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[Fermé Générale] –un consorcio de granjeros privados que recaudaba impuestos en nombre del gobierno– y que se amortizaría con tabaco norteamericano. En solo unas pocas semanas, Franklin y sus colegas habían obtenido el equivalente de 2000 millones de dólares actuales en créditos para su jovencísima nación.

      Los comisionados querían obtener suministros adicionales de España, pero no depender de sus intermediarios franceses para ello. Animado por Aranda, Arthur Lee salió para Madrid a primeros de febrero de 1777 con la esperanza de conseguir no solo más ayuda, sino también una alianza. El gobierno español, que aún se declaraba neutral en el conflicto entre Gran Bretaña y sus colonias norteamericanas, no quería aparentar que aceptaba el inoportuno ofrecimiento de Lee, por ello, cuando Grimaldi supo que Lee ya estaba de camino, le pidió a Diego de Gardoqui, que por entonces estaba en Madrid, que escribiera a Lee y le dijera que no fuera a la capital. Por suerte, Lee recibió la carta de Gardoqui en la ciudad de Burgos, a mitad de camino entre los Pirineos y Madrid. La misiva le indicaba que esperara allí que Grimaldi y Gardoqui pudieran acudir: «En un lugar tan pequeño como Madrid, sería del todo imposible mantener el incógnito […] y de seguro seríais espiado». La carta no mencionaba la otra razón de aquel jarro de agua fría: Grimaldi estaba ya de salida como ministro jefe y el nuevo ministro, José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, aún no había establecido con claridad qué política tendría hacia la nueva nación estadounidense.

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