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comprender la naturaleza psicológica del simbolismo y por contemplar sus propias fantasías simbólicamente. Concluye que lo que fue inconsciente en una determinada época, sólo es relativo, y cambia. Lo que se requiere ahora es “la transformación de la cosmovisión de acuerdo con los contenidos eficaces de lo inconsciente”. (170) De este modo, la tarea que se le presentaba era la de traducir las concepciones obtenidas a través de su confrontación con lo inconsciente, expresadas de una manera literaria y simbólica en el Liber Novus, a un lenguaje que fuera compatible con la perspectiva contemporánea.

      El siguiente año, presentó un artículo en Inglaterra, ante la Sociedad de Investigación Psíquica, de la cual era miembro honorario, sobre ‘Los fundamentos psicológicos de la creencia en los espíritus’. (171) Jung diferenciaba entre dos situaciones en las cuales lo inconsciente colectivo se volvía activo. En la primera, lo hacía a través de una crisis –el colapso de sus esperanzas y expectativas– en la vida de un individuo. En la segunda, se activa en épocas de gran convulsión social, política y económica. En tales momentos, los factores suprimidos por las actitudes unilaterales se acumulan en lo inconsciente colectivo. Los individuos fuertemente intuitivos se vuelven conscientes de tales factores y tratan de trasladarlos a ideas comunicables. Si triunfan en su cometido, alcanzan resultados redentores. Los contenidos de lo inconsciente tienen un efecto perturbador. En la primera situación, lo inconsciente colectivo podría reemplazar la realidad, lo cual es patológico. En la segunda situación, el individuo puede sentirse desorientado, pero ese estado no es patológico. Esta diferenciación sugiere que Jung llamó a su propia experiencia con el segundo rótulo –es decir, la activación de lo inconsciente colectivo gracias a una convulsión cultural general–. El miedo a una demencia inminente en 1913 radica en su fracaso para comprender esta distinción.

      En 1918 presentó una serie de seminarios en el Club Psicológico sobre su trabajo acerca de la tipología; en esta época llevaba a cabo una importante investigación académica sobre el tema. En 1921, en Tipos psicológicos, desarrolló y expandió los contenidos articulados en varios ensayos. En cuanto a la elaboración de los tópicos del Liber Novus, la sección más importante era el capítulo 5, “El problema de los tipos en la poesía”. La cuestión de fondo discutida aquí era cómo el problema de los opuestos podía resolverse a través de la producción del símbolo unificador o reconciliador. Este constituye uno de los temas centrales del Liber Novus. Jung presentó un análisis detallado sobre el tema de la resolución del problema de los opuestos en el hinduismo, el taoísmo, en Meister Eckhart y, contemporáneamente, en el trabajo de Carl Spitteler. Este capítulo también puede ser leído en términos de una meditación sobre algunas de las fuentes históricas que moldearon directamente sus concepciones en el Liber Novus. También anuncia la introducción de un importante método. En lugar de discutir directamente el tema de la reconciliación de los opuestos en el Liber Novus, busca analogías históricas y las comenta.

      En 1921, el ‘sí-mismo’ emergió como concepto psicológico. Jung lo define como sigue:

      En la medida en que el yo es sólo el centro de mi campo de consciencia, no es idéntico a la totalidad de mi psique, si no que es meramente un complejo entre otros complejos. De ahí que yo establezca una distinción entre el yo y el sí-mismo, por cuanto el yo es sólo el sujeto de mi consciencia, pero el sí-mismo es el sujeto de mi psique entera, también, por tanto, de la psique inconsciente. En este sentido el sí-mismo sería una magnitud (ideal) que incluye en sí el yo. El sí-mismo gusta de aparecer en la fantasía inconsciente como personalidad de orden superior o personalidad ideal, a la manera como aparece Fausto en Goethe y Zaratustra en Nietzsche. (172)

      Jung equiparó la noción hindú de Brahman/Atman con el sí-mismo. Al mismo tiempo, proporcionó una definición del alma. Sostuvo que ella posee cualidades que son complementarias a las de la persona, y que posee aquellos rasgos de los que la actitud consciente carece. Este carácter complementario del alma afectaba también su carácter sexual, de modo que un hombre tenía un alma femenina, o anima, y una mujer poseía un alma masculina, o animus. (173) Esto se correspondía con el hecho de que los hombres y las mujeres tenían rasgos tanto femeninos como masculinos. También señaló que el alma daba lugar a imágenes que eran consideradas sin valor alguno desde la perspectiva racional. Había cuatro formas de utilizarlas:

