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María. Esa era la costumbre judía, casarse antes de los 20 años. José es descendiente de David, y de David se nos dicen varios datos. Cuando fue elegido como Rey, en primera Samuel 16,12 es que «era rubio, de hermosos ojos y buena presencia». También cuando fue a luchar con el gigante Goliat, dice que este, «fijó su mirada en David y lo despreció, viendo que era un muchacho rubio y de hermoso aspecto» (1ª Sam 17,42).

      Lo despreció porque era joven y guapo. Se ve que para la guerra era importante ser feo, así asustabas al enemigo, pues no, David era hermoso. También sabemos que tenía fuerza física, ya que llegó a medirla con un león en el desierto. Esta nobleza, esta fortaleza y esta belleza seguramente las heredaría San José. Se dice: de tal palo tal astilla. El que estaba destinado a ser esposo virginal de la que el Cantar de los cantares, llama la más hermosa de las mujeres (cant 1,8). El que custodiaría como padre virginal al «más hermoso de los hijos de los hombres», tenía que mostrar ese aspecto noble que además traslucía la bondad y la verdad de su corazón.

      El padre Tomás Morales, fundador de los Cruzados de Santa María, afirma:

      El Padre Ángel Peña en su libro San José el más santo de los santos, recoge que, desde los primeros siglos, varios Santos Padres tuvieron que hablar de un San José joven, y no anciano y viudo.

      San Jerónimo defiende su virginidad en su escrito contra Helvidio, dice él:

      San Pedro Damián (1007-1072) escribió:

      Muchos santos de peso, como San Francisco de Sales, creen que José había hecho voto de virginidad antes de casarse con María. Lo que no se puede dudar es que, a partir de su matrimonio con María, cumplió santamente la voluntad de Dios de ser el custodio virgen, de la Virgen María. San José es maestro de castidad.

      Cuentan los monjes de la Abadía de San José de Clairval:

      Meditemos hoy en esta nobleza de este hijo de David y en la belleza de la pureza de San José. Pidamos en un momento de oración y con el rezo del Santo Rosario, que se nos conceda la virtud de la castidad además de la gracia especial que pedimos durante este mes de San José.

      San José esposo de la Virgen María, padre y custodio de la Sagrada Familia, celestial patriarca del pueblo de Dios, ruega por nosotros.

      Que Dios te bendiga querido lector y hasta mañana si Dios quiere.

      16. Tomás Morales, Homilía, (2 de enero de 1985).

      17. San Jerónimo, Adversus Helvidium 19: PL 23, 213.

      18. San Pedro Damián, Epístola 6 ad Nicolaum II: PL 145, 384.

      19. Santo Tomás de Aquino, S. Th. III, q. 28, a. 3.

      20. Abadía San José de Clairval, Id a José, (Francia: Traditions Monastiques, 2004), 91.

      Día 5

       San José carpintero y la importancia del trabajo

      Muy querido lector:

      Dentro de 26 días nos consagraremos a San José. Qué alegría saber que al unirnos a él, nos unimos de un modo especial también a la Santísima Virgen María, su esposa y junto con ellos podemos ser más perfectamente consagrados a Jesucristo.

      Vamos a meditar hoy el Evangelio según San Mateo, en su capítulo 13, versículos 54 y siguientes:

      En aquel tiempo viniendo Jesús a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María…?» […] Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe. (Mt 13, 54-58).

      A Jesús no le debió gustar nada que despreciasen a su padre, por ser un humilde carpintero. No hizo milagros por su falta de fe. Cuanto le gusta a Dios servirse de la sencillez y cuanta grandeza pone y ve Dios detrás de esta aparente pequeñez.

      El Papa Francisco el 1 de mayo de 2013, decía:

      Dice el Padre Henri Caffarel:

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