Скачать книгу

occidental, se busca seguir afirmando y consolidando a un Estado-nación, un Estado como propiedad del grupo nacional autóctono, una identidad occidental o republicana a partir de la lengua, el cristianismo, la historia, la cultura y la literatura nacional. Pues, ante la supuesta amenaza de lo nacional por la presencia de lo extranjero, se trata, fundamentalmente, de ir convirtiendo al Estado como la gran expresión de la identidad y de la nacionalidad, a pesar de que dicho proyecto Estado-nación deja entrever el problema crucial de justicia y de derecho.

      Así es como van surgiendo movimientos de activistas en contra del ideal occidental de Estado-nación por el mundo, aun en Occidente; un Estado-nación como factor de exclusión y de asimilación. Por eso, en su lugar se va proponiendo un multiculturalismo de Estado opuesto a las políticas de exclusión y de asimilación de los no-nacionales, y que considera al Estado como propiedad de todos los ciudadanos y no como la de un solo grupo nacional.

      Convendría señalar al respecto que, más allá de los pocos esfuerzos logrados, las divergencias de puntos de vista en torno a las políticas públicas a favor de una sociedad occidental homogénea basada en la cultura, la identidad frente a la amenaza de la cultura importada, siguen perdurando.

      Por otro lado, el segundo capítulo versa sobre esta dicotomía, es decir, que, aunque ha llegado a ser una sociedad multicultural, Occidente está siempre —en la mayoría de los tiempos— en busca de una homogeneidad nacional apoyándose en el Estado por medio de una posible construcción nacional sin consideración alguna para las demás identidades alternativas.

      En esa dinámica es donde las políticas públicas serán construidas, divulgadas y ejercidas a favor de la lengua, la historia, la literatura, los héroes, la religión-institución (el cristianismo), el sistema educativo, el ejército como símbolos nacionales y marcas de la identidad nacional ante la amenaza de las culturas extranjeras.

      La problemática de la condición de las minorías sociales y religiosas en Occidente es abordada en los capítulos tercero y quinto, bajo los títulos, “Miradas entre Occidente y Oriente” y “Los musulmanes en Europa a través de su literatura”.

      Si los avances en materia de integración socioeconómica y lingüística constituyen un logro parcial, en cuanto a la integración religiosa y en particular islámica, esta permanece todavía latente, eso por consideraciones de índole variado, aunque, entre los motivos, el principal resulta ser el supuesto carácter fundamentalista e integrista del islam, un islam confesado por un gran número de migrantes asiáticos presentes en Occidente.

      Más allá de este argumento, es de señalar el otro más real, o sea, la tesis sobre la expansión vertiginosa del islamismo en Occidente y sus corolarios de conversión masiva de ciudadanos europeos, originalmente cristianos, y su conquista de territorios propios del Occidente, esta última tesis considerada por los defensores de la política Estado-nación como una toma de control del islamismo en el espacio occidental.

      En efecto, la expresión figurativa “el Occidente mira a Oriente” se justificaría porque se ha venido considerando desde Europa, que por medio de las migraciones masivas de ideólogos religiosos musulmanes y de las sociedades musulmanas de Asía y de África del norte hacia el Occidente europeo, se provocó cierta imposición de un islam ideológico-confesional en sectores vulnerables del tejido social occidental. Tal fenómeno sería lo que, para muchos, con razón o sin ella, es el motivo real de una desintegración social en las grandes urbes occidentales por la presencia de focos de militantes y de nuevos guetos urbanos musulmanes, a veces, radicalizados e implícitamente opuestos a la teoría del Estado-nación. De ahí los choques culturales y religiosos, y por eso, el Occidente mira a Oriente.

      Dicho de otra forma, se trata del surgimiento de un antagonismo estructurado en la fuerza de la hegemonía de la expresión religiosa musulmana que consta de ideólogos musulmanes comprometidos con la divulgación del islam —cabe decirlo, de un islam, a veces político en ruptura con los valores republicanos de Occidente tales como democracia liberal, cultura y religión nacionales y libertades— y en la tesis de los defensores de la política del Estado-nación autóctono con su ideal de liberalismo y del Estado como propiedad del grupo autóctono.

