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también porque lo necesita. En concreto, por lo que respecta a esta polaridad, cambia el peso relativo de los deseos y las necesidades según el lugar y el momento. (11) Sin embargo, en todos los casos observados, las innovaciones sociales parecen tener lugar solo si hay al mismo tiempo necesidad y voluntad de hacer algo (esto es, una apropiada combinación de deseos y necesidades).

      Una forma (radicalmente) distinta de hacer las cosas

      Hemos visto que, en términos prácticos, lo que estas innovaciones sociales hacen es recombinar recursos y capacidades que ya existían para crear funciones y significados nuevos. Al hacerlo, introducen formas de pensamiento y estrategias para la solución de problemas que suponen discontinuidades con lo que ha sido la tendencia dominante, por ejemplo, de los modos de pensar y de hacer que se consideraban “normales” y que se aplicaban habitualmente en el contexto socio-técnico en que operaban (véase recuadro 1.1)

      Recuadro 1.1

      Discontinuidades locales

      ¿Qué significa crear una discontinuidad en la actual forma de ser y de hacer? En términos generales, significa crear algo que rompe la rutina, proponer formas de comportamiento radicalmente nuevas. Sin embargo, cuando se trata de innovación social, ¿qué significa “radicalmente nuevo”? La primera y obvia respuesta es que no se puede definir en términos generales, porque una misma idea y una misma organización no son igual de novedosas en contextos diferentes. Por ejemplo, la ayuda mutua entre vecinos es la tendencia dominante en un pueblo de Rajastán, en la India, donde forma parte de la tradición, pero puede resultar algo nunca visto en un barrio de clase media en Londres o Milán. Que un agricultor venda sus productos en un mercado africano no es otra cosa que una expresión “normal” de la agricultura y la alimentación del sistema local, mientras que los agricultores que hacen lo mismo con sus frutas y verduras en el mercado de la Union Square Farmers de Nueva York representan una innovación radical en comparación con los sistemas alimentarios y agrícolas que son costumbre en los Estados Unidos.

      Como estos ejemplos indican, determinar lo qué es “radicalmente nuevo” en estas organizaciones depende, en buena medida, de cada contexto. En otras palabras, la creación de una organización participativa basada en la ayuda mutua en Londres y Milán es algo innovador, a pesar de que pueda parecerse en muchos aspectos a lo que normalmente sucede en un pueblo de Rajastán. Lo mismo puede decirse del mercado de la Union Square de Nueva York en comparación con otro parecido de una aldea africana.

      Consideramos estos casos de innovación radical porque, ante un problema que parece muy difícil (cuando no irresoluble) desde un punto de vista convencional, proponen un análisis alternativo (en este caso, al reconocer que la gente mayor no son solo personas con dificultades y necesidades y que, en las condiciones oportunas, muchos de ellos pueden participar activamente en la solución de sus propios problemas y de los de sus iguales). Una vez que se logra este cambio de perspectiva, aparecen soluciones viables junto a resultados positivos imprevistos. En realidad, al igual que todas las innovaciones radicales, estos ejemplos no solo indican una nueva estrategia para resolver un problema concreto, sino que reformulan el problema en sí mismo, lo que conduce a resultados diferentes. En otras palabras, al responder a ciertas preguntas, las innovaciones radicales proporcionan respuestas que alteran esas mismas preguntas.

      La economía social en la práctica

      Sistemas socio-técnicos e innovación

      Antes de continuar, debemos llamar la atención sobre un aspecto teórico. Dado que no existen sociedades humanas sin tecnología, cualquier cambio que afecte a estas sociedades es, al mismo tiempo, un cambio social y técnico, por lo que referirse a la innovación social sin más es una simplificación. Para ser más precisos, deberíamos hablar en tales casos

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