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del edificio Deutsche Bank, y que algunos fragmentos tenían menos de un centímetro de longitud. ¿Qué molió los huesos de esa forma? ¿Qué los hizo tan pequeños y los impulsó tan lejos? No se ha dado una explicación oficial. Joe Casaliggi, uno de los ingenieros que participaron en la retirada de las ruinas declaró: "Tienes 2 edificios de oficinas de 110 pisos y no encuentras ni una mesa, ni una silla, ni un teléfono, ni una computadora. El pedazo de teléfono más grande que encontré fue la mitad de un teclado". Pese al gran número de personas desaparecidas, el trozo más grande de un cadáver que encontró Joe Casaliggi fue una pequeña parte de un pie. ¿Has visto fotos de cadáveres aplastados? Ni tú ni nadie, porque no se encontraron cuerpos enteros entre las escasas ruinas, solo en la periferia de la zona cero, y pocos. Tampoco se rescató una sola persona con vida durante los días siguientes. Diez años después de los atentados, se afirma haber identificado 1.628 víctimas mediante procesos de análisis de ADN efectuados en los pequeños restos encontrados. Aunque el proceso forense fue rápido y relativamente sencillo al principio, recurriendo a métodos tradicionales como huellas dactilares, registros dentales e incluso fotografías, se fue volviendo cada vez más difícil con el paso del tiempo. "Recolectamos un total de 21.817 restos, por lo que obviamente pueden imaginar que los cuerpos de muchas personas quedaron muy fragmentados", precisa Prinz, una bióloga alemana de 53 años que trabaja desde 1995 en el Departamento Forense de Nueva York. Más de diez años después de los ataques, cinco forenses tratan de identificar aún los últimos 6.314 fragmentos de huesos hallados en la zona. Los últimos seis años solo han logrado identificar a 31 personas. La cifra se reduce a apenas dos identificaciones en los últimos dos años y más de 1.100 víctimas aún no han sido identificadas. Se esfumaron en el aire. El polvo resultante que cubrió Nueva York era mucho más que polvo, era cemento, vidrio y metales pulverizados, contenía plomo, mercurio, dioxinas, benceno y asbesto. Hoy día miles de rescatistas han sufrido cáncer pulmonar y enfermedades serias. Las espectaculares nubes de polvo que se formaron en la caída no se corresponden con las de un derrumbe natural, por muy formidables que fueran las torres. La forma de coliflor que obtuvieron las nubes es más característica de los flujos piroplásticos generados por explosiones típicas en erupciones volcánicas, detonaciones nucleares o en demoliciones controladas, una sólida nube de ceniza y gases a altas temperaturas. La pila de escombros vomitaba fuego al ser excavada. El ingeniero estructural Les Robinson, reportó que tres semanas después del colapso todavía había incendios y metal fundido bajo la superficie. Ocho semanas después, la temperatura de los escombros alcanzaba en algunos puntos los 1.000 grados y las botas de los trabajadores se derretían en pocas horas. En noviembre del 2005 el profesor de física Steve Jones de la Universidad Brigham Young tuvo tiempo de declarar en televisión, antes de ser interrumpido, que los enormes charcos de metal fundido que sembraban la zona eran la evidencia directa del uso de explosivos de alta temperatura, como por ejemplo el Thermite, un explosivo usado por los militares, compuesto de óxido de hierro y aluminio que al encenderse produce una reacción extrema de calor. En solo dos segundos el Thermite puede alcanzar temperaturas de hasta 2.500 ºC, el doble de lo necesario para derretir el acero. El apéndice C del reporte de la FEMA (Agencia Federal para el Manejo de Emergencias) describió un residuo de azufre en el acero del WTC. El periódico The New York Times catalogó este residuo como el misterio más profundo de todos, sin dar una explicación. La explicación es sencilla, el azufre reduce la temperatura de fusión del hierro. La mezcla de Thermite con azufre se conoce como THERMATE, una combinación que produce resultados aún más rápidos que los del Thermite. Si revisas en vídeo los minutos anteriores a la caída de los edificios, apreciarás pequeñas explosiones de humo y pequeñas cascadas de material candente surgiendo en diferentes puntos del edificio, lejos del incendio. En algunas de las fotografías efectuadas durante los días posteriores al atentado, se distinguen algunas vigas con pruebas concluyentes del trabajo efectuado por especialistas en demolición. En ellas puedes visualizar el típico corte que ocasionan los explosivos, un corte que recorre la sección de la viga en una diagonal perfecta de 45 grados. El acero chamuscado envuelve los cortes en un aspecto chorreoso, de un color negruzco diferente al del resto de la viga. Un corte de esas características no puede haberse realizado de forma accidental. Como estas, innumerables pruebas sugieren una demolición de las torres pero la mayor de las evidencias se encuentra en la escasez de restos que poblaban la Zona Cero. Aquellos que tuvieron la suerte de visitar las Torres Gemelas antes de su desaparición, dispondrán en su casa de la clásica fotografía tomada desde su base. En ella se puede apreciar el colosal tamaño de las torres, que obligaba al fotógrafo a arquear su cuello totalmente hacia atrás, con la esperanza de incluir en su fotografía una porción aceptable del descomunal volumen que formaban estas magníficas torres que, en un día nublado, podían desaparecer entre las nubes. Su altura y volumen eran impresionantes y el material que albergaban sus estructuras de 110 pisos hubiera ocupado, de ser comprimido, el equivalente al 40 % del volumen de sus pisos. La montaña de restos que debería haber aparecido al disiparse la espectacular polvareda tendría que haber sido igualmente colosal, invadiendo incluso las calles adyacentes al WTC, sin embargo, las fotografías tomadas antes de la retirada de los restos rebela una alarmante escasez de escombros en la Zona Cero. ¿Como es posible que desaparecieran en el colapso? Resulta imposible pensar que el material que contenían los más de quinientos metros de altitud de cada torre se comprimiera en el interior del espacio que ofrecían los escasos veintisiete metros de profundidad de sus sótanos. Sabemos que ese es el procedimiento habitual de los demoledores: enterrar el mayor porcentaje posible de los restos en el sótano del propio edificio. Pero este procedimiento resulta ridículo en el caso de un edificio cuyo volumen externo supone más del 90 % del volumen de obra. En el mundo hay apenas una docena de empresas dedicadas a las grandes demoliciones. Son negocios de familia respetados cuyo conocimiento se deriva de la experiencia y los materiales que usan son convencionales. Las demoliciones del WTC fueron altamente avanzadas y no convencionales. Los explosivos siempre han sido el dominio de militares y lo sucedido en la Zona Cero no es entendido completamente por demoledores civiles.

