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notas y producciones de estas publicaciones, lo que están haciendo los gurúes internacionales en las cabelleras de mujeres neoyorkinas, londinenses, francesas, españolas y, obviamente, de la elite hollywoodense.

      Como si estuviéramos asistiendo a una verdad revelada, miramos lo hecho por las manos de estos profesionales -anónimos para la mayoría de nosotras- y, luego de observarlos con detenimiento, llegamos a la conclusión de que pocas veces podría quedarnos bien alguno de esos extraños peinados. Sin embargo, seguimos observando las imágenes, porque tal vez si le bajamos un poquito el tono del color por aquí y lo dejamos un poco más largo por allá, quizá sí podría funcionar. Todas queremos sentirnos parte, aunque más no sea por algún rasgo, de ese gran mundo donde todo se ve tan lindo y glamoroso.

      Algunas de nosotras cambiamos el corte de pelo como quien cambia de ropa interior. Asegurándonos a nosotras mismas (y a todos los que nos preguntan por qué tanta inestabilidad en nuestras cabelleras) que “sólo es porque nos divierte y porque nos gusta sorprender”. Por supuesto, esto dista mucho de lo que en realidad ocurre, pero esperamos que sirva para justificarnos debidamente. La verdadera historia es que nunca podemos llegar a estar más o menos conformes, no nos sentimos identificadas con lo que nos hacemos, pensamos que no estamos proyectando adecuadamente lo que somos y nuestra insatisfacción con nosotras mismas se apodera de nuestras cabezas.

      Todas pasamos por etapas de crisis y de cambios en la vida y de desconocernos en tal o cual aspecto. Pero en algunas oportunidades el desconocimiento es una parte importante de quienes somos. Es decir, nos conocemos poco, no tenemos bien armado nuestro esquema corporal en nuestro interior y, a veces, tampoco nuestro esquema emocional. Entonces nos aferramos a la búsqueda por ensayo y error para llegar a algún puerto. Pero cuando llegamos, no importa si es bueno o malo, nos parece inadecuado.

      Si estamos dentro de ese grupo, por favor, amigas detengámonos y no sigamos haciendo tan evidente nuestra dificultad. Vayamos a un corte lo más clásico posible y pongámonos a trabajar en otro sentido para estar armónicas. La frustración se hace mucho más visible de lo que parece con estos cambios de look constantes.

      Cuando la imagen se fija… ¡y no con aerosol!

      Otro grupo importante lo constituyen esas mujeres clásicas, clásicas en el más profundo sentido de la palabra. Cuando salieron de la secundaria fueron un día a la peluquería y se hicieron su primer corte de señoritas. Y ese mismo corte las acompaña desde aquel momento inigualable. Pasan los años, pasan los momentos más importantes de su vida y siempre se ven igual. Saben que les queda bien y se sienten seguras. A veces se preguntan si su imagen no estará un poco “conservada en formol”, pero enseguida se les quita la duda y vuelven a auto convencerse de que, sin duda, es lo que mejor les queda.

      En algunas ocasiones, signadas por la presión social, deciden hacerse un cambio. Todos las felicitan y las estimulan en ese sentido. Pero pronto, es decir con el primer lavado de cabeza (no sabemos cómo lo logran), ¡vuelven a verse iguales! Ellas no saben peinarse de otra manera y más aún, ¡no pueden verse distintas!

      Hablamos de la “fijación de la imagen”. Nos convertimos en fotos estáticas de nosotras mismas que nos dan algo muy importante: Seguridad. ¡Estamos seguras! Sabemos que no falla, pero el tiempo pasa y quedamos atrapadas en esa forma rígida. Muchas veces también es lo que ocurre con nuestras personalidades. Y si algo cambia, es para que nada cambie. En realidad, lo que sucede es que el miedo toma el control: miedo al cambio, miedo a desconocernos, miedo a vernos distintas (y que eso implique que somos distintas), miedo a comprender que el tiempo pasa y que nosotras somos vulnerables a él. En otras oportunidades tememos vernos más sexys, más deseables y que ese sentimiento nos invada y nos haga cuestionar qué sentimos realmente.

