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      Jean-Pierre Barou es un reconocido editor y escritor francés. En los años sesenta dio sus primeros pasos en el sector cultural como redactor en el periódico francés La Cause du peuple, convirtiéndose más tarde en uno de los creadores de Libération, el mítico diario fundado por el filósofo Jean-Paul Sartre. Entre sus iniciativas como editor destaca la publicación del célebre panfleto ¡Indignaos!, de S. Hessel. Además, ha trabajado con los filósofos Michel Foucault (El ojo del poder) y Vladimir Jankélévitch (Estás en el origen de mi renacimiento), con el Premio Nobel de la Paz Andrei Sajarov y con Simone de Beauvoir.

      Su relación con la Guerra Civil española comienza a los quince años, cuando el vasco Xavier Landaburu —un compañero de clase exiliado en Francia—, le confía un libro sobre el drama de Guernica.

      Adentrarnos hoy en la Guerra Civil española no para reabrir viejas heridas, sino para descubrir que todas las ideologías, de uno u otro signo, brutalizaron y derrotaron la unidad moral y espiritual que constituye la raíz histórica de los pueblos de España.

      Para grandes espíritus de aquel tiempo, como el alemán Thomas Mann, liberal conservador, la Guerra Civil constituyó «el escándalo más sucio de la historia de la humanidad», un crimen que interpelaba a la conciencia de los hombres de toda condición, tiempo y origen. El izquierdista André Gide y el entonces aún comunista Albert Camus coincidieron en que fue «una degradación del espíritu sin precedentes». Al mismo tiempo, el novelista Georges Bernanos, de pensamiento católico y filiación monárquica, vio en ella «la desaparición del hombre de buena voluntad». Comprender en toda su profundidad cómo cuatro sensibilidades políticas tan dispares coincidieron en su comprensión moral de aquel conflicto es uno de los objetivos que se plantea Jean-Pierre Barou.

      La guerra de España: reconciliar a los vivos y los muertos es un regreso a la escena del crimen desde una nueva perspectiva, más cercana a la sensibilidad de las jóvenes generaciones de españoles. Barou recorre y reinterpreta con originalidad y lucidez algunos momentos clave de nuestra historia, y los enlaza en una continuidad trágica: desde el Fuenteovejuna de Lope de Vega a la Yerma de García Lorca y el posterior asesinato del poeta. Y muestra una vez más la asombrosa capacidad de la literatura para trascender la historia de los hechos consumados.

      LA GUERRA DE ESPAÑA

      Título original: La guerre d’Espagne ne fait que commencer

      © del texto: Éditions du Seuil, 2015

      © de la traducción: Javier García Soberón

      © de esta edición: Arpa & Alfil Editores, S. L.

      Primera edición: noviembre de 2020

      ISBN: 978-84-17623-85-2

      Diseño de colección: Enric Jardí

      Diseño de cubierta: Anna Juvé

      Imagen de cubierta: de autor desconocido, fue tomada el 25 de agosto de 1937 en el camino de la Loma del Cornero (Quinto).

      Maquetación: Nèlia Creixell

      Producción del ePub: booqlab

      Arpa

      Manila, 65

      08034 Barcelona

       arpaeditores.com

      Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.

      Jean-Pierre Barou

      LA GUERRA DE ESPAÑA:

      reconciliar a los vivos y los muertos

      Traducción de Javier García Soberón

      SUMARIO

       PREFACIO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA La locura de la inmortalidad

       PREÁMBULO

       I. CASAS VIEJAS «Las reivindicaciones de la conciencia»

       II. LA SUMA DE LOS TERRORES «¿Pero es que el mundo no se da cuenta?»

       III. LA BATALLA DEL EBRO «Una traición y un pago»

       IV. FEDERICO GARCÍA LORCA «Lo espiritual considerado desde el punto de vista político y social»

       THOMAS MANN Texto «España»

       AGRADECIMIENTOS

       BIBLIOGRAFÍA

       A Xavier Landaburu y a su familia, que no han dejado de ser un ejemplo de fe y de integridad en mi recuerdo.

      «Solo es posible reconciliar a los vivos

      después de haber reconciliado a los muertos».

      GEORGES BERNANOS,

      escritor católico y monárquico francés,

      Los grandes cementerios bajo la luna, 1938

      PREFACIO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

      LA LOCURA DE LA INMORTALIDAD

      Tenía quince años cuando mi compañero de clase, Xavier Landaburu, un vasco exiliado en Francia con su familia, me hizo entrega de un libro: «Léelo y lo entenderás todo». Se trataba de un libro sobre la tragedia de Guernica. No lo entendí en su totalidad, o no lo suficiente como para comprender por qué, como explica su autor, un sacerdote catalán, católicos, anarquistas y marxistas, a pesar de sus marcadas diferencias ideológicas, pudieron unirse para combatir al franquismo en el País Vasco. Aunque me quedé con esta frase: «Nosotros somos el pueblo»1.

      Tuvo que transcurrir medio siglo para que volviese a abrir aquel libro. Fue en Madrid, en 2011, mientras acompañaba en calidad de editor —junto a Sylvie Crossman— a Stéphane Hessel en la promoción de su libro ¡Indignaos!. El director de un importante programa de radio de la capital se dirigió a Hessel en directo: «¡Hacía décadas que esperábamos que llegase un mensaje como este desde Francia!». El texto, sin embargo, no dice una sola palabra sobre España, ni Hessel habla en él de ninguna guerra: sencillamente invita a una «insurrección pacífica de las conciencias». Fue entonces cuando lo entendí: esa unión entre contrarios en el País Vasco descansaba sobre una unidad de las conciencias. El inusitado impacto de ¡Indignaos! en España es prueba de ello. Tanto es así que cabría formularse la siguiente pregunta: ¿puede una guerra esconder otra en su seno? Y en caso afirmativo, ¿cuál es esa guerra oculta?

      En 1933, el gran Gregorio Marañón, médico madrileño que recibió en Francia la Legión de Honor a título «militar» por haberse personado como médico voluntario en el lado francés del frente durante la Primera Guerra Mundial, exclama con ardor en vísperas de la Guerra Civil: «¡Leed a Lope de Vega, leed Fuenteovejuna!», como queriendo advertir a España de un riesgo que solo él parecía haber diagnosticado. Los conflictos que empiezan a producirse entonces en Andalucía (Casas Viejas), en Extremadura (Castilblanco) y en La Rioja (Arnedo) revelan que las mujeres son sus principales instigadoras. Su determinación choca incluso con el Gobierno republicano

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