      LA TEORÍA DE DIMITRI KHALEZOV

      Dimitri Khalezov es un antiguo oficial de la Unidad Militar 46179, conocida también como el Servicio de Control Especial del duodécimo departamento del Ministerio de Defensa de la Unión Soviética. Las revelaciones que este antiguo miembro de la inteligencia rusa reunió en su libro The Third Truth (La Tercera Verdad) han conmocionado a quienes buscaban la verdad de lo acontecido el 11-S. Dimitri Khalezov es un experto en demoliciones nucleares controladas y afirma haber tenido constancia del llamado Proyecto de Demolición Nuclear de Emergencia de las Torres Gemelas desde principios de los años ochenta, gracias al Tratado de explosiones nucleares pacíficas entre la Unión Soviética y los EE. UU., que obligaba a ambas partes a informarse mutuamente sobre las explosiones nucleares proyectadas sin fines militares. En una larga entrevista concedida a la televisión rusa Khalezov declaró: "Durante mi servicio militar a final de los 80, tuve conocimiento de que existía un denominado ‘Esquema de Demolición Nuclear de Emergencia’ construido en las Torres Gemelas del WTC en Nueva York. Para mí fue extraño y, para ser sincero, difícil de creer que las autoridades de los EE. UU. pudieran ser tan dementes como para demoler edificios en medio de una ciudad habitada, empleando cargas nucleares bajo tierra. Sin embargo entendí que nadie planeaba demoler el WTC de esa manera, lo vi más como un modo de evitar cierto problema burocrático. Un esquema de demolición nuclear como ese tenía que ser construido dentro de las torres no para demolerlas, sino para conseguir el permiso para construirlas. El código de construcción de Nueva York de ese entonces (así como el de Chicago) no permitía al Departamento de Construcciones autorizar la construcción de un rascacielos, a menos que el constructor proporcionara un sistema satisfactorio para, en caso de emergencia, lograr demoler una construcción de esa magnitud. A finales de los 60 (cuando las torres fueron propuestas) este tipo de construcciones con trama de acero representaba un concepto nuevo, de modo que nadie tenía idea de cómo lidiar con ello en términos de demolición. Los métodos de demolición convencional eran aplicables solo a construcciones de tipo antiguo. Algo nuevo debía inventarse para las robustas torres de acero, de modo que lograran convencer al departamento de construcciones de que les concediera el permiso para su construcción. Un nuevo sistema de demolición había sido inventado: la demolición nuclear". En el caso de las Torres Gemelas, cuyos cimientos se situaban a 27 metros por debajo del nivel del suelo, para cumplir con los requerimientos municipales, se enterró 50 metros

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