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innovación social es, o podría ser, mucho más que esto porque, con frecuencia, estas formas de vida y de producción logran poner en sintonía el interés individual con el interés social y ambiental. Por ello, pueden verse también como pasos concretos hacia la sostenibilidad, como aplicaciones locales de una idea de bienestar basada en una nueva ecología de las relaciones entre las personas, y entre ellas y su entorno; una oportunidad a través de la cual las nuevas tendencias abren posibilidades hasta ahora desconocidas.

      Durante esta pasada década, el auge de Internet, los teléfonos móviles y los medios de comunicación junto con la innovación social, permitió crear una nueva generación de servicios que no sólo aportan soluciones sin precedentes a complicados problemas sociales, sino que cuestionan también nuestras ideas de bienestar y la relación entre el ciudadano y el Estado. Actualmente, en paralelo a esta última, existe otra convergencia en proceso. La asombrosa innovación tecnológica que tiene lugar en el campo de los sistemas de fabricación debido a la miniaturización de las unidades productivas ofrece la posibilidad de crear nuevas redes de producción y consumo: los sistemas distribuidos. La posible confluencia entre sistemas distribuidos e innovación social podría hacer surgir redes de microempresas capaces de revolucionar el sistema productivo, aumentar la dimensión local y redistribuir las actividades de producción y las oportunidades de trabajo justo en la dirección opuesta a la que era predominante durante las décadas pasadas.

      La posibilidad de acelerar y orientar esta doble convergencia requiere un programa de investigación en diseño. Si tenemos en cuenta que en esa transición la sociedad en su conjunto ha de verse como un enorme laboratorio para la experimentación social, lo primero es fomentar y orientar estas iniciativas a todos los niveles y en todos los campos en los que pueda aplicarse; lo segundo es mejorar líneas de acción que consistan en replicar las mejores soluciones y conectarlas; la experimentación y la replicación son dos procedimientos complementarios que en esta transición permiten experimentar nuevas soluciones para consolidar y reproducir aquellas que sean mejores. Por último, es necesario que todas esas pequeñas iniciativas estén conectadas para que tengan un mayor impacto.

      Experimentar, replicar y conectar son tres líneas de acción que requieren tanto de la capacidad del diseño difuso como de la capacidad del diseño experto. Juntas deben constituir las prácticas esenciales de un gran proyecto de diseño abierto a la experimentación, capaz de abrazar y apoyar múltiples iniciativas globales con objetivos compartidos.

      4. Este libro quiere ser también una contribución a la cultura del diseño; una aportación a la formación cultural que los diseñadores, ya sean expertos o inexpertos, elaboran y utilizan a fin de hacer mejor lo que, en todo caso, hacen y seguirán haciendo. Por otro lado, ya que la cultura está ligada al contexto, como no podría ser de otro modo, puede decirse que se trata de una contribución italiana a un debate internacional, es decir, que se inicia en un contexto cultural bien definido.

      En sus páginas, transita por toda suerte de ámbitos especializados que se funden en la práctica del diseño para elaborar su propio punto de vista y su propio lenguaje, en definitiva, su propia cultura. Así, a pesar de que trate diferentes campos disciplinares, no es un libro interdisciplinar; es una contribución a una cultura de diseño específica, paralela y complementaria a otras, una cultura a cuyo crecimiento pueden contribuir los demás agentes sociales, pero en la que los expertos en diseño han de ser sus principales productores.

      En definitiva, es un texto para todo aquel interesado en profundizar más de lo habitual en los problemas de diseño con los que lidiamos habitualmente. Por tal motivo, al iniciar un debate sobre la innovación social es preciso situar, junto al asunto fundamental de la solución de problemas, otro, en mi opinión de igual importancia, que tiene que ver con el sentido de las cosas. Y que supone hablar de la dimensión cultural de la innovación social y de cómo puede apoyar a una renovada cultura del diseño.

      Este libro quiere contribuir igualmente a un debate internacional sobre esos temas. Se fundamenta en una larga serie de experiencias desarrolladas en diversas partes del mundo y que he tenido la oportunidad de vivir mientras coordinaba DESIS, una red internacional de laboratorios ubicados en escuelas de diseño y centrada en la innovación social. Por otro lado, no puedo y no deseo separarme de la cultura que he recibido de donde vengo. Lo que ofrecen las siguientes páginas es una contribución a una discusión internacional propuesta por un “autor localizado” que se sitúa en un contexto y se presenta, abiertamente, como expresión de una cultura local. Por esta razón, las reflexiones que ofrecen sus páginas no solo toman forma a partir de experiencias vividas, sino también y sobre todo, se apoyan en un sistema de valores y referencias que provienen de cómo y dónde me he educado y de dónde y cómo empecé a pensar.

      Mi esperanza es que pueda resultar una contribución útil para el desarrollo de una cultura que, en una perspectiva sostenible, anime, como en mi opinión debería hacer, a un debate global que sea también múltiple y diverso. Una ecología de las culturas de diseño que se muestre al mismo tiempo abierta al mundo y a lo particular, rica en esas profundas diferencias que puede ofrecer “lo local”, es decir, lo arraigado en un lugar.

      En conclusión, tengo también la esperanza de que este libro pueda ser un homenaje a la cultura del diseño italiano y a su gran historia. Sería feliz si se viera como una contribución del diseño italiano a las cuestiones emergentes de las que trata. ¿Hay algo que vincule esta cultura de la que vengo con el diseño participativo para la innovación social? Así lo creo. Pero para explicar de dónde proviene esa convicción sería necesario otro libro; si hay lectores que están de verdad interesados en ello, les dejo la tarea de buscar estas conexiones por sí mismos.

      Cuando los seres humanos afrontan nuevos problemas, tienden a usar su innata creatividad y su capacidad para el diseño con el fin de inventar y hacer realidad algo nuevo; en definitiva, lo que hacen es innovar. Aunque esto siempre haya sido así, estas innovaciones cotidianas adquieren formas sin precedentes, que se dejan sentir con mayor fuerza. Su difusión y carácter resultan de la combinación de dos factores principales: el primero es, lógicamente, la naturaleza de los problemas que tratan en diferentes escalas, incluida la experiencia cotidiana; el segundo es la difusión generalizada de las tecnologías de la comunicación y de la información y su aportación a las organizaciones existentes. En una situación así es probable que, ante cualquier problema, un número creciente de personas vea una oportunidad y encuentre una manera de resolverlo.

      Sin embargo, tal vez lo que suceda vaya un poco más allá. Estas personas no solo pueden llegar a superar sus propias dificultades, sino que, con lo que hacen, pueden sentar las bases de una nueva civilización.

      Ejemplo 1.1

      AINONGHUI, UN CASO DE AGRICULTURA SOSTENIDA POR LA COMUNIDAD, LIUZHOU (CHINA)

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