Скачать книгу

del pasado; o que nos permite evitar errores cometidos en el pasado —se ha convertido ya en un dicho casi popular, que quien no conoce la historia corre el peligro de repetirla—; o que nos permite “entender lo que se ha ido gestando”{2} para entender por qué estamos donde estamos en el presente y proyectar con más elementos de juicio el futuro. Así, la historia se convierte en un instrumento útil para el análisis del mundo de hoy.

      Desde luego, también nos tenemos que preguntar a qué tipo de historia nos estamos refiriendo. No ciertamente a la narración, descriptiva, crónica, anecdótica, tal vez, de los acontecimientos pasados, ni siquiera a la historia que busca entender la trama de los acontecimientos con mayor o menor exactitud, esto es, a una historia precrítica, sino a una historia crítica, entendida como la que se basa en las técnicas más actuales y confiables de crítica de las fuentes, en visiones epistemológicas igualmente actuales y confiables de comprensión social y en una conciencia precisa y explícita de lo que estudia, de los límites y las limitaciones del historiador para comprender y escribir lo que estudia, con los instrumentos metodológicos, epistemológicos y técnicos de que dispone en el momento en que estudia. En fin, una historia que se hace como conocimiento de segundo orden.{3}

      Ahora, al hablar de la historia no como estudio del acontecer humano en el tiempo, sino de la historia como ese acontecer, Xavier Zubiri entiende que la historia humana es traditio, en el sentido etimológico de la palabra, que significaba el acto de “entregar”. En la historia, las generaciones precedentes entregan a las nuevas universos simbólicos y prácticas sociales con los cuales aquellos enfrentaron sus problemas. Esos universos y prácticas configuran, sobre todo, “maneras de estar en la realidad” que inicialmente alimentan a las nuevas generaciones, luego estas las interiorizan autónomamente, disciernen y deciden si las perpetúan, las abandonan, las modifican parcialmente o las superan, para construir sus propias maneras de estar en la realidad.{4} Este es el enfoque que pensamos es más pertinente para hablar de la génesis y la historia de nuestro Proyecto Educativo Universitario Lasallista (PEUL).

      En efecto, este se origina en una determinada manera de estar en la realidad y se desarrolla a través de varias maneras de estarlo. ¿Sobre qué fuentes hacemos hoy la reconstrucción del proceso que ha tenido el PEUL? ¿Cuál es su confiabilidad? ¿Qué manera de estar en la realidad lo produjo y a través de qué maneras se desarrolló?

      De todas formas, esta revisión crítica de la historia es una tarea inherente al quehacer universitario, que recuerda el antiguo lema nova et vetera que caracterizó a esta institución y que hoy se expresa señalando cómo a la Universidad le corresponde hacer “una reconstrucción crítica del pasado, una comprensión intelectual del presente y una racionalización de la acción hacia el porvenir”.

      Las fuentes para la reconstrucción histórica del Proyecto Educativo Universitario Lasallista

      Más allá de los datos que pueden aportar algunos testigos presenciales del proceso de construcción del PEUL, existen también fuentes escritas, pocas ciertamente, que contribuyen a la comprensión de este proceso. En primer lugar, la Historia de la Universidad de La Salle, del hermano Martín Carlos Morales,5 que alcanza a registrar la fase de elaboración del Marco Doctrinal, u horizonte filosófico del PEUL. Luego están las memorias de gestión de los señores rectores, especialmente las del hermano Juan Vargas Muñoz (1992), quien fue el promotor principal de este proceso. Existen, unos pocos artículos de la Revista de la Universidad de La Salle relacionados con el tema.6 También se encuentran las memorias de los comités académicos ampliados que se ocuparon de este tema, documentos que ayudaron a la recuperación histórica de la Universidad,7 la antología de textos que se elaboró como fundamentación del documento, los borradores finales y la primera publicación del PEUL.{8}

      Las tres primeras fuentes, indirectas, recogen sistemáticamente el proceso, con base en la experiencia directa de los autores y en la lectura del segundo grupo de documentos o fuentes directas. La Historia del hermano Martín Carlos se considera la historia oficial y tiene el enfoque de principal fundador de la Universidad, quien exalta la trascendencia de su obra, pero mantiene un rigor crítico acorde con la calidad intelectual de su autor. Las memorias de gestión son documentos administrativos, de carácter descriptivo, que suelen basarse en informes breves procedentes de las distintas dependencias del claustro. Las memorias de gestión de los comités académicos también son documentos descriptivos que reflejan en gran medida el pensar y sentir de una comunidad en un momento dado de la historia de la Universidad.

