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Boston. Todd McEwen
Читать онлайн.Название Boston
Год выпуска 0
isbn 9788415509691
Автор произведения Todd McEwen
Жанр Языкознание
Издательство Bookwire
El pasillo 40 era atractivo y Fisher disfrutó avanzando por él. Se encontró rodeado de libros sobre la vida en sus formas más sencillas y lastimosas. Apasionado plancton, el drama de las diatomeas. Se detuvo en la estantería indicada y buscó el libro que Smith tan ardientemente deseaba. Fisher coordinaba la edición del último libro de Smith. Esto significaba teclear y volver a teclear cientos de páginas de ecuaciones diminutas. Encontró Mitocondrias para modernos y lo sacó de la balda. Era un viejo libro de páginas ya amarillentas lleno de fórmulas. A Fisher se le redujo la temperatura corporal ostensiblemente. Voy a tener que teclear esto pensó Todo esto. Miró a un lado y otro del pasillo y al no ver a nadie puso el libro en el suelo haciéndolo descansar sobre los bordes como una tienda de campaña. Cogió una caja de cerillas del bolsillo y a toda prisa prendió fuego al libro. Se agachó y sopló para avivar las llamas que rápidamente se hicieron con las viejas y secas páginas. Dio un paso atrás y admiró la fogata. La pateó ligeramente para mantenerla alejada de los libros de la balda inferior. Mientras permanecía contemplando el chisporroteante libro sonó una alarma. Estrujó la caja de cerillas en su bolsillo y se dio la vuelta para salir. Pero en ese momento vio a Miss Mapes corriendo hacia él por el largo pasillo 40.
¿Qué pasa? jadeó al llegar a su lado. ¡Ese libro está ardiendo! la informó Fisher señalándolo y adoptando una mirada de preocupación. ¡¿Qué?! exclamó ella en pleno ataque de pánico. Ha sido de lo más extraño explicó Fisher girándose para seguirla cuando ella comenzó un rápido trote de regreso a su escritorio. Contempló su culo agitándose en la falda caqui. Estaba caliente siguió Fisher Casi abrasando cuando lo cogí de la estantería. Aún a la carrera Miss Mapes se giró y lo miró con ojos extrañados. Extrañados sí pero confiados pensó Fisher antes de concluir ¡Y entonces echó a arder!
Miss Mapes alcanzó el mostrador y sacó un pequeño extintor que había debajo. ¡Tengo que salvar la biblioteca! gritó ¡Fuego! Estudiantes de otras tierras levantaron las cabezas de sus mesas sin comprender nada. Inferno? Shénme…? Miss Mapes volvió al galope al pasillo 40 seguida de Fisher quien de nuevo desde atrás admiraba su constitución equina a través de las líneas clásicas de su sobrio traje. La vio agacharse y sonrojada por tanta alteración rociar espuma blanca sobre el humeante libro que en realidad ya había ardido por completo. La alarma continuaba sonando. Miss Mapes vació por completo el extintor sobre el pequeño montículo negro para más tarde con delicadeza pisotear la torre de espuma que había construido. Se volvió hacia Fisher y contempló el desastre humeante. ¿Dijiste que estaba caliente? le preguntó arrugando sus finas cejas. Sus ojos brillaban como el río Delaware avanzando entre ondeantes campos de cereal, cuyas espigas serían sus pecas (solo unas pocas). Sí aseguró Fisher Estaba caliente al tocarlo y luego ardió. Caminaron de regreso al mostrador. Hemos tenido suerte de que yo lo hubiera cogido se felicitó Fisher Podría haber ardido todo. Tendré que llamar al jefe de biblioteca contestó Miss Mapes. Fisher contempló su bronceada mano marcar ágilmente el número. Habló un minuto y otro más tarde un hombre que olía a ámbar gris aparecía encorbatado junto a Fisher. ¿Qué sucede Alison? Así que Alison pensó Fisher. Un libro se ha quemado señor Ropp. ¡¿Qué?! estalló el hombre, que había estado observando a Fisher. Un caso de combustión espontánea intervino este sin que nadie le preguntara. Los ojos del señor Ropp se entrecerraron alarmantemente. Los libros no hacen eso caballero. ¿Y quién es usted si puede saberse? Ah Fisher, William Fisher, soy administrador en Ingeniería. Ropp lo miró desdeñoso de arriba a abajo. ¿Era un ejemplar antiguo? Sí respondió Alison Era un viejo texto de bioquímica. Casi alquímico de tan viejo bromeó Fisher de nuevo sin que nadie se dirigiera a él. Muy divertido dijo Ropp Combustión espontánea en mi biblioteca. Sí asintió Fisher Todo es un infierno últimamente. Ropp le lanzó una mirada penetrante y se giró hacia Alison. ¡Apaga la alarma por Dios Santísimo! Y se alejó caminando. Cuando llegó a su despacho gritó ¡Haz un informe! Sus ojos desaparecieron tras intentar sondear el alma de Fisher.
