirección nacional.143 Y no fue solo la sección de Gijón la que se reorganizó: también lo hizo la de Oviedo que fue la que prestó los fondos que permitieron volver a funcionar a la comisión provincial, que celebró un pleno el 21 de abril de 1935.144 La Juventud Socialista Asturiana (JSA) organizó a sus secciones en células, aunque parece que las secciones juveniles socialistas prefirieron volver a la vía legal en cuanto fue posible: de 9 de enero de 1936 es un reglamento de una «organización juvenil socialista de Asturias» presentado el día 11 al gobierno civil provincial, mientras que la Federación Provincial de Alicante de la FJS celebró un pleno el 3 de noviembre de 1935 en el que se acordó legalizar la federación, lo que se hizo en diciembre.145 Esto no quiere decir que la represión no hubiera hecho mella en la FJS: por ejemplo, la JSA informó de que tras octubre de 1934, entre exiliados, presos, enfermos, y otros de los que se decía que se habían «alejado» de la organización, sólo habían permanecido activos dos miembros de su ejecutiva, Ramón Suárez y Rafael Fernández Álvarez.146

      Probablemente aprovechando el fin del estado de guerra, la comisión ejecutiva provincial de Santander convocó el 19 de abril de 1935 un pleno de militantes que se celebró el día 28 y al que asistieron representaciones de 12 secciones, lo que nos hace suponer que asistieron todas las existentes, dado que en su congreso anterior contaba con 11. En ese pleno se debatió la organización en células propuesta por la Ejecutiva de la FJS, que rechazó la sección de Astillero considerando que «con la actual [estructura] realizan su misión con completa normalidad» y que era «una copia de la organización comunista», que podría usarlo a su favor. Santander planteó que el funcionamiento ilegal era necesario en las capitales con gran número de afiliados y se aprobó finalmente dar libertad a los pequeños pueblos de la provincia para implantar o no la nueva estructura organizativa. Se debatió también la posición de la FJS después de octubre y fue nuevamente la sección de Astillero la que, tras expresar su apoyo a la «posición revolucionaria», precisó que había «llegado el momento de emplear la táctica oportunista» y mostró su «profundo desagrado» con la campaña que desde el periódico clandestino de la FJS, Octubre, se realizaba contra «algunos elementos del partido»: la atención debía

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