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se podrían diseñar allí fácilmente. Por un lado, los organizadores de un festival musical garantizarían un fácil acceso a los asistentes y también que pudieran salir cuando quisieran. En este barrio, la hora punta de jóvenes que llegan a la zona es aproximadamente la una de la noche, pero el último tren sale a la una y veinte. Para coger un taxi avanzada la noche se tarda dos horas más o menos, si es que los taxistas cogen a viajeros (los taxistas suelen evitar este barrio), de forma que cuando los jóvenes están en la zona de ocio se encuentran básicamente apiñados en una sola calle hasta que el tren comienza a funcionar de nuevo a las seis de la mañana. Esto termina resultando muy aburrido y frustrante. Aparte de la mejora obvia de poner más trenes, los diseñadores también propusieron como plan alternativo un sistema de señalización temporal en las aceras para guiar a los jóvenes hasta otra estación de tren (a veinte minutos de distancia a pie) que cuenta con autobuses que funcionan toda la noche.

      Volviendo al concepto del festival de música, sus organizadores crearían áreas de descanso y ofrecerían actuaciones ininterrumpidas para garantizar que la gente se mantuviera activa de forma que su experiencia no dependiera totalmente de lo que ocurre en un único gran escenario. Se da la circunstancia de que esta zona de ocio tiene unas pocas discotecas que son la atracción principal, pero no hay mucho más que hacer. Por consiguiente, los jóvenes que han visitado un establecimiento y vuelven a la calle quizá tengan que esperar varias horas de cola para entrar en el siguiente. Si deciden no ponerse a la cola, se encuentran en la calle sin nada que hacer. Los diseñadores propusieron que este patrón de comportamiento problemático podría reducirse proporcionando un servicio de mensajes telefónicos o una aplicación de móvil, de forma que la gente pudiera enterarse de cuánto hay que esperar para el siguiente establecimiento antes de salir del primero. Además, algunas de las calles aledañas a la calle principal podían adecuarse como áreas de descanso con fuentes públicas y un ambiente relajado a modo de “salas de espera” lejos de la multitud.

      Otro elemento evidente del que se dispondría en un festival de música es suficientes aseos públicos. Esta zona de ocio en particular solo cuenta con tres, uno de los cuales apenas se usa porque está ubicado en una imponente comisaría de Policía. En consecuencia, hay un verdadero problema de micción en la calle (lo cual no es sorprendente si se calcula la cantidad de cerveza que se bebe en una noche normal). Obviamente, los diseñadores propusieron la instalación de un sistema de aseos portátiles.

      Con los años, los bares han contratado progresivamente más personal de seguridad y porteros como parte del planteamiento convencional para resolver los delitos relacionados con el alcohol y los problemas de comportamiento antisocial. Los diseñadores propusieron un sistema de guías jóvenes muy visibles con camisetas de vivos colores que ayudaran a las personas a orientarse en la zona y a quienes pudieran acudir cuando necesitaran ayuda. Esto parece totalmente lógico: los estudios han demostrado que la gente no acude a la policía en busca de ayuda a menos que los agentes sean accesibles también para cuestiones de poca importancia. Estos visibles y alegres guías de información creaban un ambiente social más acogedor, que difiere totalmente de esos enormes hombres de negro de la seguridad privada que acechan como mortífagos en cada esquina. De hecho, la presencia de este personal de seguridad paradójicamente ha contribuido enormemente a que el ambiente del barrio sea tan sombrío.

      CASO 9

      Libradnos de los bolardos: Seguridad en el espacio público

      Circular Quay, en el centro de Sídney, es un sitio francamente espectacular. Las preciosas vistas del puerto están rodeadas por el emblemático Harbour Bridge a un lado y la Sydney Opera House al otro. Es un punto turístico fotográficamente perfecto para millones de visitantes cada año. Desgraciadamente, esas mismas cualidades convierten a Circular Quay en un lugar notorio, y por ello un objetivo interesante para un posible ataque terrorista. Se pidió a los diseñadores DOC que presentaran propuestas para evitarlo o reducir los daños en su caso. Los primeros estudios mostraron que sería importante limitar el acceso al tráfico en ciertas zonas del lugar. Los expertos antiterroristas de la policía, muy conscientes de esta necesidad, estaban a punto de proponer la colocación de decenas de enormes bolardos para conseguir este objetivo.