Alison ofreció a Fisher una sonrisa maravillosa. La alarma seguía sonando. Necesitaré tu número de teléfono. 2197 dijo Fisher. Y ella preguntó ¿Cuál es el teléfono de tu casa? 490 2770 respondió Fisher absolutamente sorprendido. Ella levantó la vista y le sonrió afectuosamente, espléndidamente. Te llamaré para esto sonrió. El significado de sus palabras no ofrecía duda o eso creía Fisher. Se sonrojó, sonrió y dio un tropezón hacia atrás. Sí claro vale tartamudeó. Se giró y se dirigió hacia la puerta. No me lo puedo creer pensó Podría llamarme a casa Alison Mapes. Pero al abrir la puerta fue arrojado al suelo por una poderosa corriente de agua, fue derribado y zarandeado de vuelta a la biblioteca ¡por un torrente de agua! que rugió al adentrarse en la sala. Mientras Fisher trataba de luchar contra la embravecida catarata y secciones aisladas de su cerebro intentaban entender qué sucedía escuchó voces y a Alison que gritaba ¡Parad! ¡Parad! Un instante después cesó el torrente y mientras Fisher se levantaba a tientas con punzadas en la piel y zumbidos en los oídos vio a la pandilla de latinos que formaba el cuerpo de bomberos del instituto. Todos llevaban chubasqueros amarillos y suestes y estaban tan empapados como Fisher. Los cuatro permanecían con una manguera que aún goteaba agua en las manos y miraban a Fisher con reticencia. Alison apareció corriendo. ¿A qué viene esto? preguntó mirando por algún motivo a Fisher. ¿A mí qué me cuentas? respondió enfurecido ¡A ellos, pregúntales a ellos! Alison miró al cuerpo de bomberos. La larma dijo uno de ellos Estaba la larma. Fisher miró su ropa, que tenía la coloración mate propia de la tela empapada. Sus zapatos eran batiscafos. No me lo puedo creer pronunció. Lo siento tío se disculpó otro miembro del cuerpo. Fisher miró a Alison y comprendió abatido que ella podría echarse a reír en cualquier momento. Colorado, atravesó el grupo y salió al pasillo. Los zapatos chapoteaban sobre las baldosas. Dobló una esquina y se detuvo a mirar por la ventana la ciudad congelada. Estoy empapado pensó. No sabía qué hacer. No podía irse a casa, hacía siete grados bajo cero en el exterior. Comenzó a caminar de regreso a su oficina.
Encontró miradas de extrañeza en los pasillos. El ser humano no está en su entorno pensó Fisher Cuando se encuentra en el bosque, en la montaña o en el mar. Tampoco en el desierto, en el Ártico o en la Antártida. El entorno del ser humano es la oficina. Nuestra lucha. La oficina. Es infernal. Pero ¿quién dijo que nos tenga que gustar nuestro entorno? ¿Quién le ha preguntado a las estrellas de mar si disfrutan reptando en un fondo arenoso y oscuro? ¿Quién sabe si la iguana es feliz en un colchón de guano secado al sol? Es peligroso poner en duda el entorno de la gente. Se ponen histéricos. ¡Estúpidos! soltó Fisher echando chispas ¿No habéis visto nunca a nadie calado hasta los huesos? Hacia la oficina. Una mujer amarillenta sacó la cabeza de su despacho y con una sonrisa dentona exclamó Oh ¿llueve? Fisher valoró la posibilidad de golpearla con uno de sus zapatos que podrían fácilmente pesar setenta kilos pero ¿cómo levantarlos? Todo lo que podía hacer era caminar en su ropa empapada y pesada. Alcanzó trabajosamente la puerta de su oficina y entró. Inmediatamente una voz desde el otro lado del panel.
¡Fisher! ¿Dónde está el libro? ¡No lo tenían! gritó Fisher ¡Ha desaparecido! Se sentó y alargó la mano para encender el flexo. Al tocar el interruptor recibió una descarga eléctrica. ¡Aaaah! chilló. ¡No hagas ruido! respondió una voz. ¡Estamos trabajando! Al sentarse y combarse hacia delante, su ropa comenzó a gotear sobre la silla y en el suelo. Ante el incesante goteo consideró diversas formas de secar la ropa. Podría bajar al sótano y abrazar una cañería de