      Su más inmediata posibilidad de utilización es la artística, si se dispone de capacidad de expresión artística; una segunda posibilidad de utilización es la especulación filosófica; una tercera, la especulación cuasi religiosa, que conduce a la herejía y a la formación de sectas; una cuarta posibilidad es el empleo de las fuerzas que hay en las imágenes para toda forma de libertinaje. (174)

      Desde esta perspectiva, la utilización psicológica de estas imágenes representaría una ‘quinta forma’. Para que ello funcione, la psicología debe distinguirse claramente del arte, la filosofía y la religión. Se da cuenta de esta necesidad en el rechazo que Jung hace de las otras alternativas.

      En los siguientes Libros negros, continúa elaborando su ‘mitología’. Las figuras se desarrollan y transforman unas en otras. La diferenciación de las figuras va acompañada por su coalescencia; se llega a considerarlas como aspectos de los componentes subyacentes de la personalidad. El 5 de enero de 1922 sostuvo una conversación con su alma, respecto tanto de su vocación como del Liber Novus:

      [Yo]: Siento que tengo que hablar contigo. ¿Por qué no me dejas dormir ya que estoy tan cansado? Siento que la perturbación proviene de ti. ¿Qué te motiva a mantenerme despierto?

      [Alma]: Ahora no es tiempo de dormir, sino de que despiertes y prepares cosas importantes en el trabajo nocturno. La gran obra comienza.

      [Yo]: ¿Qué gran obra?

      [Alma]: La obra que debe ser hecha ahora. Es una obra grande y difícil. No hay tiempo para dormir si no encuentras tiempo durante el día para dedicarte a la obra.

      [Yo]: Pero yo no tenía idea de que estaba haciéndose algo así.

      [Alma]: Pero podrías haberlo notado por el hecho de que ya hace mucho tiempo he estado perturbando tu sueño. Has estado demasiado inconsciente desde hace mucho tiempo ya. Ahora tienes que ir a un nivel superior de consciencia.

      [Yo]: Estoy preparado. ¿De qué se trata? ¡Habla!

      [Alma]: Debes escuchar: no ser más un cristiano es sencillo. Pero, ¿qué hay después?

      Pues han de venir más cosas. Todo espera por ti. ¿Y tú? Tú permaneces mudo y no tienes nada para decir. Pero debes hablar. ¿Por qué has recibido la revelación? No debes esconderla. ¿Te preocupas por la forma? ¿Ha regido alguna vez la forma allí donde se trata de la revelación?

      [Yo]: ¿Pero no quieres decir, por cierto, que debo publicar lo que he escrito? Eso sería ciertamente una desgracia. Y quién habría de comprenderlo.

      [Alma]: No, ¡escucha! No debes romper un matrimonio, a saber, el matrimonio conmigo, nadie debe ser colocado en mi lugar...

      Quiero gobernar sola.

      [Yo]: ¿Así que quieres gobernar? ¿De dónde tomas el derecho para tal atrevimiento?

      [Alma]: Tengo este derecho pues yo te sirvo a ti y a tu llamado. De igual forma podría decir que tú vienes primero, mas, sobre todo tu llamado viene primero.

      [Yo]: Pero, ¿cuál es mi llamado?

      [Alma]: La nueva religión y su anunciación.

      [Yo]: Oh Dios, ¿cómo he de hacer eso?

      [Alma]: No tengas tan poca fe. Nadie lo sabe tan bien como tú. Nadie que pueda decirlo tan bien como tú.

      [Yo]: ¿Quién sabe si no mientes?

      [Alma]: Pregúntate a ti mismo si miento. Yo digo la verdad. (175)

      Su alma intencionalmente lo urgía aquí a publicar su material, a lo cual él se resistió. Tres días después, ella le comunicó que la nueva religión “se expresa sólo visiblemente en la transformación de las relaciones humanas. Las relaciones no permiten ser reemplazas por el conocimiento profundo. Por otra parte, una religión no consiste sólo en conocimiento, sino que,

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