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Debe permanecer en ellas por más tiempo, esto significa que usted debe ser su propio yo crítico consciente en ellas −imponiendo sus propios juicios y críticas−… Puedo explicarle lo que quiero decir contándole mi propia experiencia. Estaba escribiendo en mi libro y de pronto vi a un hombre de pie, mirando por encima de mi hombro. Uno de los puntos dorados de mi libro levantó vuelo y le pegó en un ojo. Me preguntó si se lo sacaría. Le dije que no −no a menos que me dijese quién era−. Él me dijo que no lo haría. Verá, yo sabía eso. Si hubiese hecho lo que me pedía, entonces se hubiese hundido en lo inconsciente y yo me hubiese perdido el propósito de todo aquello, es decir: por qué había aparecido desde lo inconsciente. Finalmente me dijo que me contaría el significado de ciertos jeroglíficos que se me habían aparecido unos días atrás. Una vez que lo hubo hecho, le quité la cosa de su ojo y se desvaneció. (205)

      Jung llegó tan lejos como para sugerirles a sus pacientes que preparasen sus propios Libros Rojos. Morgan lo recuerda diciendo:

      Debo aconsejarle que lo plasme tan bellamente como pueda −en algún libro hermosamente encuadernado−. Parecerá como si usted estuviese banalizando las visiones, pero necesita hacerlo, así se liberará de su poder. Si lo hace con esos ojos, por ejemplo, dejarán de atraerla. Nunca debe intentar hacer que las visiones vuelvan. Piense acerca de ello en su imaginación y trate de pintarlo. Entonces, cuando estas cosas se vuelcan en algún libro precioso, usted puede tomarlo y recorrer sus páginas, y para usted esta será su iglesia −su catedral−, el lugar silencioso de su espíritu donde encontrará la renovación. Si alguien le dice que es morboso o neurótico y usted le presta atención, entonces perderá su alma, porque en ese libro está su alma. (206)

      En una carta a J. A. Gilbert de 1929 le comentó su procedimiento:

      A veces encuentro que es de gran ayuda para poder manejar un caso darle al paciente coraje para expresar sus contenidos particulares, ya sea en la forma de escritura o de dibujo y pintura. Hay tantas intuiciones incomprensibles en esos casos, fragmentos de fantasía que emergen de lo inconsciente, para las cuales casi no hay lenguaje adecuado. Yo dejo que mis pacientes encuentren su propia expresión simbólica, su ‘mitología’. (207)

      EL SANTUARIO DE FILEMÓN

      En la década de 1920 el interés de Jung se vio desplazado cada vez más de la transcripción del Liber Novus y la elaboración de su mitología en los Libros negros, al trabajo en su torre en Bollingen. En 1920 adquirió algo de tierra en la orilla superior del Lago de Zürich en Bollingen. Antes él y su familia pasaban a veces sus vacaciones acampando alrededor del Lago de Zürich. Sintió la necesidad de representar en piedra sus pensamientos más íntimos y construir una morada completamente primitiva: “Las palabras y el papel, sin embargo, no me parecen lo suficientemente reales; algunas veces necesito algo más”. (208) Tenía que hacer una confesión en piedra. La torre era una ‘representación de individuación’. A través de los años, pintó murales y realizó tallas en las paredes. La torre puede ser vista como una continuación tridimensional del Liber Novus: su ‘Liber Quartus’. Al final del Liber Secundus, Jung escribió: “Debo ponerme al día con un trozo de la Edad Media −dentro de mí−. Sólo hemos finalizado la Edad Media de otros. Debo comenzar temprano, en ese período en el que se extinguieron los ermitaños”. (209) Significativamente, la torre estaba deliberadamente construida con una estructural de la Edad Media, sin comodidades modernas. La torre era una obra en curso, en evolución. Talló esta inscripción en la pared: ‘Philemonis sacrum − Fausti poenitentia’ (Santuario de Filemón − Penitencia de Fausto). (Uno de los murales en la torre es un retrato de Filemón.) El 6 de abril de 1929 Jung le escribió a Richard Wilhelm: “¡Por qué no hay claustros mundanos para los hombres que deben vivir fuera de los tiempos!” (210)

      El 9 de enero de 1923, murió la madre de Jung. Entre el 23 y el 24 de diciembre de 1923, tuvo el siguiente sueño:

