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Vencer o morir. Antonio Espino López
Читать онлайн.Название Vencer o morir
Год выпуска 0
isbn 9788412221329
Автор произведения Antonio Espino López
Жанр Документальная литература
Серия Historia de España
Издательство Bookwire
TOLTECAS Y TEPANECAS
Los siglos que precedieron a la llegada de los conquistadores españoles al valle central de México se dividen en el llamado periodo Clásico (150-750/900 d. C.) y el Posclásico (900-1521 d. C.). La inestabilidad política y militar fue un hecho habitual. La ciudad de Tula10 dominó el espacio entre los años 900 y 1250 (o bien 950-1150 d. C.) y se constituyó en una sociedad pluriétnica en la que la lengua de los nahuas, el náhuatl, se impuso ante otras, como la otomí. Aquellas gentes volvieron a fusionar su armamento, procedente del norte, con el mesoamericano: dejaron de lado las picas y adoptaron el átlatl de las nuevas tierras ocupadas, mientras que a sus cuchillos de piedra les añadieron mangos de madera. Aunque la gran innovación llegó con las macanas cortas curvas de madera, o macuahuitl,11 a las que insertaron hojas de obsidiana como antes se había hecho con las picas. De esta forma crearon un arma ligera, para una sola mano y con casi medio metro de superficie afilada, de corte, para un total de poco más de 80 centímetros de largo. Le añadirían protección de algodón para el brazo y un escudo capaz de atarse al antebrazo para dejar la mano libre. Los toltecas, de hecho, fusionaron dos tipos de soldado especializado, el lanzador de dardos y el infante portador de macana, en uno solo, pues eran capaces de arrojar los cuatro o cinco dardos que llevaban con sus brazos protegidos y, seguidamente, tomar su macana de madera para continuar el combate cuerpo a cuerpo.
El macuahuitl (macana) era un arma utilizada por guerreros mexicas durante la conquista. Era capaz de infligir heridas muy graves, pues llevaba lascas de obsidiana incrustadas a los lados y podía manejarse con una o dos manos.
Ahora bien, al actuar de esa forma con sus ejércitos, que además eran reclutados entre todos los estratos sociales, los toltecas lograron incrementar su potencia, pues ahora un solo soldado realizaba una doble función. Eso sí, tales fuerzas, con un despliegue táctico como el descrito, necesitaban de un mando coordinado y eficaz, especializado, en definitiva. Los toltecas de Tula lograron expandirse por el sur hasta la actual Costa Rica y por el norte hasta los desiertos. Pero no fueron un imperio militarista, sino que buscaban el control de los territorios a través de los enclaves comerciales establecidos y mediante colonias y no tanto someter áreas remotas. Se limitaron a proteger a sus comerciantes con sus soldados, un ejército cada vez más potente merced al aumento demográfico y al de la productividad agrícola de la Mesoamérica de la época.
La cultura tolteca declinó en el momento en el que la capital, Tula, fue abandonada en 1179 d. C. La causa principal del hundimiento fue la llegada de grupos nómadas procedentes de un norte cada vez más árido, los chichimecas, o bárbaros en náhuatl, que fueron claves en la introducción del arco y las flechas.12 Con esta arma, que desdeñaba la lucha cuerpo a cuerpo de un ejército convencional como el tolteca, los recién llegados consiguieron elevar con sus incursiones los costes de defensa del gran imperio comercial tolteca. Aunque la caída de este cabe asociarla también, o más bien, a la desecación progresiva del área. Pero una vez abandonada Tula, enclaves toltecas se mantuvieron en muchas partes de Mesoamérica y conservaron sus contactos con lugares como Oaxaca o el Yucatán, donde emigró a Chichén Itzá una facción tolteca enfrentada a otra en la propia Tula en el siglo X. Allá vencieron al poder local putun e introdujeron las armas y las tácticas bélicas mesoamericanas en las tierras bajas mayas.13 Chichén Itzá cayó a principios del siglo XIII solo cuando desde la localidad de Mayapan los atacaron usando los nuevos arcos llegados de México. Pero, a corto plazo, tanto el imperio tolteca como los parciales imperios mayas no consiguieron subsistir y desde el siglo XIII se volvió a una época inestable en el sentido de que ningún poder local supo o pudo imponerse sobre los demás.
