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de la táctica en el campo de batalla y a Clausewitz como el continuador de Maquiavelo.

      Ya en el siglo XX, otro teórico militar de la estrategia es el general francés André Beaufre, quien desarrolló su teoría en tres libros principales. En el primero de ellos, Introducción a la estrategia, la definió de esta manera: “Es el arte de la dialéctica de las voluntades que emplean la fuerza para resolver los conflictos”. Encontraba similitud entre este concepto y el de praxeología, “empleado por Raymond Aron en su trabajo Paz y guerra entre las naciones” (Beaufre, 1965: 16). Beaufre (1973: 71) sumó precisiones al concepto de estrategia y señaló que, además de los componentes de fuerza y violencia, hay que contar con “la elección de los medios tendientes a alcanzar los objetivos fijados por la política”.

      En Estrategia de la acción Beaufre trató de atender a las capacidades para hacer a pesar del otro. Allí insistió en la capacidad de operar sobre la realidad pese a las oposiciones del adversario. Disuasión y estrategia completa el tríptico. En esa obra abordó las capacidades de impedir que otros realicen lo que no se acepta. Hay que acumular poder en la magnitud necesitada para desalentar al enemigo mediante la potencia y la amenaza potente. La suma de estos ingredientes compone la llamada “estrategia total”. Luego, todo se reduce a “hacer” más “impedir hacer a otros”, mediante la convergencia de los distintos tipos de estrategia (Beaufre, 1966: 49).

      Para Labourdette (1999a), que nos sirve de marco comprensivo e interpretativo de lo que estamos exponiendo, está claro que la línea argumental de Beaufre sigue con todo su desarrollo el camino que trazara Clausewitz: para Beaufre la estrategia es un arte que permite, con independencia de toda técnica, dominar los problemas que conlleva toda confrontación para, precisamente, permitir el empleo de las técnicas con la máxima eficacia. La define como “el arte de la dialéctica, de las voluntades que emplean la fuerza para resolver los conflictos” (Beaufre, 1965: 49).

      Siguiendo a Beaufre también podríamos decir que la estrategia es el arte que, siguiendo un método de pensamiento, permite clasificar y jerarquizar los acontecimientos, para luego escoger los procedimientos más eficaces para alcanzar los objetivos establecidos por el nivel superior. (Ballesteros Martín, 2016: 44)

      Felipe Quero Rodiles (2002: 200) señala que Beaufre considera “que, directamente debajo de la política, existe una pirámide de las estrategias en cuyo vértice está la estrategia total combinando las estrategias generales y operativas de cada ámbito (político, económico, diplomático y militar)”. En esta concepción, la estrategia militar no es más que una de esas estrategias generales y operativas, que según los casos, desempeñan un papel principal o auxiliar. Reconoce que muchos ámbitos de la estrategia han sido poco o nada explorados; así, subraya que “las estrategias políticas y diplomáticas están aún prácticamente sin formular, la económica no ha sido bastante estudiada y el aspecto psicológico de la estrategia es difícil de materializar”, en palabras de Quero Rodiles.

      Por último, con respecto a Adolf Hitler, Beaufre (1965: 10-11) dijo que “por carecer de una estrategia, hemos sido constantemente capaces de comprender las maniobras mediante las que se trataba de reducirnos entre 1936 y 1939”. Concluía: “Nos ha sido fatal la ignorancia de la estrategia […] y que la misma no puede ser una doctrina única, sino un método de pensamiento, que permite clasificar y jerarquizar los acontecimientos, para luego escoger los procedimientos más eficaces. A cada situación corresponde una estrategia particular”.

      A partir de esta conclusión de Beaufre, toma gran significación este aserto de Peter Paret (1986: 15):

      El pensamiento estratégico es inevitablemente pragmático. Depende de realidades, como la geografía, la sociedad, la economía y la política, así como de aquellos otros factores pasajeros que provocan situaciones y conflictos que requieren una solución.

