Скачать книгу

¿Te callarás o qué? llegó la respuesta. Vale pensó Fisher. Hizo un cartel que decía ESTOY DESNUDO, lo rompió, escribió otro que decía SALÍ A COMER y lo colgó en la puerta, la cerró por dentro y apagó la luz. Se quitó los zapatos y los calcetines, pantalones calzoncillos chaqueta camisa y camiseta interior y los colgó sobre el largo radiador. Comenzaron a silbar y a llenar la habitación de vapor. Se sentó en el escritorio y trató de acostumbrarse a la sensación de estar desnudo. Si suena el teléfono lo responderé sin ropa pensó. Si acepto ciertas cuestiones de presupuesto mientras esté desnudo quizá podría utilizar esto como excusa para cambiarlo a mitad de año. Una forma de eludir los inevitables atascos presupuestarios de abril. Tendría qué responder a los auditores del Gobierno. «Pero aseguró que el equipamiento para este proyecto costaría solo diez mil dólares». Sí, pero estaba desnudo cuando acepté. «¡¿Cómo?! ¿Y qué pasa con la fecha de finalización?». Lo siento pero no estaba vestido cuando me comprometí a cumplir esa fecha. Estaba desnudo, ¡desnudo en mi oficina!

      ¡Fisher! gritó una voz. Fisher dio un respingo y se golpeó la rodilla desnuda contra el escritorio. ¡¿Qué?! No te pongas de mala leche conmigo dijo la voz ¿Qué te pasa? Estoy desnudo pensó. Estoy ocupado dijo. ¿Qué hora es? preguntó la voz. La una. Pídenos comida en el comedor para dos. Vale. Así que voy a hablar desnudo al teléfono pensó. Marcó el número del comedor del instituto. ¿Sí? respondió una vocecita que parecía salir de una sopera. ¿Es el comedor? Quiero reservar mesa para dos. ¿Sabes lo que llevo puesto? pensó. ¿A qué nombre? contestó la vocecita, disgustada, ahogándose en la sopa. Smith de Ingeniería. La voz colgó de repente. Fisher hizo lo mismo y miró la piscina de agua que rodeaba su silla. ¡Hecho! comunicó al otro lado. ¡Por Dios Santo, cállate! bramó la voz.

      Fisher alargó el brazo y con mucho cuidado esta vez encendió el flexo. Se dio cuenta alertado de que necesitaba ir al baño. Su ropa aún silbaba sobre el radiador, escuchó a gente atravesando el pasillo y vio sus sombras en el cristal opaco de la puerta. Incluso si salgo a la carrera tras esperar a que esté en calma pensó Con la suerte que tengo me estrellaría contra Brenda Moran que hoy precisamente habrá decidido comer más tarde. Fisher se imaginó a sí mismo resbalando en el punto donde patinó por la mañana y volando desnudo más allá del cuarto de baño cruzando la escalera para salir disparado por la lámina de vidrio de la ventana hacia la calle Arlington. Tendré que esperar pensó Aguanta soldadito. Su ropa estaba en algún lugar de la densa nube que llenaba la habitación. Fisher decidió que no estaba seca. Entonces percibió horrorizado los sonidos propios del fin de una reunión en la otra mitad de la oficina. Fisher fue consciente de que la puerta interior de la oficina estaba a punto de abrirse y en pánico su mente le ofreció alocadas imágenes de rutas fantásticas para una huida desnudo, pero la puerta se abrió y aparecieron los profesores Brown, Jones y Smith.

      Los tres se detuvieron y miraron a Fisher desnudo. ¡Coño! dijo Brown. Uuuh dijo Jones. ¿Qué cojones…? dijo Smith. ¡Un momento! se defendió Fisher dando un salto Estaba a punto de ir al baño. ¿¡Pero aquí coño, aquí?! gritó Smith. ¡Fisher! exclamó Jones ¿Qué haces, chaval? ¿Qué es todo este vapor? preguntó Brown. Mi ropa está mojada explicó Fisher Me empaparon en la biblioteca y tuve que quitármela y ponerla sobre el radiador. ¿Cómo cojones te empapaste en la biblioteca? soltó Smith. Fueron los latinos se defendió Fisher. ¿Latinos, qué latinos? se extrañó Smith. De pronto Fisher fue incapaz de encontrar palabras. Los tres hombres miraron al unísono el vendaje de la cabeza, de ahí al radiador y de vuelta a la desnudez de Fisher. Vámonos dijo Jones. Venga dijo Brown. ¡Vístete por Dios! dijo Smith. Fueron hacia la puerta y la abrieron en un ángulo más que peligroso. Fisher vio a Brenda Moran en su oficina al otro lado del pasillo pero ella no levantó la vista. Smith fue el último en salir. Hablaremos luego amenazó rencorosamente a Fisher. ¡Estoy contando la verdad! respondió Fisher cuando la puerta se cerraba violentamente. Helado, se sentó en la silla.