      Estoy en el servicio militar. Marchando con un batallón. En un bosque cerca de Ossigen me encuentro con excavaciones en una encrucijada: una figura de piedra de un metro de alto de una rana o un sapo sin cabeza. Detrás se sienta un chico con cabeza de sapo. Luego el busto de un hombre con un ancla clavada en la región de su corazón, un romano. Un segundo busto de alrededor de 1640, el mismo motivo. Luego cuerpos momificados. Finalmente llega una calesa al estilo del siglo XVII. En él se sienta un muerto, pero que aún está vivo. Ella vuelve su cabeza, cuando me dirijo a ella con un ‘Señorita’; soy consciente que ‘Señorita’ es un título de nobleza. (211)

      Unos pocos años después, comprendió el significado de este sueño. El 4 de diciembre de 1926 señaló:

      Recién ahora veo que el sueño del 23/24 de diciembre de 1923 significa la muerte del anima (‘Ella no sabe que está muerta’). Esto coincide con al muerte de mi madre… Desde la muerte de mi madre el A. [Anima] está enmudecida. ¡Significativo! (212)

      Unos pocos años después, tuvo unos pocos diálogos más con su alma, pero su confrontación con el anima efectivamente había llegado a un cierre a esta altura. El 2 de enero de 1927 tiene un sueño que transcurre en Liverpool:

      Estoy con más jóvenes suizos bajo los muelles en Liverpool. Es una oscura noche lluviosa, con humo y niebla. Caminamos hacia la parte superior de la ciudad, que se halla sobre una meseta. Llegamos a un pequeño lago circular en un jardín ubicado en la zona central. En medio de aquel hay una isla. Los hombres hablan de un suizo que vive aquí en una ciudad tan llena de hollín, oscura y sucia. Pero yo veo que en la isla se alza un árbol de magnolia cubierto con flores rojas iluminadas por un sol eterno, y pienso: “Ahora sé por qué este compañero suizo vive aquí. Aparentemente él también sabe por qué”. Veo un mapa de la ciudad: [Ilustración]. (213)

      Jung pintó entonces un mándala basado en este mapa. (214) Le concedió gran significado a este sueño, y comentó más tarde:

      Este sueño representaba mi situación en ese momento. Aún puedo ver los pilotos grisáceo-amarillentos brillando con la humedad de la lluvia. Todo era extremadamente desagradable, negro y opaco, tal como yo me sentía entonces. Pero había tenido una visión de la belleza que no es de esta tierra, y esa era la razón de por qué yo era capaz de seguir viviendo... Vi que la meta había sido alcanzada aquí. El medio es la meta y no se puede ir más allá. A través de este sueño comprendí que el sí-mismo es el principio y el arquetipo de orientación y sentido. (215)

      Jung agregó que él mismo era el suizo. El ‘yo’ no era el sí-mismo, pero desde allí se podía ver el milagro divino. La pequeña luz se parecía a la gran luz. A partir de entonces dejó de pintar mándalas. El sueño expresó el proceso de desarrollo inconsciente, que no era lineal, y lo halló completamente satisfactorio. Se sentía absolutamente solo en esa época, preocupado con algo grande que los demás no entendían. En el sueño, sólo vio el árbol. Mientras estaban en la oscuridad, el árbol parecía radiante. De no haber tenido tal visión, su vida habría perdido sentido. (216)

      La comprensión consistió en que el sí-mismo era la meta de la individuación y que el proceso de individuación no era lineal, sino que consistía en la circunvalación del sí-mismo. Esta comprensión le dio fuerza; de lo contrario, la experiencia los hubiese vuelto locos a él o a aquellos alrededor de él. (217) Sentía que los dibujos de mándalas le mostraban el sí-mismo ‘en su función salvadora’ y que esto constituía su salvación. La tarea ahora era la de consolidar esas percepciones tanto en la vida como en la ciencia.

      En su revisión de 1926 de La psicología de los procesos inconscientes, resaltó la importancia de la transición de la mitad de la vida. Sostuvo que la primera mitad de la vida puede ser caracterizada como la fase natural, en la cual el objetivo primario consiste en establecerse en el mundo, obtener un ingreso y formar una familia. La segunda mitad de la vida puede ser caracterizada como la fase cultural, la cual involucra una reevaluación de anteriores valores. La meta en este período es la conservación de los valores previos junto con el reconocimiento de sus opuestos. Esto significa que los individuos deben desplegar los aspectos no desarrollados y desatendidos de su personalidad. (218) El proceso de individuación es concebido ahora como el patrón general del desarrollo humano. Jung sostenía que en la sociedad contemporánea falta una guía para esta transición,

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