      El aporte novedoso de Beaufre es que aplica su concepto de estrategia a la época de paz, destacando que el fenómeno de coacción no implica necesariamente la guerra. Otro aporte original es que integra todos los recursos nacionales (políticos, económicos, psicológicos), no solo el poder militar, como herramientas a ser utilizadas mediante el empleo de la estrategia (Giavedoni Pita, 2010: 30). En el fondo, es la estrategia “indirecta” que trata de lograr los fines con otros medios a los que correspondería una victoria militar.

      En la misma línea Basil Liddell Hart (1974) teorizó sobre la llamada “aproximación indirecta”. Frente a esta situación, la estrategia se transforma de técnica al servicio de la voluntad militar en ciencia subsidiaria de las relaciones internacionales.

      No es por casualidad, sino como una lógica consecuencia de lo dicho, que la teoría estratégica en los últimos treinta años se ha desarrollado gracias a los científicos sociales más que a los estrategas propiamente dichos. (Bonnanate, 2000: 578)

      A partir de esta línea argumentativa Labourdette sostiene que el concepto de estrategia sufre algunas modificaciones cuando se enfoca en los problemas de las relaciones exteriores de los Estados. Solo por citar a Henry Kissinger, Raymond Aron, Zbigniew Brzezinski, Samuel Huntington, entre otros, ellos han producido importantes avances en la elaboración de la política y la estrategia para la vida de los Estados, especialmente Estados Unidos. Los de mayor gravitación, especialmente este último, formularon doctrinas relacionados con la defensa nacional, la formación de bloques y regiones, el rol de las civilizaciones, y los conflictos y derivaciones de la Guerra Fría. De esa serie es posible mencionar, a modo de ejemplo, las estrategias de la disuasión relacionada con el poder nuclear, la doctrina de la respuesta masiva formulada por Foster Dulles en 1953, la doctrina de la respuesta flexible o estrategia de Robert McNamara, el equilibrio de poderes de Kissinger, la teoría de “los tigres de papel” elaborada por Mao Tse Tung frente a la amenaza nuclear, la doctrina de la guerra limitada de la época de John Fitzgerald Kennedy, etcétera (Labourdette, 1999a: 42).

      El fin de la Guerra Fría, la proliferación de armamentos, el fortalecimiento de actores no territoriales, la problemática nuclear, el papel de las culturas y las civilizaciones, el debate entre un mundo bipolar o uno multipolar, el nuevo orden/desorden mundial, el polo de poder asiático –a lo que se agrega la crisis europea y la situación de América Latina y de África– encuentran al panorama internacional con una gran ausencia de enfoques estratégicos.

      Lo peligroso que se nota en uno de los actores principales del sistema mundial es que la relación poder militar-poder político ha tenido una inclinación hacia lo militar. Como decía Georges Clemenceau: “La guerra es un asunto demasiado serio para dejarla en manos de los militares”. La política subordinadora del poder militar debe ser subordinada. Esto no quiere decir que no reconozcamos que el concepto de estrategia se ha nutrido, como lo hemos podido ver, de los aportes del pensamiento y de la práctica militar. La teoría de la estrategia también ha invadido el campo de la economía, especialmente de los negocios, del marketing y del gerenciamiento empresarial (Delamer, 2005).

      Luego de haber revisado el itinerario histórico de la estrategia, ahora presentaremos algunas definiciones actuales. Miguel Alonso Baquer (2000: 13) busca una definición de estrategia que aspira a tener validez práctica:

      La estrategia es tanto el arte de concebir planes de operaciones coherentes con los fines legítimos de una comunidad política como el arte de conducir los ejércitos hacia objetivos decisivos.

      En la actualidad la estrategia tiene un carácter instrumental que consiste en establecer procesos (modos) para alcanzar determinados fines, lo que implica la asignación de los medios necesarios para lograr el objetivo. Por ello, los componentes o elementos de la estrategia son fines, modos y medios cuya determinación y manejo implican el ejercicio del poder. Para Raymond Aron (1973: 46), la estrategia se define como “la dirección del conjunto de las operaciones militares”, en tanto que la diplomacia es conceptuada como “la dirección de las relaciones con las otras unidades políticas”.

      Guillermo Delamer (2005: 13) presenta la siguiente definición:

      La estrategia en un mundo donde rigen las probabilidades es parte fundamental

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