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El genocidio silenciado. Súlim Granovsky
Читать онлайн.Название El genocidio silenciado
Год выпуска 0
isbn 9789507547140
Автор произведения Súlim Granovsky
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Los líderes nazis reconocieron expresamente su intención de destruir por completo a los polacos y los rusos; de destruir demográfica y culturalmente el elemento francés en Alsacia Lorena y a pueblos eslavos. Casi logran su objetivo de exterminar a los judíos y los gitanos en Europa (...) Obviamente, la experiencia alemana es la más impresionante y más deliberada y completa, pero la historia nos ha proporcionado otros ejemplos de la destrucción de naciones enteras, así como de grupos étnicos y religiosos. Por ejemplo, la destrucción de Cartago; la de los grupos religiosos en las guerras islámicas y las Cruzadas; las masacres de los albaneses y los valdenses, y, más recientemente, la masacre de los armenios.1
Lemkin se pregunta: “¿Será asesinato en masa el nombre adecuado para un fenómeno como éste?”.2 Al preguntarse cómo puede calificarse el intento de destrucción de una nación y de borrar su personalidad cultural, considera inadecuado el término “desnacionalización” porque no resalta la destrucción biológica. Por esa misma razón, no valen los términos “germanización” o “italianización”, porque los alemanes no quieren “germanizar” a los judíos o a los polacos en la Polonia occidental (“Hitler declaró muchas veces que la germanización podría realizarse con la tierra, nunca con los hombres”3), sino erradicarlos por completo. Algo que lograron los turcos en su Imperio al aniquilar físicamente a los armenios y usurpar sus territorios y bienes.
No puede haber armenio en la tierra que no se estremezca por lo acontecido a sus antepasados. La lucha debe continuar, y requiere de todos, más allá de respetar las banderas políticas de cada uno, más allá de los conflictos internos, más allá de cada fecha, de cada discusión ideológica o filosófica, esta fecha es la más importante para los armenios: el 24 de abril marca el intento de aniquilamiento de una nación… pero esta nación no quiso morir, y no murió.4
Quisiera ver a algún poder en el mundo destruir esta raza / esta pequeña tribu de gente sin importancia cuya historia se ha terminado / cuyas batallas han sido combatidas y perdidas / cuyas estructuras han destruido / cuya literatura no es leída / cuya música no es escuchada / cuyas plegarias no se pronuncian más. / Adelante, destruyan esta raza / déjennos decir que otra vez es 1915 / hay guerra en el mundo / destruyan Armenia / a ver si pueden hacerlo / láncenlos de sus hogares al desierto / déjenlos sin pan ni agua / quemen sus casas y sus templos / vean si no viven de nuevo / vean si no ríen de nuevo / vean si logran que dejen de mofarse de las ideas del mundo / Adelante, traten de destruirlos.5
1.1. SENTIDO DEL TÉRMINO “GENOCIDIO”
Lemkin define el término “genocidio” como “un plan coordinado compuesto por diferentes acciones que apuntan a la destrucción de los fundamentos esenciales de la vida de grupos nacionales con el objetivo de aniquilar a esos grupos”.6 El genocidio, agrega, no es un crimen nacional sino que es un crimen en el cual toda la sociedad internacional, en cuanto tal, debería estar interesada. Es legal, moral y humanitariamente un crimen internacional.
Las consideraciones culturales, señala Lemkin, se muestran a favor de la protección internacional de grupos nacionales, religiosos y culturales. Toda nuestra herencia es producto de las contribuciones de todas las naciones.
Podremos entender esto mejor cuando nos percatemos qué tanto se habría empobrecido nuestra cultura si a los pueblos sentenciados por Alemania, como el de los judíos, no se les hubiera permitido crear la Biblia, o dar a luz un Einstein, o un Spinoza; si los polacos no hubieran tenido la oportunidad de darle al mundo un Copérnico, un Chopin; los checos un Huss, un Dvorak; los griegos, un Platón o un Sócrates; los rusos, un Tolstoi o un Shostakovich.7
El genocidio en tiempo de paz crea tensiones internacionales y conduce a la guerra, intuyó acertadamente Lemkin.
1 Lemkin, Rafael, “Genocide”, en revista American Scholar, vol. 15, nº 2, abril de 1946, pp. 227-230. El texto traducido al español por Carlos Mario Molina Arrubla puede leerse en www.preventgenocide.org.
2 Ibíd.
3 Ibíd.
4 Disponible en http://www.armenia.com.uy/genocidio/genocidio_3.htm.
5 Este poema pertenece al célebre poeta armenio William Saroyan (1908-1981). Disponible en http://www.armenia.com.uy/genocidio/genocidio_3.htm.
6 Lemkin, Rafael, El dominio del Eje sobre la Europa ocupada, Fundación Carnegie para la Paz, Prometeo, Buenos Aires, 2009, cap. IX.
7 Lemkin, ob. cit.
2. EL GENOCIDIO COMO UN CRIMEN INTERNACIONAL
Por su naturaleza legal, moral y humanitaria, el genocidio tiene que ser considerado un crimen internacional, y así lo hace en 1945 la Carta de las Naciones Unidas, en su artículo 1, al estimular el “respeto [internacional] de los derechos humanos”, indicando que la negación de tales derechos por cualquier Estado es materia que concierne a toda la humanidad.
¿Cómo darle estructura legal al genocidio para reconocerlo como un acto que demanda una justicia internacional? Hay antecedentes que reconocen como crímenes internacionales la piratería, el comercio de drogas, la falsificación de moneda o la trata de personas. Lemkin ya tenía claro que debe haber represión universal y, a manera de ejemplo, sostenía que, si un falsificador de moneda se fuga de la justicia de su país, puede ser sancionado válidamente en el lugar donde buscó refugio.
Extendiendo su tesis a los tiempos de guerra, afirma que, si asesinar a un judío es un crimen, el asesinato de todos los judíos y polacos es igualmente un crimen porque evidencia premeditación y un estado de sistemática criminalidad que impone el agravamiento de la sanción.
En los juicios de Núremberg, la fiscalía dijo que los acusados “condujeron un genocidio sistemático y deliberado —la exterminación de grupos raciales y nacionales— contra poblaciones civiles de ciertos territorios ocupados en orden a la destrucción de razas particulares y clases de personas, y grupos nacionales, raciales o religiosos, particularmente judíos, polacos, gitanos y otros”.8
“Únicamente después de la cesación de las hostilidades, puede revisarse el horrible cuadro de los genocidios cometidos en los países ocupados”,9 predijo acertadamente Lemkin. Seguramente, cuanto sostuvo Lemkin habrá influido en el Tribunal Militar Internacional de Núremberg (1945), que juzgó a los nazis por sus crímenes contra la humanidad e incluyó en el Acta la palabra “genocidio”, aunque todavía sin adjudicarle un valor jurídico. En Núremberg, Lemkin trabajó con un equipo norteamericano en la preparación de los juicios. La sombra de la tragedia lo alcanza cuando descubre, precisamente en Núremberg, que 49 de sus familiares, entre ellos sus padres, perdieron la vida en el Gueto de Varsovia y en las marchas de la muerte.
Lemkin murió en 1959, pobre y agotado por sus luchas. Hasta el último día bregó por que los Estados ratificasen la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, que habían aprobado las Naciones Unidas en 1948. El término por él creado dejó de ser simplemente descriptivo cuando se reconoció legalmente el genocidio como un crimen internacional que las naciones