      Si te encontrás en este grupo, tenés que saber que las estructuras fijas y rígidas son peligrosas, porque por rígidas se transforman en fáciles de quebrar, como los cristales. Te propongo que te cuestiones qué pasa dentro tuyo y que de a poco te vayas animando a hacer algunos cambios pequeños pero que los sostengas. Un día te despertarás viéndote un poco distinta y te vas a dar cuenta, ¡que te gusta! Y lo que es más importante, serás menos rígida y estarás más satisfecha contigo misma.

      ¡Atención con el corte!

      Están las mujeres que hacen cambios por efecto espasmódico. Es decir, se ponen de novias y se cortan el pelo, se pelean con el novio y se cortan el pelo, se reciben y se cortan el pelo, se casan y se cortan el pelo, tienen hijos y cada uno de ellos es un corte de pelo distinto, se divorcian y… bueno, ¡puede ser que se rapen!

      A simple vista parecería que en sus cambios de cabellera ellas desean demostrar que algo importante les está pasando, pero atención porque muchas veces cometen graves errores y sus imágenes quedan francamente deterioradas. La verdad es que los que las conocemos, vemos con claridad esta tendencia de estas mujeres a expresar todo por medio de su pelo y solemos pensar que la deben estar pasando muy mal… Y en una de esas no es así. Pero si en una de esas es así, me pregunto: ¿Por qué hacerlo tan manifiesto?

      ¡Atención! Cuando estés frente a un evento importante de tu vida, no salgas corriendo a la peluquería. Probá con distanciar tu visita a ese lugar tan magnético. Interponé otras opciones antes de salir corriendo hacia allí, tomá un curso de yoga que te enseñe a respirar y a calmar tus emociones más primarias. También podés probar con hacer un curso de pintura que te permita expresar tus sentimientos desde otro lugar, el color es muchas veces una buena herramienta para sublimar nuestras expresiones más profundas. Y sino probá con lo que quieras, pero dejá en paz a tu pelo.

      Es muy duro cuando llegamos a casa y todos nos miran con cara de estupor y nos preguntan: “¿qué te hiciste?”. Lo que es aún peor es cuando te encontrás con esa supuesta amiga o conocida que sabés que no te quiere nada y te dice: “¡Cambiaste el look! Te queda bien… ¡¿no?! Lo importante es que te sientas bien…”. Y en ese momento tenés la absoluta confirmación de que, lo que hiciste fue, sin duda, un grandísimo error.

      Me atrevo a aseverar que las reacciones impulsivas no son buenas consejeras. Además, nunca falta el o la que dice que reaccionamos así porque tenemos un desequilibrio emocional o, lo que es peor, ¡un desarreglo hormonal!

      Cada cual, a su juego…

      Para empezar a redondear algunos conceptos básicos en los que todas deberíamos ponernos de acuerdo, la verdad es que el tiempo pasa, nuestras facciones cambian y, en la gran mayoría de los casos, nuestro peso también cambia. Por lo tanto, ese cabello que nos da marco a nuestra cara debería ir cambiando en cada etapa. La vida es dinámica y nosotras debemos acompañar también con nuestra imagen ese fenómeno natural. Las fijaciones son algo así como intentar tapar el sol con la mano. Pero bueno, siempre se debe hacer con un criterio que sea sólido y discreto, sino corremos el peligro de quedar hechas unas caricaturas de nosotras mismas.

      En general, cada cinco o siete años, podemos evaluar cómo vamos cambiando. Nos pasaron cosas lo suficientemente importantes como para sentir que ya no somos las de antes. Tomá ese sentimiento como un buen indicador de qué es lo que está pasando en tu interior y a tu alrededor. Seguramente será un buen termómetro para hacer algo distinto con tu pelo. A veces, con sólo algunas sutilezas podés actualizar tu estilo.

      Se buena contigo y, por favor, no te hagas un corte ultracorto tipo “pelito rapado” o carré con nuca despejada a no ser que:

       Tengas divinos 20 años.

       Tengas una cara perfecta, ninguna arruga y que no te importe que te den algún año de más.

       Si ya pasaste los 70, tenés razón, hacete lo que se te ocurra. ¡He dicho!

      Si tenés cara pequeña y delgada, hacé un esfuerzo y no te pongas los cabellos pegados a las mejillas buscando dar volumen a tu rostro con más volumen de tu pelo… Estoy cansada de ver versiones rubias, rojizas, castañas y morenas al mejor estilo “melena de león” en las que (no importa si

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