      Es por esta razón que el islam será considerado, con razón o sin ella, por la política Estado-nación como una especie de contra Iglesia, que, ­desde luego, será combatido en Occidente, aunque en medio de estas confusiones, el islam sigue expandiéndose a través de su fuerza, de su capacidad de adoctrinamiento, presión; su argumento está basado en la propuesta de una religión alternativa y pluralista, de una religión cuyo libro, el Sagrado Corán, abarcaría tanto al individuo como a la sociedad en todas sus dimensiones, y de intimidación en el espacio y en el tiempo.

      Desde otro ángulo, la tesis de la radicalización manejada en Occidente en contra de un islam visto por las políticas como una real amenaza a la cultura y la identidad occidental, resulta ser el argumento por el cual hoy en día —tal como lo han ilustrado exitosamente los autores del libro— “El occidente mira a Oriente”.

      Integrismo, violencia religiosa con su avatares de violencias psicológica, moral y física no solo constituyen para la política Estado-nación el motivo del antagonismo entre Occidente y Oriente islámico, sino que refuerza el debate público contra las comunidades extranjeras musulmanas en el espacio occidental, debate muchas veces llevado por los partidos de extrema derecha, una extrema derecha que se apoya con frecuencia en la radicalización de la sociedad occidental por grupos islamistas o redes islámicas, una radicalización que contradice el orden nacional de la nación occidental por provocar desintegración, falta de cohesión en torno al ideal europeo y la pérdida de la identidad occidental.

      El fenómeno de la radicalización tan evocada se ha evidenciado por la formación y la presencia de grupos jihadistas occidentales responsables o co-responsables de atentados en el mundo. Se trata de un Jihadismo que, tras afirmarse y consolidarse en Occidente pasa a unirse al daech. De ahí que se configura lo que se conoce en Occidente, como espacio conquistado del islam, que se disloca en espacios de divulgaciones ideológicas y religiosas tales como mezquitas, mercados halal, escuelas islámicas o madarsas, librerías islámicas y redes sociales dedicados al adoctrinamiento de la sociedad occidental.

      Por fin, la configuración del espacio del islam dentro del Occidente, se explica por los fenómenos migratorios de años anteriores de militantes musulmanes de confesión wahabitas, principalmente, procedentes de Algeria, Pakistán, Turquía, Marruecos, Afganistán, Arabia Saudita, Egipto, Jordania y Túnez, entre otros países con mayoría musulmana, que desde Occidente, agrupados dentro de movimientos, van actuando erróneamente y con frecuencia en nombre de la Jihad, creando el camino para el hoy conocido Jihadismo occidental. Por eso, el libro inscribe al islam de la cultura occidental. Pero, más que simple inscripción, los autores pondrían de manifiesto una relación de viva y constante tensión entre Occidente y Oriente musulmán, que daría qué pensar más allá sus argumentos contenidos en el libro.

      El capítulo cuarto, “La mujer y la sexualidad en el islam”, aborda un aspecto distinto de los anteriores tal como viene mencionado en el título. En efecto, los temas de mujer y de sexualidad son, efectivamente, desde la perspectiva islámica, parte de la cultura y pilares secundarios de la fe islámica. En tanto que componentes de esta cultura, ambos conceptos ensanchan, predisponen y acondicionan a la mujer en dicha religión.

      Por otra parte, la relación de la mujer con la sexualidad como construcción social de tipo islámico desempeña un rol central en la elaboración y en el funcionamiento de la sexualidad en ella.

      La esencia de la proposición del título del capítulo está regida de manera pragmática, por normas contenidas en el Sagrado Corán, normas coránicas que —más allá de consideraciones abusivas— van de temas como la menstruación, las relaciones sexuales de la mujer con el marido, la sexualidad en relación con demás pilares secundarios.

      Este tema, visto en términos de educación sexual de la mujer en el islam sin ser tabú, es una de las principales tesis de debates, tesis circunscritas desde las perspectivas de la filosofía moral y del derecho de la mujer en el islam.

      Al seguir la visión de los autores del libro, la educación

Скачать книгу