      Origen del Proyecto Educativo Universitario Lasallista

      El proceso hacia la formulación del PEUL tuvo unos antecedentes próximos en la Declaración de Principios publicada en 1972. Sobre esta nos cuenta el hermano Martín Carlos Morales Flores:

      Y desde comienzos de 1971. El Consejo Directivo había designado una Comisión Especial para que redactara —en forma que se pensaba definitiva— un documento que se consideraba trascendental, a saber: la Declaración de Principios; con la cual la Universidad, en forma clara, concisa y profunda pudiera expresarse a sí misma, en todos sus estamentos […] y manifestar también a los de fuera, su propia identidad, su razón de ser, sus propósitos ideales.{9}

      Fue aprobada por el Consejo Directivo el 23 de diciembre de 1971. Está estructurada en torno a cinco enunciados que explicitan el significado de la naturaleza jurídica de la Universidad, “fundación”, y de cada uno de los términos que constituyen su nombre: Universidad, Católica, Social, de La Salle.{10} La Declaración iluminó y guió los caminos de la Universidad hasta 1981, cuando se produjo el cambio de nombre de la institución. Durante este lapso, continúa en otra parte de su historia el hermano Martín Carlos:

      Esta reflexión de la Universidad sobre su propio ser y sobre su más profunda identidad, se había prolongado a lo largo de los años, especialmente a nivel de los estamentos directivos —Consejo Directivo, Comité Académico… y culminó, por así decirlo— aunque quedaban abiertas, como veremos otras posibilidades, con la elaboración del Marco Doctrinal de la Universidad de La Salle, aprobado por el Consejo Directivo en sus sesión del 11 de junio de 1983.{11}

      De esa reflexión nos quedan dos documentos más, elaborados entre 1975 y 1980, uno por el Comité de Pastoral y otro por el propio hermano Martín Carlos Morales Flores. Ahora bien, el modo de estar en la realidad de la Universidad, durante la década de los setenta, estaba influido por el crecimiento interno de la institución en cuanto a número de carreras y estudiantes, pero también por la repuesta a nuevas actitudes en la vida universitaria, como las procedentes de la visión marxista, que emergía con gran fuerza en América Latina y en Colombia, del movimiento de la denominada Revolución de Mayo de Francia, que hoy se percibe como una expresión del rechazo a la modernidad, propio de la condición posmoderna y de las nuevas ideas en la Iglesia latinoamericana a partir del Documento de Medellín. En el pensamiento lasallista también se empieza lentamente a asimilar la Declaración sobre el Hermano en el Mundo Actual del Capítulo General de 1967,{12} que proyecta la renovación conciliar sobre el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

      A finales de la década, el 3 de septiembre de 1979, el hermano superior general, José Pablo Basterrechea, quien había sido invitado por el Consejo Directivo para otorgarle un doctorado honoris causa, pronunció un discurso trascendental para la Universidad.{13} Centró sus palabras en el nombre de Universidad Social Católica de La Salle y destacó la redundancia entre lo social católico y el significado de La Salle, pues decir “La Salle” implica de suyo el sentido católico y el sentido social.

      Esta reflexión y las nuevas exigencias del Decreto Ley 080 de 1980 llevaron a que el Consejo Directivo cambiara el nombre a la Universidad el 17 de noviembre de 1981 por el de Universidad de La Salle, y estimularon la formulación de un nuevo documento relacionado con la filosofía institucional que finalmente recibió el nombre de Marco Doctrinal.{14}

      La década de los ochenta. La asimilación de la noción de PROYECTO EDUCATIVO

      La década de los ochenta nos ubica en una nueva manera de ver y de estar en la realidad universitaria, tanto general,

Скачать книгу