      Desnudo pensó Fisher Me han descubierto desnudo en la oficina pero aun así me siento aburrido y alienado. Se acercó al radiador y tocó su chaqueta que parecía que pudiera estar seca. Estaba goteando. Se levantó y trató de escurrir las pesadas prendas lanzando un chorro de agua hacia el suelo y bajo la puerta. Puso el montón arrugado otra vez en el radiador y se sentó. Sonó el teléfono. ¿Qué? respondió exánime. ¿El señor Fisher? dijo una voz tratando de transmitir algo más allá de su connatural importancia. ¿Sí? contestó Fisher. Llamamos de seguridad. ¿A esto llamáis seguridad? pensó Fisher. ¿Qué quiere? Bueno esto el profesor Smith nos dijo que quizá no sencontraba muy bien señor Fisher y esto… quiere que vayamos a verlo y llevarlo a casa quizá. ¡Por Dios! saltó Fisher No me pasa nada. Solo me he desnudado, ya está. Silencio. ¡Después de que me calaran esos putos latinos! ¿Qué latinos caballero? ¡Ah ahora os importa! ¡El cuerpo de bomberos! ¿Por qué no le pregunta nadie al cuerpo de bomberos? gritó. Está histérico perdido dijo la voz a una tercera persona Nunca mencontrado con algo así, ¿cácemos? Tranquilízalo recomendó otra voz. ¡Estoy tranquilo estoy tranquilo! afirmó Fisher Estoy tratando de contaros que el puto cuerpo de bomberos me tiró al suelo a manguerazos en la biblioteca y me vine aquí a secar la ropa. ¿No tiene de repuesto? sugirió la voz. ¿Ropa de repuesto? bramó Fisher ¡Trabajo en una oficina! El aire y la luz son filtrados y procesados, no hay meteorología aquí dentro. ¿Si trabajara aquí tendría ropa de repuesto sargento? Estooo… no caballero resolvió la voz. Y a la otra voz No sé, lo mismostá bien. Fisher hervía de rabia al ver sus piernas desnudas y la piscina de agua. Bueno venga concluyó Fisher Si llaman a la biblioteca les contarán que me empaparon de agua allí esta mañana. Quiso añadir ¡A no ser que sean también parte de esta broma! Pero se acordó de Alison y decidió callarse. Pero caballero dijo la voz ¿Qué pasa con ese… esto… vendajensangrentado de la cabeza? El profesor Smith dijo que esto… ¡Mi vendaje no tiene nada que ver con mi comportamiento! rugió Fisher colgando el teléfono de un golpe. Decidió que debía vestirse estuviera o no estuviera la ropa húmeda. Se levantó del escritorio y se acercó al burbujeante radiador para coger los calcetines. Llamaron a la puerta. ¿Quiéeeen eeees? preguntó Fisher musicalmente. Soy Alison Mapes, de la biblioteca respondió una voz. Y mientras pronunciaba su nombre ¡la voz sacó una mano que abrió la puerta!

      ¡No! gritó Fisher mientras Alison metía la cabeza en la habitación y lo miraba boquiabierta. Fisher colocó un calcetín pudoroso frente a su cuerpo. ¿Qué quieres? gimoteó viendo a Brenda Moran que estaba a punto de levantarse de su mesa al otro lado del pasillo. Yo… yo… balbuceó Alison. ¡Cierra la puerta! gritó Fisher. Entró en la habitación y cerró la puerta. No estás vestido dijo Alison mirando a Fisher de arriba a abajo con recatado entusiasmo. Sal de aquí le contestó Fisher. Sus fantasías sobre la bibliotecaria huyeron a toda prisa a un país lejano. Pero de pronto ella estaba junto a él. Oooh eres guapo pronunció acariciando su pecho. Fisher retrocedió ante la gelidez de su mano. ¿¡Qué haces!? exclamó tropezando contra su silla La seducción no es posible en estas circunstancias. Ella soltó una carcajada. Equina, de colegueo, tan pero tan bella. Solo estoy tratando de secar la ropa se justificó Fisher Se mojó, quizá te suene la historia. ¿No tienes de recambio? sugirió Alison arrugando la nariz y aproximándose. La verdad es que no. Eres la segunda persona que me lo pregunta. ¿Por qué iba alguien que trabaja en una oficina ¡en una oficina! a tener recambio…? Pero ella ya estaba a su lado acariciándole el pecho. Fisher estaba literalmente arrinconado. Tengo secadora en casa se lanzó Alison. No, respondió Fisher Me voy a casa… a mi casa… estooo… ella seguía acariciándolo… ¿Qué hora es? Me fijé en ti continuó Alison Me parece que molas de veras. Ah bueno, que sea lo que tenga que ser dijo Fisher Tengo que confesarte algo. El incendio hoy…

      Otros nudillos contra la puerta. Con más insistencia. Fisher se quedó helado de miedo y miró a Alison que comenzaba a reírse de nuevo. El abundante jolgorio de las jóvenes solteras en el almuerzo del club náutico. ¿Fisher? dijo una voz ronca ¡Fisher! ¿Qué? respondió este. Abre insistió la voz. ¿Quién es? le susurró Fisher a Alison que se movía hacia otro rincón con el puño en la boca. Atragantándose de la risa. Fisher la miró asustado y al darse cuenta de que la voz del otro lado había asumido que la puerta estaba cerrada, cogió sus pantalones mojados del radiador y se metió en ellos, tropezando hacia la puerta.

      Abrió la puerta unos

Скачать книгу