Sentado esto, el poder en el área tolteca iría siendo sustituido por el de los tepanecas desde la ciudad de Azcapotzalco a partir del siglo XIV.14 Los tepanecas comenzaron a controlar las ciudades vecinas de Culhuacan y Tetzcoco, una vez las hubieron vencido, y les impusieron tanto gobernadores militares propios como la obligación del pago de tributos. Dichos gobernadores eran hijos, príncipes pues, de Tezozomoc, el líder tepaneca del momento. Es una cuestión clave, pues se trata de un gran precedente de la manera mexica de gobernarse y de gobernar los territorios adquiridos en su posterior expansión. De hecho, fueron los mexicas los principales tributarios de los tepanecas durante una centuria, al ceder tributos en forma de servicios y en especie. Aunque no lo hicieron desde la posición del vencido, sino que solicitaron al gran señor tepaneca terrenos donde asentarse a cambio de los tributos referidos.
En el sistema de gobierno tepaneca, una ciudad podía regirse por un cuatuhtlatoani, es decir, por un príncipe de la casa real tepaneca y, si disponía de una mayor categoría en el sentido de poder contar con un linaje propio, si bien manteniendo la subordinación, la urbe pasaba a estar regida por un tlatoani. Todo apunta a que tanto las ciudades de Tenochtitlan como Tlatelolco fueron gobernadas por hijos de Tezozomoc hasta que, en un momento dado, los mexicas solicitaron una mejora de su estatus y, con ello, el nombramiento de un tlatoani. Ahora bien, mientras la primera se decidió por que el tlatoani fuese un príncipe de estirpe culhua, con lo cual el cambio de estatus era más marcado, Tlatelolco se conformaba por mantener un linaje tepaneca al frente de la urbe, si bien igualmente como tlatoani. Este hecho marcó ya una diferencia en el futuro casi inmediato entre las dos ciudades, que acabaron por enfrentarse en 1473.
En 1427, aprovechando el deceso de Tezozomoc y las luchas entabladas entre sus descendientes en Azcapotzalco, tanto Tenochtitlan como Tlatelolco decidieron levantarse contra sus antiguos señores. Para entonces, hacía casi un siglo que se había fundado México-Tenochtitlan.
En efecto, en 1325 se erigía dicha urbe tras una odisea iniciada desde la ciudad de Aztlan en el siglo XII de nuestra era. Como en el caso de otros muchos pueblos mesoamericanos, el origen de los mexicas se encuentra a caballo entre lo mítico y lo incierto, o lo inciertamente mítico. Entre las diversas parcialidades de los mexicas destacaron pronto dos: los tenochcas y los tlatelolcas. Tras vagar por el territorio en busca de un asentamiento favorable, es más que factible que los mexicas se dedicaran a labores propias de los mercenarios y obtuvieran el rechazo de algunos, pero también el reconocimiento de otros, como el señor de Culhuacan, quien les permitió asentarse en un lugar insalubre, Tizapan, para, más tarde, permitirles acudir a los mercados de la urbe central. Al poco, los mexicas habían emparentado con los culhuas y surgieron los mexicas-culhuas, los llamados aztecas.
Pero, tras algunas desavenencias, los mexicas hubieron de partir de nuevo en 1323 hacia los lagos del valle central de México, donde se asentaron en un lugar interesante desde el punto de vista estratégico, pues se situaba entre las ciudades rivales de Azcapotzalco, de la que dependieron como se ha visto, y Tetzcoco. Y gentes acostumbradas a la guerra y a las intrigas sacaron partido de esta circunstancia.
Hacia 1376, México-Tenochtitlan obtuvo su primer tlatoani de origen culhua, Acamapichtli, mientras que la ciudad de Tlatelolco, como se ha dicho, optó por otro de linaje tepaneca, Cuacuauhpitzáhuac. Durante otro siglo, ambas ciudades se vigilaron y mantuvieron vivas sus diferencias,