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      Figura 2.5

      PROPUESTAS DE DISEÑO PARA CIRCULAR QUAY (BOCETO DE PROYECTO DE DOC)

      Pero también se dieron cuenta de que los bolardos estropearían totalmente el lugar y entorpecerían la vida de los habitantes y de los visitantes por igual. Para superar el debate a favor y en contra de los bolardos, los diseñadores sabían que el problema tenía que ampliar su espectro para incluir muchos temas más complejos y toda una gama de actores. Y no es que hubiera escasez de problemas que abordar en la zona junto con la cuestión antiterrorista. Aparte del marco extraordinariamente maravilloso en el que se encuentra Circular Quay, los espacios públicos que lo rodean en la práctica no son tan ideales: solo lo forman grandes plazas abiertas sin mucho que ofrecer. Los diseñadores del DOC aprovecharon la oportunidad y propusieron un rediseño total de la zona con el que explotar su potencial de servir de ventana de Australia para los millones de visitantes que acuden cada año. Con la instalación de obras de arte y asientos adecuados, la plantación de eucaliptos de los diferentes estados y la construcción de un pequeño escenario informal al aire libre para artistas callejeros, todo cumpliendo los requisitos necesarios, se contribuiría conjuntamente a evitar el acceso de vehículos y a librarnos de los bolardos (véase figura 2.5). Para reducir los efectos de un ataque, los diseñadores también propusieron reducir las aglomeraciones de las horas punta en la zona. Miles de trabajadores de la ciudad toman el tren desde la estación de Circular Quay, que está situada encima de los muelles del ferri. Recolocando las entradas y salidas de esa estación de tren para situarlas alejadas del centro a ambos lados del lugar, estos trabajadores no tendrían que pelearse por atravesar la multitud de turistas que deambulan por la parte central. Esto reduce considerablemente el gentío que se congrega allí a la vez, y con ello se reduce la probabilidad y el impacto de un acto violento.

      CASO 10

      Dificultar los robos en los comercios: Prevención invisible de delitos

      Los robos en los comercios constituyen un delito frecuente que les cuesta a los consumidores cada año miles de millones de dólares en todo el mundo, pues los minoristas han aprendido a aplicar una subida de un diez por ciento por lo que ellos denominan con el eufemismo “diferencia de inventario”. Las medidas convencionales para reducir los robos en los comercios son el uso de espejos y cámaras de circuito cerrado, la instalación de carteles de advertencia y la contratación de más personal de seguridad. Obviamente, el diseño del comercio puede desempeñar también un papel fundamental para evitar estos delitos, pero es en este punto donde los minoristas y sus diseñadores se enfrentan a una rara paradoja: para vender, hay que mostrar los productos de forma atractiva y tentadora y que resulten fácilmente accesibles a los posibles clientes. La mayoría de los propietarios rechazan cualquier intervención del diseño que, en su opinión, pueda provocar una caída de las ventas legales y prefieren asumir la “diferencia de inventario”. Sin embargo, existe un coste social que debe tenerse en cuenta: suele ser el “primer delito” fácil que cometen algunos jóvenes. Si no se corta de raíz, el hábito de robar puede conducir fácilmente a otros delitos más graves. Y desde un punto de vista moral, no podemos dejar que abunden estos robos.

      Los investigadores y diseñadores de DOC se enfrentaron al reto de crear soluciones que no disminuyeran el atractivo de los productos (y en la medida de lo posible lo aumentaran), al tiempo que impidieran su robo. El proyecto se centró en una serie de productos que se roban con mucha frecuencia: en la lista hay pequeños artículos caros como cosméticos, pero también pilas, ropas y latas de leche en polvo infantil. Los diseñadores se percataron rápidamente de que los mayores robos se producían cuando existía una red de mercado negro donde vender los productos fácilmente y en grandes cantidades. Decidieron concentrarse en estas situaciones, y replantearon el problema para evitar que se robaran grandes cantidades de estos productos en concreto. El planteamiento cambia el problema y ya no es el de la prevención total, la cual resulta muy difícil de conseguir sin dificultarles las cosas a los clientes legales. Se idearon muchas soluciones diferentes

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