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Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. Lilia Ana Bertoni
Читать онлайн.Название Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas
Год выпуска 0
isbn 9789876285940
Автор произведения Lilia Ana Bertoni
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Por estas mismas razones, también en 1884 se planteó mantener solamente los grados infantiles (1° y 2°), arrendar el edificio de la escuela Sucursal Sud y concentrar en la Sede los grados elementales (3° y 4°), con escasísimos alumnos. En la ocasión, el delegado escolar Rocca explicó que, de los 600 alumnos de las escuelas societales, sólo 103 correspondían a los grados 2°, 3° y 4°.92 Mientras muchos se inclinaban por brindar una enseñanza limitada a las primeras nociones y rudimentos, y en consecuencia por restringir la “enseñanza de la lengua patria a la Sede”, otros sostenían que era responsabilidad de la CD “mantener la característica de italianidad de la escuela”.93 Las diferencias sobre el papel de las escuelas surgían en muchas otras situaciones: por ejemplo, en ocasión del nombramiento de un maestro se discutía largamente si debía prevalecer su capacitación o su condición de italiano.94 Esas diferencias se acentuaron hasta desembocar en el conflicto de abril de 1888.
La polémica pasó del ámbito de Unione e Benevolenza a los diarios locales –argentinos e italianos– y creció como una bola de nieve. La noticia de la disposición del CNE de realizar una inspección en las escuelas italianas95 llegó a Italia, pero tergiversada en una orden de clausura de todas las escuelas italianas dispuesta por el gobierno argentino: “la mala impresión producida en toda Italia” por la noticia, que “cayó como una bomba”, promovió “la mayor excitación en el pueblo italiano y en su gobierno” e hizo que el ministro Crispi se apersonara frente al ministro argentino Del Viso requiriendo información.96 En el Parlamento italiano, los diputados pertenecientes a la mayoría interpelaron al ministro y el subsecretario Damiani declaró enérgicamente ante el mismo: “Las escuelas italianas en Buenos Aires serán puestas a resguardo de todo ataque ulterior no importa de donde él viniera, con todos los medios de que Italia dispone”.97
La cuestión estuvo a punto de suscitar un conflicto internacional. Adolfo Saldías publicó en París, en 1889, un trabajo destinado a denunciar y refutar las teorías italianas sobre el Río de la Plata, pues las intenciones “coloniales” de la política italiana fueron recogidas en los diarios europeos. Allí señaló que para ver un ataque en la aplicación de la ley argentina a las escuelas existentes en territorio argentino “es necesario que el gobierno italiano supusiera desde el principio un atentado a sus derechos de soberanía o de jurisdicción que él tendría sobre la República Argentina, semejantes a aquéllos que ejerce sobre Massaua o Trípoli”.98 Para Saldías “la rigurosa medida” de inspección del gobierno argentino era:
provocada por el hecho de que en las escuelas italianas, los profesores italianos se esfuerzan […] en desarrollar […] las ideas italianas y el sentimiento de su nacionalidad de origen. Esta educación constituye para el país un peligro muy grande, porque ella tiende a crear un Estado dentro del Estado y a proveer a los inmigrantes italianos los medios seguros para un buen día convertirse en conquistadores y señores de esta región tan rica.99
B. Bossi, que ya había opinado sobre aquel artículo del senador Boccardo en 1886, publicó en Italia un folleto para aclarar algunos malentendidos sobre las escuelas. Explicaba –coincidiendo con un argumento que siempre había sostenido Sarmiento– que era totalmente innecesario subvencionar escuelas en la Argentina, donde abundaban las gratuitas del Estado, y donde había además muchas escuelas particulares, por lo que “las escuelas no dan ningún beneficio a Italia, al contrario, fomentan mal humor en los nativos y pueden ser la causa de cuestiones serias”. La prensa argentina combate las escuelas “no porque tema perder ciudadanos en los hijos de los italianos […] sino porque se cree ofendida en su dignidad de nación independiente, porque le parece que Italia pretende formar un núcleo de poder en su patria o asumir una cierta idea conquistadora”.100 Al igual que Saldías, Bossi creía que esos conflictos determinarían en la Argentina un notable giro respecto de los inmigrantes: “si se persiste en el error se dará lugar a conflictos inevitables, que los diarios agigantarán, con aquellos países que al fin serán constreñidos a obligar a todo aquel que quiera habitarlos a hacerse ciudadano argentino, oriental, brasileño, etc.”. Recordaba que esta “cuestión palpitante” de la naturalización automática de los extranjeros sólo estaba diferida, pero que “con la mínima protesta” podía “presentarse al Congreso”, donde seguramente encontrará general aceptación.101
Aunque El Monitor procuró atemperar la cuestión,102 la prensa en general reclamó una decidida defensa de la soberanía; aun los que creían que la prensa italiana perdía los estribos “cuando pone en discusión cuestiones de nacionalidad”, como El Nacional, sin embargo afirmaban: “toca al gobierno ocuparse de este asunto trascendental”.103 En efecto, hubo presión de la opinión pública para que se diera una respuesta firme. Se solicitó una definición del Congreso urgiendo la sanción de los nuevos planes de “carácter nacional”.104 La Prensa recordó que “nuestros constituyentes se propusieron fundar una nación completa […] [y] la educación de los hombres es uno de los resortes maestros en esa labor”. Por eso se debían conservar “íntegros e incólumes” los derechos de la soberanía y “el poder y el deber de educar al pueblo argentino bajo planes de educación argentina cuya consecuencia gloriosa es la formación de eso que tanto anhelan y de que tanto se enorgullecen todas las naciones, y que se llama el espíritu nacional, el genio nacional”.105
Esta defensa de las atribuciones del Estado en el ámbito de la educación fue unánime; si bien era previsible en diarios como El Nacional,106 resulta notable encontrarla también en La Voz de la Iglesia, defensora de la libertad de enseñanza y denunciante permanente de la política del Estado en ese campo.107 Decía La Voz de la Iglesia: “no se debe tolerar por más tiempo en el seno de nuestra patria […] Y puesto este caso, todas las medidas de vigor quedan justificadas […] La libertad de enseñanza va a padecer detrimento […] Y sin embargo la inspección oficial es necesaria en este caso de las escuelas italianas”.108 Y La Prensa insistía: “Es tiempo ya de metodizar esa función del Estado […] que no haya una escuela en que no se enseñe lo que el Estado mande y que ninguna se escape de su inspección […] No repudiamos las escuelas privadas: las queremos y las defendemos, como